Asaltaron a un matrimonio y escaparon con unos 53 mil pesos

Esto está acomodado ahora. Pero anoche (por el martes) era un caos total –aseguró Sara Quevedo Quiroga mientras señalaba el escritorio de su escribanía ubicada en Mitre 635, en pleno centro de San Luis–. Revolvieron todo, todo, todo. Cuando vieron que había plata en el maletín tenían una alegría...” Pero los dos asaltantes que entraron armados y a cara desnuda no se conformaron, dijo la escribana de 75 años. “Un cliente que paga una escritura en cuotas había quedado en llevar dinero. Llegó justo cuando los ladrones estaban adentro. Él notó un movimiento extraño adentro y por eso se quedó y tocó con insistencia el timbre. Cuando (los intrusos) ya se iban vi que el muchacho todavía estaba allí, y le dije ‘estos jóvenes ya se van’, pues ya tenían toda la plata. Pero lo hicieron entrar, cerraron la puerta, lo tiraron sobre un sillón y lo golpearon”, relató Quevedo Quiroga con congoja. A ese cliente le sacaron su celular y, según estimó la mujer, unos 2.500 ó 3.000 pesos. Y a ellos, unos 50.000 mil pesos, joyas de oro, un radiograbador, una cámara de fotos y las llaves de la casa y el auto. Luego huyeron a pie por Mitre, hacia el sur.

La propiedad que fue blanco de los delincuentes está entre Pringles y Belgrano, a cuatro cuadras de la Comisaría 1ª.

La propiedad que fue blanco de los delincuentes está entre Pringles y Belgrano, a cuatro cuadras de la Comisaría 1ª. Los efectivos de esa dependencia fueron e hicieron las primeras diligencias, informaron el subjefe de esa seccional, subcomisario Roberto Molina y la oficial principal Sandra Gómez, también de esa comisaría. Esas medidas fueron la inspección ocular del domicilio, el registro de la escena a través de fotografías y el levantamiento de huellas para eventuales cotejos, enumeró la oficial principal. Además, la Policía montó un operativo “cerrojo” para intentar dar con la dupla, pero no hubo resultados positivos.

La casa tiene una reja clara. Al traspasarla se accede a un jardín, y hacia el norte está la cochera en la que el marido de Quevedo Quiroga, el abogado Evaristo Aldo Chávez, había estacionado su vehículo, un Toyota Corolla negro. Al ingresar a la vivienda hay una sala de recepción y a la izquierda, el despacho de la notaria.

La pareja se había ausentado durante toda la tarde y fue abordada cuando regresaba, cerca de las 21:30. Quevedo Quiroga bajó y fue a abrir la puerta de madera mientras su esposo aparcaba. En ese ínterin ingresaron los oportunistas. Después “escuché un sonido que me es familiar, porque no es la primera vez que nos asaltan. Era mi marido, que entró después de mí. Forcejeaba con uno de los hombres, que lo tenía en el suelo”, explicó.

Luego, a punta de arma de fuego, los esposos fueron obligados a ir al dormitorio. Allí “hurguetearon todo el placard; bajaron prendas, ropa de cama, cajas. Me sacaron algunas joyas que se salvaron de otros robos, entre ellas un medallón, dos juegos de alianzas, otro anillo de oro. Sabían muy bien qué era de oro y qué no, porque dejaron lo que no eran de tanto valor”, narró.

Uno de los delincuentes permaneció con Chávez en la habitación. Al hombre de 79 años lo ataron en las muñecas y los tobillos, y el ladrón cuidaba que no se librara de los cables con los que lo habían reducido. Quevedo Quiroga dijo que no se resistió a entregar el dinero que pedían: sólo quería que no los lastimaran y se fueran. “El otro hombre me llevó hacia la escribanía, donde estaba guardada la plata. Le dije con exactitud dónde estaba, para que no revolviera. Estaba en un cajón del escritorio. Me apuntó todo el tiempo con el arma”, evocó.

La suma que se llevaron incluía dinero destinado a los trámites de la escribanía –que estaba allí porque el contador aún no había pasado a buscarlo– y también pagos que reciben de quienes contratan el Centro Cultural “Ricardo Rojas” para hacer algún evento. La notaria y su esposo son propietarios de ese salón ubicado en Junín, entre Chacabuco y Mitre, donde se hacen reuniones y fiestas.

La mujer no tiene la certeza de que la dupla haya accedido, por alguna vía, al dato de que allí había plata. Pero consideró que el robo no fue “al voleo”, y que es posible que los ladrones hayan presumido que allí había cierto movimiento de dinero, “algo que es habitual en todas las escribanías, en donde hay que hacer pagos de sellados, aportes al Colegio (de Escribanos) y otros trámites”. De todos modos, le resultó extraño que hayan irrumpido en un mes en el que disminuye la actividad, por las vacaciones.

Cuando los asaltantes ya tenían los billetes que estaban en el cajón, aquellos guardados en el maletín y se alistaban para irse, descubrieron que en la puerta todavía estaba el cliente que iba a pagar la escritura, al que también despojaron de su plata. Quevedo Quiroga estimó que los delincuentes permanecieron en su propiedad una media hora. Después se alejaron de la vivienda caminando, con el botín en el maletín. Al menos hasta ayer, los investigadores no los habían identificado.