Villa Mercedes: borracho, manejó un auto casi 20 cuadras a contramano y chocó

Dentro de todo, fue una desgracia con suerte”, rescató el oficial principal Norberto Salinas. La expresión del subjefe de la Comisaría 10ª engloba, en gran medida, el pensamiento de muchos padres de los alumnos de la Escuela Nº 43 “Doctor Tomás Jofré de Villa Mercedes. Es que respiraron aliviados al saber que ninguno de los chicos se cruzó en el camino de Guillermo Díaz Gauto en el preciso momento en el que, cegado por el alcohol y mientras escapaba de una patrulla policial, colisionó con otro auto y, ese vehículo, a la vez con un segundo. 
El Volkswagen Gol blanco que conducía el hombre de 28 años, de nacionalidad paraguaya, ni siquiera era de él. Era de Rufino Páez, un compañero de trabajo de la estancia “Don Pancho”. 
El establecimiento rural, ubicado en el kilómetro de 258 de la Autopista de las Serranías Puntanas, está a 20 kilómetros de la ciudad. Allí Gauto es el encargado de la hacienda y Rufino se dedica a la siembra. “Si bien son compañeros, el dueño del coche nunca se lo prestó al otro”, subrayó el policía. 
Pero el sábado Rufino se fue a sembrar a otro campo. Como en “Don Pancho” no hay electricidad, el hombre le dejó las llaves de su Gol a su camarada. Era para que, cuando lo necesitara, cargara el teléfono celular en el vehículo. 
Pero el martes a la mañana el ruralista se emborrachó. “No sabemos a qué hora empezó a tomar pero, cerca de las ocho, se subió al automóvil de su compañero y se fue a la ciudad”, relató Salinas. La intención era, en una primera instancia, comprar una tarjeta telefónica. 
Pero no lo logró. Se estacionó mal en avenida 25 de Mayo y Junín. Y la falta no pasó desapercibida para un móvil del Comando Radioeléctrico que, precisamente, circulaba por esa esquina. “Cuando vio que la patrulla se le venía encima escapó. Tomó por Junín, dobló por Pueyrredón y ahí agarró la Pescadores”, recapituló el oficial principal. 
Esa arteria tiene sentido este a oeste y, después de calle Pedernera, toma el nombre de Tucumán. El automovilista condujo a contramano casi 20 cuadras, hasta el cruce con Olloqui. 
Ahí impactó de frente con un Volkswagen Gacel. El coche colorado, que circulaba de este a oeste, estaba estacionado, a la espera de que el semáforo cambiara a verde. 
“El choque fue tan fuerte que ese vehículo colisionó con otro que estaba detrás”, relató el subjefe de la Seccional 10ª. Pero el conductor del segundo rodado, Claudio Zavala, no resultó lesionado y su auto sólo sufrió apenas “daños materiales”, sintetizó. 
La peor parte se la llevó quien manejaba el Volkswagen Gacel y su acompañante. Walter Becerra y Matías Rolón fueron trasladados al policlínico regional “Juan Domingo Perón”. “Estaban golpeados. Pero fueron asistidos y, a las pocas horas, le dieron el alta”, señaló el policía. 
Pero, a diferencia de su propietario, los daños del auto rojo no podrán repararse tan pronto: el frente quedó destruido, al igual que el costado izquierdo. 
El infortunio, entonces, es doble para Becerra. “El hombre, al momento del accidente, estaba a punto de concretar una venta. Estaba mostrándole cómo andaba el rodado a Rolón, quien tenía intenciones de comprárselo”, relató. 
El obrero de campo también fue llevado al hospital. “Pero sus lesiones fueron leves y, a la tarde, ya se fue del hospital”, indicó Salinas. Unas horas antes, cuando fue sometido al alcohotest, la prueba midió que tenía 1,99 de alcohol en sangre. 
La colisión ocurrió diez minutos antes del horario de entrada de los estudiantes a clase. Es decir, a las 7:50.