Cada vez más adolescentes deciden fugarse de su casa

El 2014 cerró con 203 solicitudes de paradero de menores, bastante más que en 2013 que fueron 153 y también superó el número de dos años antes, que había marcado el pico porque sumaron 178, aseguró Pablo Vieytes, a cargo de la Comisaría del Menor. 

Según la Comisaría del Menor, en 2014 hubo 203 solicitudes de paradero.

Según el comisario estos “números son habituales, por lo menos en los últimos tres años. Lo que sí nos llama la atención es que cada vez se van produciendo mayor cantidad de fugas y a más temprana edad: ya tuvimos chicos de 11 y 12 años que se fueron de su casa”. Sobre las motivaciones para tomar semejante decisión, señaló que “hay variados indicadores: situaciones de violencia, no acatar las normas de conducta y convivencia, por hechos de abuso; que son los menos, y porque han sido víctimas de violencia, en más cantidad”.

La reincidencia de muchos de ellos es otro factor que Vieytes ha detectado en su trabajo diario: “Hay una importante franja de chicos que son reincidentes en este tipo de hechos. Y la gran mayoría lo hace por no acatar las normas de convivencia cuando se trata de familias disgregadas o porque no respetan la imposición de los límites cuando hay ausencia de alguno de los padres. El otro problema que genera la actitud rebelde de los menores es que cada vez que se van del hogar se suman otra vez a la estadística, aunque sea el mismo el que se fugó más de una vez”. Y admitió que hubo casos de chicos a los que tuvieron que salir a buscar en más de diez oportunidades.

El nivel de efectividad de la Comisaría del Menor es muy alto porque según dijo Vieytes, “los chicos siempre aparecen. Nos cuesta muchísimo, pero lo logramos. Muchas veces los padres colaboran pero en otros casos no lo hacen. Incluso les hemos hecho más de diez preguntas, que para nosotros quedan como una base de datos sobre su hijo, y nos contestan siempre con el monosílabo no. Eso quiere decir que no tienen ningún tipo de control”.

El comisario contó el caso de una chica de 15 años que ya se fue de su casa 13 veces en un año: “Para la Policía es mover todo un dispositivo que incluye comunicaciones fuera de los límites provinciales para ponerlos en alerta porque se puede estar en presencia de un delito de trata de personas. Y si no lo hacemos, después nos caen las críticas y nos hacen responsables a nosotros”. Aunque dijo que durante el período en que está al frente de la comisaría nunca le tocó un caso por ese delito, ni tampoco alguno que haya tenido un trágico final. “La única que recuerdo es Marlene Ponce que se suicidó en La Punta pero ya tenía 18 años”, aclaró.

También reveló que a un chico lo tuvo que ir a rescatar hasta una localidad de la provincia de Buenos Aires y a otro menor lo localizó en Aeroparque a punto de subirse a un avión con su abuela que quería llevárselo a Comodoro Rivadavia. “A veces está la complicidad de un tercero que puede ser del vínculo familiar o no”.

Una vez que se hace la denuncia sobre el paradero de un menor, “le solicitamos que nos hagan un relato de cómo transcurrieron las últimas horas, cómo fue el último contacto que mantuvieron, dónde se lo vio por última vez porque según la precisión de ese lugar se puede rastrear a través de las cámaras ubicadas en la vía pública. Los horarios también nos ayudan mucho a la búsqueda. Luego se les hace una cantidad de preguntas que están en nuestro protocolo de intervención sobre la escuela, el club al que pertenecen, su grupo de amigos y si tienen acceso a redes sociales para rastrearlos por ahí también”.

Este trabajo lo realizan ocho efectivos por cada guardia, que además de buscar a los chicos perdidos deben atender el resto de las demandas que hace la gente a través del número gratuito 102, más los oficios que envían los jueces y deben diligenciar a diario, como retirar un menor de su familia porque sufrió algún abuso, excluir a un padre del hogar o atender a los menores que llegan para ser alojados en la comisaría por haber cometido algún delito.

Los pasos internos

Vieytes explicó que el primer paso que se da cuando llega una solicitud de paradero es generar una circular general que pone en conocimiento a toda la red policial de la provincia de la novedad, después a los puntos limítrofes y a través de un convenio también se le informa al resto de las policías provinciales. “Interviene Interpol y llegamos a las bases de datos de organizaciones internacionales y nacionales que buscan a chicos perdidos. Y cada dos o tres meses se comunican con nosotros para saber si hubo novedades y si deben darle o no de baja a la búsqueda”, contó.

Desde que llega la denuncia hasta que el chico aparece pueden pasar menos de 24 horas, poco más de un día o hasta 20 días: “Acá hubo un caso muy resonado de los dos adolescentes que se fueron y alquilaron una cabaña en Paso Grande. Aunque hicimos todas las comunicaciones de rigor los terminaron encontrando los policías del lugar por las características y rasgos fisonómicos que nosotros les aportamos. Allí hubo un caso de gente que no colaboró, porque el dueño del establecimiento sabía que eran menores, sus fotos estaban en la televisión y sin embargo no dio el aviso”.

La difusión de los datos y fotos de los menores que se buscan también es un tema delicado de abordar. “Si los padres, al momento de hacer la denuncia, no autorizan su difusión por los medios, no lo podemos hacer. Pero si a las 24 horas no aparecen, entonces le solicitamos autorización al juez de la causa quien debe autorizarnos mediante un oficio judicial a que haga público sus datos filiatorios y morfológicos”.