Claudia Pannone, la suerte de una pasión

Sola, bella en su vestido negro ceñido al cuerpo, sentada en las escaleras del escenario principal, Claudia Pannone empezó su show de viernes a la noche en “Fetiche”, el café concert de “Los Cedros”, con “Acompañada y sola” cantada a capella y enfundada en una grieta de tristeza. Poco después, la cantante iba a explicar las razones de su arriesgada decisión.
“Cantar a capella es llevar la voz a su máxima expresión, a su punto de mayor autenticidad. Eso es lo que quiero para esta noche: que seamos auténticos”, dijo Claudia para poner en claro cuáles eran sus propósitos en el recital.
La apuesta de la cantante en su primera noche en San Luis era mostrarse tal cual es, dueña de una voz potente y de una personalidad arrolladora sobre el escenario.
Tan auténtica se mostró la artista que en un momento bromeó con que llevaba el vestido negro en señal de luto por la lesión de Neymar en el Mundial de fútbol. El público, siempre cálido, agradeció el humor y, más entrada la noche, cuando fue convocado a cantar “Los mareados”, respondió con ganas.
En cuanto al repertorio, el plan de Pannone fue hacer tangos clásicos pasados por un tratamiento de piano eléctrico, bandoneón y bajo, aunque habitualmente cuando la acompaña ese trío hay un contrabajo. “Ventarrón”, “Yo soy María”, “Milonga sentimental”, “Canción desesperada” (con una gran anécdota del momento en que Enrique Santos Discépolo la empezó a componer en un piano que perteneció a Chopin) pasaron por el escenario de “Fetiche”, que dio un ambiente de reducto tanguero de mitad del siglo pasado.
Cuando Claudia emprendió con “Tarde”, el clásico de José Canet, se apropió de una canción que pasó por varias voces del espectro nacional –de Julio Sosa a Manuel Wirtz- y dejó en claro que está para desafíos de ese tipo. No por nada, la joven que visitó San Luis el fin de semana fue convocada para girar por Europa con Gotan Projet, el grupo holando argentino que le puso electrónica al tango, antes de que Gustavo Santaolalla lo masificara.
Aunque ahora se sabe una pionera reconoció que esa mezcla de géneros no era de su agrado. "Yo me resistía. Dudé mucho en aceptar la propuesta que me hicieron. No consideraba al tango electrónico un género, lo consideraba otra música", contó a ETC. en una entrevista durante la semana.
Y hoy en día hasta admite que el tango electrónico puede llegar a ser la manera en la que el 2x4 alcance la inmortalidad definitiva.
Si bien, el repertorio de “Los Cedros” estuvo alejado de esa corriente tanguera, Claudia tiene el mérito de haber incursionado en esa rama, haberla experimentado y regresar a lo tradicional, que tuvo su punto máximo cuando hizo una hermosa versión de “Nada” acompañada solo por el piano.
En un imaginario apartado que podría llamarse “tango femenino” (que Pannone exploró con profundidad en su presentación en San Luis), Eladia Blázquez y Tita Merello ocupan un lugar preponderante. Ambos extremos fueron tocados por Claudia con la emoción sentimental de “El corazón mirando al sur” y la gracia casquivana de “Se dice de mí”.
La pata masculina de los admirados por Claudia es Astor Piazzolla, que fue homenajeado en una versión instrumental de “Verano porteño”, en el que la banda mostró su oficio, y sobre el final con una versión en castellano de “Che tango che”. "Por supuesto que voy a cantar algo de ellos en mi primera vez en San Luis", había adelantado días antes de la presentación.
La cantante dio al escenario del restó el mismo tratamiento que a los otros grandes escenarios del mundo que ha pisado como cuando estuvo en Chipre, Bélgica, España o Francia.
Aunque recién fue la primera vez, Claudia ya tiene los ojos en el escenario del Festival Internacional de Tango de Justo Daract, por ahora pasó la primera prueba frente al público puntano.