Kapanga paseó sus ritmos bailables por la provincia

La intriga mayor respecto a las presentaciones de Kapanga en la provincia era cómo resolvería la banda un show presentado como electroacústico e íntimo cuando a lo largo del cuarto de siglo de carrera hizo de la fiesta y el baile una espada y un escudo con los que batalló permanentemente.

Luego de dos horas de recital la comprobación de que el grupo liderado por "El Mono" Fabio no parece dispuesto a resignar sus elementos de lucha quedó aún más latente. Los recitales que brindaron el martes en San Luis y anoche en Villa Mercedes poco tuvieron de despojados y, otra vez, como hace 25 años, el grupo hizo pie en los ritmos bailables.

Los integrantes lo explicaron sobre el escenario: cuando la pandemia obligó al encierro primero y al posterior goteo de permisos, tuvieron que amoldarse a esas posibilidades y de allí surgió la idea de una especie de "unplugged". Pero lo cierto es que en el show la adaptación de las canciones a un formato ajeno fue imperceptible.

"En realidad, este concierto se llama íntimo porque contamos intimidades de lo que hizo 'El Mono' en 'Masterchef'", dijo "Maikel", el guitarrista, a poco de comenzado el show. Más adelante, monotemático, el cantante preguntó si tenía que desnudarse ante la intimidad prometida.

Las novedades que no estuvieron en el plano musical se observaron sí en la cuestión escenográfica, con los cuatro integrantes del grupo sentados —una posición que "El Mono" abandonó en los temas más movidos— y en las charlas graciosas que mantuvieron los músicos con los años de convivencia, la participación televisiva del líder en el reality de Telefe y la diversión en todos sus aspectos como temas recurrentes.

Luego del show de anoche en Mercedes, el grupo sigue su gira por el interior cordobés. 

 

Y en la repetida utilización de  una serie de sonidos que "Maikel" emitió como samplers desde una pequeña computadora que mantuvo a su lado, tan fiel como su guitarra. "Esto se parece a un café concert", bromearon los integrantes. 

Otro instrumento que estuvo presente durante toda la noche fue el matófono, una pequeña calabaza que tiene el sonido de una corneta y que "El Mono" aprendió a tocar en cuarentena, consciente de que no podía vivir de tener un grupo musical "sin saber tocar ningún instrumento". 

Como durante toda su carrera, el repertorio de la banda alternó temas propios ("Bailarín asesino", "Desearía", "Un lugar") y covers de amigos ("Rompecabezas de amor", "Está saliendo el sol") con algunos recuerdos cariñosos a los autores referidos. "Si hay un artista —dijo Fabio mientras juntaba sus palmas a modo de rezo— que me gustaría volver a ver en vivo es el Pity Álvarez".

A medida que se acercó el final, la banda fue elevando la temperatura para completar el recital lo más bailable posible. El primer paso fue "No me sueltes", acaso el mejor tema surgido de la factoría alegre de "El Mono" y compañía.

Luego vendría un enganchado invencible que incluyó "Ahí viene Ramón", "Me mata" y "El universal", que se pegó —en el plan de combinar canciones propias con ajenas— con "Amor secreto" y "Agujita de oro", dos clásicos del cuarteto más férreo del país.

El final fue con "El mono relojero" y la desatada algarabía del público, con quien el grupo mantuvo un trato cariñoso que con el correr de la noche se transformó en mutuo. "Gracias por venir un martes: era esto o ver 'El juego del calamar'", arremetió el cantante y se consagró, otra vez, como hace 25 años, como el dueño del reloj.