El papa Francisco presidió su segundo Vía Crucis, desde su asunción en marzo del año pasado, del que participaron al menos 40.000 personas en el Coliseo Romano. En la ceremonia pronunció un breve discurso en el que pidió recordar a "las personas abandonadas".
"Guíanos Jesús de la cruz a la resurrección. Enséñanos que el mal no tendrá la última palabra, sino el amor, la misericordia y el perdón. Recordemos a los enfermos, a las personas abandonadas para que encuentren bajo la cruz la fuerza de la esperanza", proclamó Bergoglio en un discurso de apenas cuatro minutos, que no estaba previsto.
Con la señal de la cruz, seguida de la introducción leída a través de un altavoz, el sumo pontífice -que vistió una bata blanca- dio inicio al rito tradicional del Viernes Santo en la liturgia cristiana.
En la ceremonia, la cruz fue portada por diferentes personas y recorrió el Coliseo, del que salió para pasar frente al Arco de Trajano y llegar finalmente al Palatino, donde la esperaba el papa.
En ese recorrido, la cruz se detuvo en catorce ocasiones para leer las meditaciones. Este año el papa Francisco encargó las meditaciones a monseñor Giancarlo Maria Bregantini, quien le dio a la ceremonia un marcado cariz social: los encargados de portar la cruz fueron inmigrantes, adictos, personas en situación de calle, enfermos y niños.
Bregantini, pidió que se acepte "la fragilidad de los otros" y también "que no haya indiferencia hacia los caídos". También solicitó aceptar “la fragilidad del inmigrante" y tuvo una reflexión sobre la violencia de género: "Lloramos por aquellos hombres que descargan sobre las mujeres la violencia que tienen dentro. Lloramos por las mujeres esclavizadas por el miedo y la explotación".
Este sábado Francisco presidirá la Vigilia pascual, uno de los actos principales de la celebración de la Semana Santa y previo al Domingo de Resurrección.
Télam
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