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La autopsia al anciano muerto en La Toma confirma que murió asesinado a balazos

Por redacción
| 06 de enero de 2015
La autopsia al cuerpo del anciano duró tres horas aproximadamente.

Dimas Guevara, el hombre de 78 años que encontraron muerto en un arroyo en la zona de San José de los Chañares, a unos 40 kilómetros de La Toma, falleció por un disparo en la cabeza, según confirmó hoy la autopsia.
La médica forense, Marcela Gómez, trabajó en el cuerpo de Guevara desde las 8 a las 11 de la mañana de este martes. Los resultados arrojaron que el hombre presenta además, otro disparo que le fracturó el maxilar derecho, por donde ingresó la bala y también originó un orificio de salida a la altura del cuello.
Para los investigadores, la existencia de dos disparos en la cabeza de Dimas Guevara aleja la hipótesis de suicidio y le da fuerza a la de asesinato, aunque existen antecedentes de personas que debieron dispararse dos veces para quitarse la vida. 
Otro dato que aportó la autopsia a la hipótesis de un crimen es que el arma calibre 22 corto no fue disparada apoyada en la cabeza de Guevara ya que no se encontraron quemaduras, ni a menos de 20 centímetros por la trayectoria en la que ingresaron a la cabeza.
Perfil de Guevara y sus últimos días
Dimas, nacido en 1938, vivía en una casita de paredes de piedra laja pegadas con barro y techo de paja. Estaba solo desde hace un año más o menos, cuando murieron su esposa primero y su único hijo después, en un lapso breve.
Era muy huraño. Le costaba salir de su casa e ir hasta la salita médica de San José de los Chañares, donde lo atendía la enfermera Ester Guzmán, que depende del centro de salud de Saladillo. No es fácil hacer el camino del paraje hacia su casa. Hay que andar por senderos de tierra, subir una loma y atravesar un arroyo. Un tramo se puede hacer en vehículos motorizados. Después hay que seguir a pie o a caballo. La casa más cercana está a unos tres kilómetros hacia el sudoeste, en dirección a Riocito.
El 29 de diciembre, Dimas fue al centro de salud, por la mañana. La enfermera les había avisado a sus sobrinos, que viven en La Toma, que el anciano no quería hacerse los controles por la diabetes que lo aquejaba. Ese día a la tarde, sus familiares fueron a caballo hasta su casa, para ver cómo estaba. No lo hallaron. “Al parecer, se solía esconder para que no lo vieran”, informó el inspector Gonzalo Prinotti, de la comisaría de La Toma.
El sábado 3 de enero, los sobrinos fueron a visitarlo de nuevo y otra vez no pudieron ubicarlo. Les llamó la atención que la casa estuviera abierta. La noche los sorprendió buscándolo. 
El domingo avisaron en el destacamento policial de Saladillo y volvieron con oficiales de seguridad, perros de rastreo y bomberos voluntarios de La Toma. Uno de los sobrinos descubrió su cuerpo sumergido en el pozo de un metro de profundidad, ya en descomposición avanzada.
Es probable que el anciano haya ido en forma asidua a ese “ojo de agua” en la desembocadura de una vertiente, a bañarse o sacar agua. Y tal vez sufrió una caída accidental.
Estaba vestido, pero no tenía ningún objeto personal en los bolsillos.

 


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