Microcentro: bronca por el caos de los autos mal estacionados

La ciudad está desordenada en materia de tránsito. A pesar de la señalética, las inspecciones y las leyes de tránsito, estacionar en el microcentro de San Luis es un caos. Este sábado, El Diario de la República recorrió las principales calles del corazón de la ciudad; las faltas se multiplicaron con impunidad: estacionamiento en doble fila, omisión de carteles y del silbato de los inspectores. Parece que para los conductores el cordón amarillo no existe. Hay bronca en los transeúntes.

La calle Rivadavia los días de semana y en hora pico es un desmadre. Pero este sábado, casi en el arranque de la siesta, varios vehículos estaban mal estacionados. Entre ellos, uno obstruía una rampa y estaba emplazado justo donde tienen parada los colectivos (Lavalle esquina Rivadavia). A una cuadra, frente a un reconocido casino, dos automovilistas obviaron el cartel que indicaba que ese espacio era para carga y descarga.

Para graficar, cada dos cuadras se registraron entre tres y cuatro coches frenados en la línea amarilla o en sectores que están impedidos.

Por otro lado, la plaza Pringles fue el foco central de un escenario lleno de infracciones. Sin ir más lejos, una mujer que se desempeña como inspectora de tránsito describió (bajo reserva de su nombre) lo difícil que es lidiar todos los días con situaciones distintas: “Falta mucha educación vial. Acá tenés de todo, gente que viene y se estaciona en lugares que están designados para personas con discapacidad, algunos se paran a comprar a la farmacia o a los kioscos, otros que no respetan el silbato y así. Hay mucha violencia en la calle, te insultan porque les hacés saber que hay lugares en los que no se puede estacionar, por eso opté por hacer las infracciones y nada más”, dijo. También remarcó que hay “machismo” cuando una mujer es la que labra las infracciones.

Mientras la inspectora dialogaba con El Diario, en menos de cinco minutos dos taxistas se estacionaron fuera de la dársena sobre calle Pringles, antes de San Martín. Y como si fuera poco, tapaban la rampa de emergencia y el espacio para las ambulancias. “Yo entiendo que hay necesidad, que todos tienen que trabajar, pero es algo que pasa todos los días. No entienden”, aseguró la inspectora.

Sobre calle Junín fue el mismo panorama: taxistas estacionados fuera de la dársena. Mientras que atrás, un conductor frenó su marcha justo donde paran las ambulancias. Al lado, había un inspector de tránsito. Un hecho de total impunidad.

El microcentro está repleto de estacionamientos medidos donde la gente puede dejar sus rodados, y también privados que por hora rondan los $600 para las motos, $800 para autos y $900 para camionetas. En otros lugares cuesta $400 para las motos, $500 para los autos, $600 para las camionetas y $700 para las combis. Cabe aclarar que la minoría funciona las 24 horas, mientras que las demás hacen horario comercial. Aun así, se reiteran las faltas.

El perito en seguros y averías, José Quevedo Celi, opinó que la educación vial es cada vez más escasa y es la misma gente la que coopera para que día a día sea un caos. “Hacemos ciudades para caminar por la calle, no hacemos veredas. A mí en lo personal me da un poco de malestar. Tenemos bicisendas y peatonales para que los autos estacionen o pongan contenedores de tierra, obstruyendo el paso, y eso empieza a generar un malestar. Por ejemplo, de repente vamos caminando por el centro y los desniveles o manchones que hay por el entrar de los autos es siempre lo mismo”, dijo.

También apuntó contra lo estructural. “Cada diez metros hay una entrada o salida de auto, eso quiere decir que el 70% de una cuadra de ambos lados está destinado para que entre o salga un vehículo, son las cuestiones normales. Entonces tenés un 70% de posibilidad de caerte, porque no están pensadas para que la gente camine. Este problema estructural es lo que va a seguir generando violencia”, lamentó Quevedo Celi.