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El joven que estafó a Walmart tenía 22 tarjetas "clonadas"

Por redacción
| 20 de marzo de 2014
El venezolano confiaba en que iba a quedar libre. Antenoche le dieron la mala noticia. | Foto: Marina Balbo

En la celda de la Comisaría 2ª, ante los otros detenidos, se jactaba de que cuando la jueza Carina Gregoraschuk resolviera su caso, iba a volver a Buenos Aires. Daba por sentado que lo dejaría en libertad, aunque lo procesara por estafar a la sucursal local de Walmart, donde compró aparatos electrónicos por veinte mil pesos con una tarjeta de crédito “clonada”.

 

Llegó a esta ciudad proveniente de Rosario. Allá también puede haber cometido estafas.


Brayan Berrios Puinche acertó a medias. Lo procesaron, pero le dictaron la prisión preventiva y ayer a la mañana lo trasladaron a la Penitenciaría provincial.
El venezolano de 19 años podría haberse ido en libertad. Pero las pocas certezas y las numerosas dudas que hay sobre él motivaron a la jueza Penal Nº 1 de San Luis a dejarlo detenido, para asegurarse de que no le hará un “pito catalán” cuando necesite que se presente en tribunales.
Lo poco certero que saben del acusado es que “tenía veintidós tarjetas de crédito y débito clonadas”, reveló ayer la jueza Gregoraschuk a El Diario de la República. “En todas figuraba su nombre, pero la banda magnética estaba cargada con información de cuentas pertenecientes a otras personas”, explicó.
“Cada plástico tenía pegado un papel adhesivo en el que había escrito el monto que tenía en la cuenta o el límite de compra (según fuera de débito o crédito), todas de entre siete mil y ocho mil pesos”, reveló el jefe de la Comisaría 2ª, comisario Gustavo Ríos.
Los policías de esa seccional hallaron las tarjetas cuando revisaron el auto de Berrios Puinche, el jueves 6 de marzo, en la playa de estacionamiento de Walmart, donde lo esperaba su novia, una chica argentina de 26 años, de la Capital Federal.
Ese día la tentación fue más fuerte que la prudencia para el venezolano. Y eso lo perdió. El día anterior había comprado tablets, celulares de última generación, una Play Station 3 y otros electrodomésticos y los había pagado con una tarjeta de crédito Mastercard. Además del plástico en el que figuraba su nombre le había dado a la cajera, como exige la ley, su documento de identidad. El sistema informático no detectó ningún inconveniente. Firmó el tiquet y se fue.
Más tarde, cuando de Walmart informaron la compra, de Mastercard les contestaron que no la reconocían y no iban a abonarla. ¿El motivo? La cuenta cargada en la banda magnética de la tarjeta no era de un tal Brayan Berrios Puinche. 
Pero hacía rato ya que el comprador se había ido. Era difícil rastrearlo. Si había falseado los datos de la tarjeta, la identidad que figuraba en ella bien podía ser ficticia. Sólo contaban con ese nombre supuesto y su imagen grabada por las cámaras de seguridad del hipermercado.
Pero el estafador volvió al día siguiente. Fue a “comprar” de nuevo. Un cajero lo reconoció y avisó al personal de seguridad.
Cuando Gregoraschuk lo indagó, el acusado no admitió saber que las tarjetas eran “truchas”. Pero “declaró que las había conseguido por mil quinientos pesos, a través de una persona que le había parecido seria, y que se las llevó al taller mecánico donde él trabaja”, contó la jueza.

 


El hombre incógnita
En varios aspectos, Brayan Berrios Puinche es una sucesión de incógnitas para los investigadores. Empezando por el nombre. “Tiene un documento para extranjeros. Mandé a consultar su identidad en el Registro Nacional de las Personas y estoy esperando el informe. Todavía no sé si se llama realmente como figura en los documentos secuestrados”, señaló Gregoraschuk.
“Tampoco sé dónde vive. En tres momentos diferentes me dio tres domicilios distintos, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. No tiene domicilio en San Luis, y eso ya es suficiente para justificar la prisión preventiva”, explicó.
La jueza ordenó que hagan pericias “sobre todos los documentos, el de identidad, el pasaporte, las tarjetas y una licencia de conducir internacional que supuestamente obtuvo hace 4 años en Venezuela, cuando tenía 15 años”, dijo.
La tarjeta verde del Peugeot 307 del procesado “está a nombre de él, pero tiene un número de control que no es el que figura en el Registro del Automotor. Esperamos un informe para saber quién es el titular registrado”, dijo el comisario Ríos.
La jueza ordenó peritar también esa cédula. “En un caso así, desconfiás de todo”, dijo.

 


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