Presentan "Recuerdos de aquel boliche", de Félix Máximo María

En una edición de ETC del año pasado, Félix Máximo María fue descripto como el hombre de las mil anécdotas. Ese fue el disparador para que el propio guitarrista mercedino se decidiera a contar algunas de esas vivencias y las trasladara al papel. Así, nació la nueva edición de "Recuerdos de aquel boliche", el libro que hoy presenta en Villa Mercedes.
Lanzado por primera vez en 1999, el trabajo tiene seis reediciones, pero la que se mostrará hoy es especial, según cuenta su autor. "Al libro en sí, le agregué setenta anécdotas de mis viajes por el mundo. Todas tienen que ver con la guitarra", anunció el escritor.
Don Félix tiene cierto pudor en mencionar todos los lugares donde estuvo. "Van a creer que me quiero dar corte con eso", se excusó ante ETC. No obstante, metido en la charla, alguna se le escapó.
Como aquella que relata que cuando fue padrino del Festival de la Tonada en Nueva York y tocó el Himno Nacional Argentino, decenas de argentinos no pudieron contener las lágrimas.
O esa vez que se subió a la Pirámide del Sol, en México, y tocó una de sus tantas creaciones. O cuando, en Venecia, se le vino a la mente una frase que el gran Raúl Ávila decía cada vez que terminaba una canción y nadie se acercaba a convidarle algún trago.
Todas esas anécdotas están relatadas en el anexo del libro que se presenta hoy. La primera parte es la acumulación de recuerdos de la época en la que el boliche "Don Calixto" (el mismo que menciona la cueca "Calle Angosta") estaba abierto.
Don Félix se crió en ese boliche porque su padre era el dueño y, hasta 1920, recolectó cientos de vivencias por parte de los parroquianos. "Me acuerdo de don Ignacio Torres, un señor que era medio petisito, pero pesaba 153 kilos y lo habían echado del ferrocarril porque no cabía en la máquina. Había viajado tanto que todos se reunían a su alrededor para escucharlo", señaló María.
En realidad -aclaró- "Don Calixto" no era un boliche propiamente dicho, sino un almacén de ramos generales. El guitarrero -a quien por su forma de tocar la guitarra apodan "El Pulpo"- aseguró que vendían desde zapatos hasta comestibles.
"En el libro menciono desde los proveedores que teníamos hasta la descripción de nuestros clientes. Algunos iban a tomar un vaso de vino y, como no lo terminaban, lo dejaban arriba de la mesa hasta que volvían", reseñó el autor, quien hasta ayer no había visto la nueva edición del libro más que para sacarse la foto que ilustra esta nota.
María tiene una memoria prodigiosa para recitar las canciones. En la charla con ETC recordó que cuando su padre murió, un gran autor mercedino escribió una cueca que decía: "El boliche se ha dormido en mi pago mercedino...." y siguió con el recitado de las dos primeras estrofas.
Lo mismo sucedió cuando recordó encuentros con Oscar Valle y otros folcloristas de la zona, todos descriptos en el libro que se presentará hoy.