15°SAN LUIS - Martes 30 de Abril de 2024

15°SAN LUIS - Martes 30 de Abril de 2024

EN VIVO

Liliana Luchessi, a la cárcel por el homicidio de su hijo Jair

Por redacción
| 06 de julio de 2014
Contra la propia sangre. Liliana Luchessi, camino al penal.

Algo le llamó la atención a Emiliano José Severo Loyola cuando fue a la casa ubicada en Lamadrid 256 a atender una emergencia. Jair Emanuel Luchessi, el paciente que debía revisar, estaba en una cama, desnudo, sólo con el pañal limpio, aun cuando el ambiente estaba fresco, como el aire en la calle. Pero lo que le resultó todavía más extraño al médico del Sempro es que el nene de un año y nueve meses estaba solo: no había personas cerca, atendiéndolo. Loyola constató que el pequeño cuerpo estaba flácido y frío. No respiraba, no tenía pulso, las pupilas estaban dilatadas. Cuando los profesionales le preguntaron a la mamá de Jair, Liliana Jacqueline Luchessi, y a su pareja, Roque Bruno Pacheco, qué había pasado, no contestaron nada.

 

La forense detectó en el cadáver vestigios de golpes y una fractura en la cara y una cicatriz de quemadura en el antebrazo izquierdo. Además, tenía un diente flojo y lesiones en el frenillo de la boca.


La forense Alba Pereira determinó que Jair había muerto por una hemorragia de origen traumático. La autopsia fue una de las primeras medidas ordenadas por el juez Penal Nº 2 Leandro Estrada en una investigación en la que, con el transcurrir de los días, decantaron las sospechas sobre la responsabilidad de Luchessi y Pacheco en la muerte del niño.

 


Con ciertos indicios, el juez ordenó detenerlos y los citó a indagatoria. Allí sí hablaron: ambos declararon. Pero las explicaciones que dio la joven de 25 años y la prueba que ofreció su abogado, Hernán Echevarría, no tuvieron el contrapeso necesario para tumbar otras que la apuntan como autora de los castigos.

 


Ayer, el magistrado la procesó por homicidio calificado por el vínculo y ordenó su traslado al Servicio Penitenciario Provincial, con prisión preventiva. Asesinar a un descendiente a sabiendas de que lo es se paga con la pena máxima: prisión perpetua, establece el Código Penal.

 


Hace casi dos años, cuando Jair fue secuestrado, nadie imaginó que Luchessi podría encontrarse cara a cara en la cárcel con Verónica Flores y Lucía Denasio, procesadas con prisión preventiva por el robo del menor. Ahora que las tres son compañeras de encierro, la posibilidad está abierta.

 


En el fallo, el juez explicó que hubo elementos suficientes para someter a Pacheco al proceso, pero las pruebas incorporadas durante la prórroga del arresto solicitada por su defensa “indican que aquéllas que fueron valoradas para ordenar su detención e indagatoria son insuficientes para avanzar hacia el procesamiento”. Le dictó la falta de mérito, y Pacheco recuperó la libertad. Según los testimonios recogidos, no le pegaba a su hijastro, e inclusive solía golpear a su mujer cuando ésta descargaba su bronca con Jair.

 


Además, magistrado ordenó que Pacheco se someta a un tratamiento psicológico en el Policlínico Regional, porque ha manifestado que quiere quitarse la vida y es adicto a las drogas, confió una fuente.

 



Castigo frecuente

 


La hipótesis de Estrada es que Jair fue maltratado por su mamá en las horas inmediatamente previas a su muerte, quizás el mismo lunes 16. Los testimonios le indicaron que ese castigo no fue excepcional, sino que le pegaban de modo frecuente.

 


Seis vecinos de la pareja ratificaron en el juzgado lo que ya habían contado ante la Policía: que habían visto a Jair con traumatismos y cicatrices de quemaduras. Una de las declaraciones que se destaca es la de Norma Pérez, una joven que vive al lado de la casa de Luchessi y su concubino. Contó que había visto en la calle cómo Liliana zamarreaba a su hijo y le daba cachetadas cuando se escapaba a su domicilio. La vecina aseguró que solía escuchar al pequeño llorar adentro de su casa –aunque no pudo aseverar si allí lo golpeaban–, refirió que Luchessi ponía el equipo de música con el volumen alto –dio a entender que quizás lo hacía para evitar que se escucharan los llantos– y dijo que le informó de esa situación a una asistente social del centro de salud del barrio. La profesional confirmó que Pérez había hablado con ella del caso.

 


El día que Jair murió “ella –en referencia a Liliana– se sentó adelante como si nada. Él –por Pacheco–, sí lloraba, lloraba. Le pregunté a Bruno qué le pasaba, y me dijo que no sabía. (…) Cuando Jaqui le peleaba a Jair y él, Bruno le pegaba a ella, defendiendo al nene (…) le decía que era una loca, una chiflada porque le pegaba al nene”, declaró Pérez. 

 


En algo coincide ese testimonio con una observación incluida en el informe del psiquiatra Diego Mayor, que el juez también valoró a la hora de resolver. Cuando la entrevistó, el profesional vio a Luchessi tranquila, sin signos de angustia. Advirtió que tenía una dificultad en el habla –sería una disritmia– y consideró, además, que comprendía la criminalidad de sus actos.

 



Un diente roto, marcas de quemaduras y golpes

 


La forense estableció que lo que llevó a Jair a la muerte fue un shock hipovolémico, es decir, una hemorragia. En este caso, fue originada por un hematoma retroperineal “un espacio ubicado delante de la columna vertebral, que ocupa toda la altura del abdomen, en donde hay vasos sanguíneos y órganos, tales como riñones, páncreas, bazo”. Para ella, de modo inequívoco, ese gran sangrado fue de origen traumático.

 


“El traumatismo no necesariamente fue por un impacto directo en la zona –abundó Pereira–. También pudo ser por desprendimiento, desgarro o desaceleración energética producto de un zarandeo, por ejemplo”. Es decir, un violento zamarreo pudo causar esa lesión que resultó fatal.

 


Pero además, Pereira detectó en el cuerpo otros vestigios compatibles con un cuadro de maltrato. Presentaba múltiples lesiones subcutáneas en la cara, un golpe en la mejilla derecha y otro en el pómulo del mismo lado, que era coincidente con una fractura del hueso. También tenía un diente flojo y una herida en el frenillo, y una marca concordante con una quemadura en la parte anterior del brazo izquierdo.

 

“Dichas lesiones son tan evidentes que resulta imposible no observarlas a simple vista, como pretenden hacer creer los familiares de Luchessi (…) cabe anotar que llama poderosamente la atención ‘la cantidad de veces que el niño se caía’ en breves lapsos de tiempo y sin padecer de una dolencia que afecte sus funciones de movilidad”, expresó el juez, en alusión a las declaraciones de testigos aportados por la defensa de la imputada. Intentaron sostener que el menor solía golpearse al caerse solo, que había marcas que no habían sido advertidas por ellos y profesionales médicos que habían visto al chico, y que éste tenía algunos problemas de salud que pudieron incidir en la hemorragia. Una pediatra del Poder Judicial concluyó que, aunque Jair crecía de modo lento, tenía un desarrollo normal.

 

LA MEJOR OPCIÓN PARA VER NUESTROS CONTENIDOS
Suscribite a El Diario de la República y tendrás acceso primero y mejor para leer online el PDF de cada edición papel del diario, a nuestros suplementos y a los clasificados web sin moverte de tu casa

Suscribite a El Diario y tendrás acceso a la versión digital de todos nuestros productos y contenido exclusivo