No hay respuestas en el Gobierno provincial

El panorama provincial es complejo y desolador. Las medidas que toma el Poder Ejecutivo nacional son muy duras. Jubilados, provincias y trabajadores son los sectores más perjudicados por medidas inconsultas y al borde del disparate. Además, son tomadas en un marco discrecional e inconsulto, rayanas en la ilegalidad. Cuando las iniciativas transitaron el camino republicano que pasa por el Poder Legislativo no resistieron el juego de mayorías y minorías propio del sistema. El Gobierno de San Luis no acierta a dar las respuestas adecuadas. Lejos de contrarrestar con decisiones y medidas eficaces, acumula errores y desaciertos que profundizan los problemas. Lo más creativo que se pudo apreciar hasta el momento es el inexplicable desdoblamiento de los salarios de los trabajadores de la administración pública. Por lo demás, todo es destrucción. La Intendencia de la ciudad capital y sus representantes en el Concejo Deliberante cometen atropellos injustificables y llegan al extremo peligroso y reprochable de propiciar el ingreso de las fuerzas de seguridad al recinto de sesiones. Un disparate que se suma y rima absolutamente con la desobediencia a la Justicia que ejerce la presidenta del cuerpo legislativo de la ciudad.

En la misma sintonía, el bloque oficialista de la Cámara de Diputados de la Nación suma enredos, desórdenes y desencuentros que preocupan y generan un clima muy poco propicio para cumplir las funciones que la hora demanda. La mezcla de inexperiencia y ambiciones personales se emparenta con el desprecio por el espíritu democrático y las instituciones de la república.

Resuenan en el Senado de la Nación las muy desgraciadas expresiones vertidas en la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo por un senador por Formosa de La Libertad Avanza. Cuesta encontrar sentido y fundamento a dislates que pretenden ser graciosos, elocuentes o vaya a saber qué.

El protagonista del cuentito es ni más ni menos que el Presidente de todos los argentinos.

Entretanto, en las calles, la manifestación callejera de diversas organizaciones sociales fue duramente reprimida por las fuerzas policiales.

Volviendo a San Luis, esas mismas fuerzas federales el día 3 de abril impidieron el ingreso de mujeres y hombres que prestaban servicios en distintas reparticiones nacionales, el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom), por citar un ejemplo. Despidos notificados de un modo ilegal, cruel y desaprensivo, con una violencia discursiva propia de quienes solo pretenden destruir y abusar de una posición de poder que debieran interpretar y ejercer de otra manera. Con generalizaciones tales como la descalificación de “ñoquis”, sin precisiones, sin argumentos ni fundamento alguno. Todo ejecutado sin el menor criterio, separando de sus cargos a quienes tienen treinta, veinte, diez años de antigüedad y de ejercicio honesto y probado de sus obligaciones laborales. Abusando de formas de contratación y de situaciones de alta vulnerabilidad. Esto no tiene nada que ver con la austeridad, con la idea de un ejercicio más eficiente de la función de cada organismo, con el cuidado del patrimonio estatal ni con ninguna mejora en las prestaciones que reciben los ciudadanos. Lejos de eso, implica el abandono de serias responsabilidades con la infancia, con los jubilados, con los discapacitados y con sectores que se beneficiaban con propuestas valiosas como las referidas, por ejemplo, a la agricultura familiar. Y el problema es general, llega a todos, pero repercute dolorosamente de un modo individual en quienes aprecian con mucha impotencia y con gran amargura la desaparición de sus puestos de trabajo, pero además, la destrucción sistemática de procedimientos que cobijaban a sus beneficiarios y que mejoraban su calidad de vida. Vida de puntanas y de puntanos.

La escuálida respuesta del Ejecutivo provincial agrava la situación y profundiza los problemas. No se aprecian medidas de gobierno que contemplen la situación imperante. No se asume la realidad y se dilapidan tiempo y recursos en medidas demagógicas e increíblemente electoralistas.