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Israel-Irán: los orígenes de un odio que cumple 45 años

Eran amigos y aliados. Pero la Revolución Islámica que tomó el poder iraní en 1979 cambió todo.

Por redacción
| 17 de abril de 2024
Foto: NA.

Una vez más, Medio Oriente es un polvorín. Por ahora, solo de tensiones. Pero tras el ataque que Irán lanzó en la noche del sábado con drones contra Israel, la cosa se puso muy seria. Los temores de una nueva escalada de violencia y muerte en la región crecen, mientras Israel analiza su "respuesta" contra Teherán, y las potencias de Occidente y los países árabes piden calma para evitar una nueva guerra.

 

El ataque es el último episodio de una vieja enemistad. Una espiral de odio que nació hace 45 años.

 

Para Teherán, Israel es el “Pequeño Satán”, aliado en Medio Oriente de Estados Unidos, al que llaman el “Gran Satán”. Israel acusa a Irán de financiar a grupos terroristas y de lanzar ataques contra sus intereses. La guerra en Gaza no ha hecho más que empeorar las cosas.

 

Tras la Revolución, los ayatolás rompieron relaciones con Israel, desconocieron la validez del pasaporte de sus ciudadanos y entregaron la Embajada israelí en Teherán a la Organización para la Liberación de Palestina.

La rivalidad

 

Increíblemente, las relaciones entre Israel e Irán fueron bastante cordiales hasta que en 1979 la llamada Revolución Islámica de los ayatolás (líderes religiosos musulmanes) conquistó el poder en Teherán. De hecho, aunque se opuso al plan para la partición de Palestina que desembocó en la creación del Estado de Israel en 1948, Irán fue el segundo país islámico en reconocer a ese Estado, después de Egipto.

 

En ese entonces Irán era una monarquía en la que reinaban los shas de la dinastía Pahlaví. Otro dato impensado hoy: también era uno de los principales aliados de Estados Unidos en Medio Oriente.

 

Pero en 1979 la Revolución de Ruhollah Jomeini derrocó al sha e impuso una república islámica que se presentó como la defensora de los oprimidos y tenía en el rechazo al "imperialismo" de Estados Unidos y a su aliado Israel, una de sus claves de identidad.

 

Jomeini empezó a reivindicar la causa palestina como propia y las manifestaciones propalestinas eran habituales en Teherán.

 

En Israel la hostilidad hacia Irán creció en la década de 1990; antes percibía como una mayor amenaza al Irak de Saddam Hussein.

 

Guerra escondida

 

Enfrentada también a Arabia Saudita, la otra gran potencia regional, y consciente de que la mayoría de su pueblo es persa y chiíta en un mundo islámico mayoritariamente sunita y árabe, el régimen iraní se dio cuenta de su aislamiento y empezó a desarrollar una estrategia para prevenir que sus enemigos pudieran atacarle en su propio territorio.

 

Así, proliferó una red de organizaciones alineadas con Teherán que lanzaban acciones armadas favorables a sus intereses. La libanesa Hezbolá, catalogada como terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea, es la más destacada. Hoy, el llamado "Eje de la Resistencia" iraní se extiende por Líbano, Siria, Irak y Yemen.

 

El pulso entre Irán e Israel ha sido descripto como una "guerra en la sombra" porque ambos países se han atacado mutuamente sin que los dos gobiernos admitieran oficialmente su participación.

 

Para Israel, que posee la bomba atómica, siempre ha sido una obsesión truncar el programa nuclear iraní y evitar que llegue el día en que los ayatolás dispongan de armas atómicas. La guerra civil desatada en Siria desde 2011 fue otro motivo de enfrentamiento.

 

La "guerra en la sombra" llegó en 2021 al mar. Ese año, Israel señaló a Irán como responsable de los ataques contra buques israelíes en el Golfo de Omán. Teherán, por su parte, acusó a Tel Aviv de atacar sus barcos en el mar Rojo.

 

El nuevo Irán enarboló la causa palestina frente a Israel que los países musulmanes árabes habían abandonado (Alí Vaez- Analista y director del Programa para Irán del International Crisis Group)

Hamas y el consulado

 

Después de los ataques del 7 de octubre de 2023 de la milicia palestina Hamas contra Israel, y la ofensiva militar masiva lanzada por el ejército israelí en Gaza como respuesta, analistas y gobiernos de todo el mundo expresaron su preocupación porque el conflicto pudiera provocar una reacción en cadena en la región, y un enfrentamiento abierto y directo entre iraníes e israelíes.

 

Hasta el sábado pasado, tanto Irán como Israel habían evitado elevar su hostilidad. Eso cambió con el lanzamiento de drones y misiles por parte de Teherán.

 

El ataque contra su consulado en Damasco (capital de Siria), que dejó 16 muertos, entre ellos algunos altos mandos iraníes, dolió especialmente en Teherán.

 

Su Cancillería prometió "un castigo al agresor" y su embajador en Siria, Hossein Akbari, anunció que la respuesta sería "decisiva".

 

Probablemente, no será el último choque de este largo intercambio de odios y rencores.

 

Contexto geopolítico

 

 La amenaza nuclear

 

Israel es el único país de Medio Oriente con armas nucleares y su liderazgo entiende que el terrorismo de grupos como Hamas o Yihad Islámica es aún "un precio aceptable" por impedir —a través de la ocupación, la colonización, la represión y la guerra— la creación de un Estado palestino independiente.

 

Irán, en tanto, persigue su propio plan nuclear, liberado de toda posibilidad de supervisión internacional desde que Donald Trump retiró en 2018 a Estados Unidos del acuerdo que había pergeñado Barack Obama en 2015.

 

 

Imperio asfixiado

 

Si se mira la larga duración histórica, Irán se autopercibe todavía como un imperio, ya sea con Ciro El Grande, con la dinastía Reza Pahleví o ahora con los ayatolás chiítas.

 

Si Occidente —con EE. UU. a la cabeza— hubiese querido alguna vez entender de verdad las amenazas que podrían acecharlo en un futuro, habría actuado de otro modo.

 

Por ejemplo, en 1953, el año del golpe contra Mohammad Mosaddeq, el gobernante que nacionalizó el petróleo; también después del 11-S, cuando invadió Afganistán y luego Irak, convirtiendo por años a esos dos países en megabases propias que, sumadas a la presencia de Israel, la alianza con Arabia Saudita y otras monarquías sunitas ultraconservadoras y el poder naval en el Golfo Pérsico, intensificaron la claustrofobia de la República Islámica iraní y la percepción de que solo el poder nuclear le daría una garantía de supervivencia a su régimen.

 

 

La amenaza nuclear

 

Al menos desde 2015, en la previa del acuerdo nuclear promovido por Barack Obama, Estados Unidos viene resistiendo una idea persistente del primer ministro Benjamin Netanyahu, quien gobernaba entonces y vuelve a hacerlo hoy al frente de una coalición de extrema derecha sin precedentes. Ese plan incluye atacar Irán, bombardear instalaciones nucleares, demorar la obtención de la bomba atómica por parte de Teherán y arrastrar a Estados Unidos y a su poderosa coalición de potencias occidentales en su defensa ante cualquier represalia. Trump dio de baja aquel entendimiento y desconoció el consenso internacional al trasladar la embajada de su país de Tel Aviv a Jerusalén, pero tampoco avaló esa pretensión israelí de atacar Irán. Hoy, en medio de la nueva crisis, le toca a Joe Biden atarle las manos al belicoso Netanyahu.

 

 

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