Con un emotivo encuentro, homenajearon al profesor Alberto Poletti en su jubilación
La comunidad del Colegio Nº 3 "Manuel Belgrano", despidió de las aulas al docente tras 35 años de vocación, compromiso y servicio. Su entrega, es todo un símbolo en la localidad.
Por Nicolás Gatica Ceballos.
Pese a las incontables palabras que integran el español, es prácticamente imposible definir el legado de Alberto Poletti, profesor de Matemática que se jubiló tras 35 años de servicio en el Colegio Nº 3 "Manuel Belgrano", de La Toma. El docente, ha hecho y hace amar los números aún en aquellos a los que les cuesta la materia. Pero su conocimiento siempre va más allá, en una multiplicidad de facetas fascinantes. Quizá por eso su jubilación es todo un símbolo enmarcado en una suerte de semiótica infinita.
Toca el piano brillantemente. Su instrumento, un Burmeister vertical, hace vibrar en lo alto la música clásica. Su biblioteca inmemorial (he visto libros hasta en el piso, de tanta cantidad que tiene) genera una pasión enorme por las letras, en una amplia gama de saberes, temáticas y hasta idiomas. Filosofía, literatura, teatro, política, religión. Ni hablar de su colección de ópera, que ensalza la belleza aún en aquellos más neófitos y profanos en temas culturales. Y justamente, todo ese bagaje -del que nunca fue mezquino- lo volcó incansablemente en las aulas. Por eso, su jubilación generó una emoción tan abarcativa.
El medio local Identidad Tomense, concretó una completa cobertura del acto y graficó claramente lo que implica la figura de Poletti para la localidad. Según detalló el sitio web, el encuentro se desarrolló en el SUM del "Soberano", en presencia de autoridades, colegas y estudiantes.
Su ex alumna y colega, Guadalupe Castillo, le brindó unas sentidas palabras: "Querido profe Alberto. Gracias por todas tus enseñanzas, por haber sembrado el amor por la Matemática y por aquel consejo que me ayudó a elegir la carrera que estudié. Tu forma de enseñar, tu dedicación y compromiso inspiran a todos los que te admiramos y valoramos profundamente. Te vamos a extrañar mucho, pero deseo de corazón que esta nueva etapa esté colmada de alegrías, descanso y nuevos proyectos", manifestó. Y así, diversas instancias del acto se efectuaron hasta las lágrimas, en momentos imborrables.
Poletti, tomó el micrófono y dejó una reflexión innolvidable: "Se me ocurre una última palabra para sintetizar desde 1990 hasta el día de hoy. La única palabra que se me ocurre es 'gracias'. Porque ustedes dicen, me cuentan, que les he brindado conocimiento. Pero les quiero dar gracias porque también ustedes y en nombre de ustedes todos los alumnos que he tenido en la institución y en otras instituciones educativas, y todo el cuerpo docente, directivos, se los aseguro, he aprendido y he forjado mi vida alrededor de eso. He aprendido de ustedes toda mi vida, de mis alumnos, de los que no fueron mis alumnos y de mis colegas y directivos. Les agradezco de corazón".
Muy en lo personal, puedo apenas burilar en estas líneas que Polettti es de esos "maestros de la vida" que dejan no solo el contenido pedagógico correspondiente (y por cierto, de una forma sublime), sino enseñanzas que duran para siempre y que se aplican en cada instante del camino. No lo tuve como profesor en las aulas ya que cursé mis estudios en otro colegio. Pero fue mi profesor particular. Nunca fui amigo de los números, pero Poletti me enseñó que la Matemática está en todos lados. En la naturaleza, en las flores, en la música, en las construcciones, en el arte, en todo.
Siempre tengo presente cuando me prestó "El mercader de Venecia", de William Shakespeare y me enseñó cómo leerlo, cómo comprenderlo y de alguna manera, cómo dialogar o reinterpretar lo abordado. Ver su amor por los libros me inspiró para seguir un camino al menos enmarcado en esa sed de saber. Y tampoco olvido cómo sabía "amenazarme" con humor para que me "pusiera las pilas": "Le voy a decir a tu mamá que le corte las cuerdas a tu guitarra hasta que apruebes".
¿Por qué traigo a esta nota algo tan personal e íntimo que probablemente a nadie le importe? Para dar una idea de cómo influyen en nuestras vidas aquellos que viven su "propósito" en este mundo. Vivir se puede vivir como un vegetal, por inercia, por costumbre, por el solo hecho de respirar y comer. O se puede vivir como se debe: cumpliendo lo que uno ha venido a hacer a este plano. Y Poletti, aún ya jubilado, sigue dando cátedra de eso.
Ahora en su merecidísimo descanso laboral, dudo que semejante cerebro se quede quieto. Seguro que inimaginables desafíos vendrán por delante. Y es prácticamente un "dogma", que seguirá enseñando aunque no lo quiera o no lo haga consciente. Porque los docentes como Poletti nunca se jubilan, llevan en la sangre su vocación y la viven como un sacerdocio sagrado.
¡Feliz jubilación, Profe!


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