Entre ponchos y boinas, los gauchos

Ninguna fiesta bien argentina estaría completa sin ellos. Tras el cimbrón que dejó el paso de los aviones de la V Brigada Aérea y alguno que otro club deportivo, llegaron las agrupaciones gauchas. Y con ellas, el relincho y el inconfundible sonido de las pezuñas de los caballos sobre el asfalto de la Mitre. No faltaron las cuerdas de las guitarras de fondo.
Fueron catorce los grupos. Para algunos, como la pequeña Angelina, fue una experiencia completamente nueva. La nena de dos años desfiló al lado de Sonia, su mamá. "Es la segunda vez que desfilo y me encanta. Espero que a mi nena también", dijo la mujer que integra "El Fortín Mercedino Gauchos de Liborio Luna", mientras trataba de domar a su mestizo compañero.
Otro que también aprovechó para sumar, de a poco, a su familia a la tradicional celebración fue Javier Pereyra de la misma agrupación. "Éste es el cuarto año que desfilo con él -señaló con un cabeceo a su caballo blanco- No tiene nombre, a veces lo llamo 'loco", aclaró con una pícara sonrisa. El joven padre de 22 años dijo que, sin embargo, este 9 de Julio fue especial. "Traje a Lázaro, mi hijo, que mañana (hoy) va a cumplir un año", remarcó mientras le brillaba la mirada.
Los emponchados de "Divino Niño" tampoco faltaron. Fueron sólo unos ocho miembros pero cumplieron, como desde hace unos nueve años, con el cumpleaños patrio. "Por ahí, cambiamos a algunos, pero casi siempre venimos con los mismos caballos", cuenta Fernando Girardi. "Él, Polo, por ejemplo (mientras los palmea), debe ser el más viejo. Un caballo puede vivir unos treinta años y éste tiene unos trece", reveló el hombre de chaleco marrón, bombacha de corderoy negro y boina a tono.
Aunque no lo parezca, Fernando es el único de su familia con corazón campero. "Todos mis otros hermanos viven en la ciudad. Yo amo a los caballos, vivo en el campo y poder desfilar hoy siempre es un orgullo", dice el muchacho de colorados cachetes.
Alguien que no necesita presentación, entre tantas boinas y fajas, es Vicente Montivero. El señor de 61 años pasó orgulloso con casi todo el clan Montivero. "Vine con mi hija Milena, mi hijo Miguel, mi yerno Hugo Arrieta y mis nietas Bianca Arrieta  y Julieta Montivero", enumeró, mientras buscaba calmar a su fiel amigo de cuatro patas.
A diferencia del resto, la agrupación gaucha "Barrio San José" nació no como una exclusividad campera. "Al grupo lo formó un señor de apellido Olguín, hace dieciocho años. La idea es que lo integren chicos, gente el barrio", relata.