Detuvieron a un prófugo de la Justicia de Mendoza, acusado de abuso sexual

Hace siete años, Ariel Francisco Bari ideó una excusa para lograr su propósito y se armó de paciencia. Le dijo a su hija, que por entonces tenía 12 años, que iba a enseñarle educación sexual, contó una fuente policial. Así, entre 2008 y 2010, aprovechando los momentos en los que su mujer trabajaba, hizo la fina tarea de manipulación, ablandamiento y sometimiento de la chiquita: la encerraba con él y la tocaba en algunas partes del cuerpo y luego en la zona íntima. Al parecer, para él nunca fue un impedimento el hecho de estar en silla de ruedas. Después empezó a pedirle que se desnudara y que lo tocara a él en los genitales. Cuando quiso avanzar más, la criatura no aguantó y habló. Su familia lo denunció, y Bari se esfumó de Guaymallén, Mendoza. El miércoles cerca de las 22, los efectivos del Departamento Informaciones de la Policía de San Luis lo ubicó en la Terminal de Interconexión Regional, cuando esperaba el colectivo para volver a Luján, donde vivía desde hace un año, calculó la fuente.
El sospechoso, de 45 años, no tiene piernas. Ya se las habían amputado cuando ocurrieron los abusos sexuales por los que lo investigan, dijo la informante. Tras ser detenido, les comentó que tuvo un accidente de trabajo en una panadería y que por eso debieron cortarle ambas extremidades, indicó una fuente de Delitos, la división donde quedó alojado el mendocino. Allí esperará que se concreten los trámites para ser extraditado a la vecina provincia y puesto a disposición del fiscal de Instrucción Nº 24, Hernán Ríos. 
“Siempre nos llegan distintos pedidos de captura nacional vigentes. Entre ellos estaba el de Bari. Hace unos días empezamos a hacer tareas de inteligencia y averiguamos que estaba en la localidad Luján –en el Departamento Ayacucho–. Ahí se ganaba la vida como sereno y tenía una huerta”, resumió una fuente del Departamento Informaciones. 
Si bien no le sobraban recursos, el imputado se las ingeniaba para subsistir. Al parecer, se había ganado el afecto de los vecinos, que tenían un buen concepto de él y lo ayudaban dándole trabajo o aquello que necesitara, dijo. Además, gozaba de algunos beneficios que tienen las personas con capacidades diferentes, por ejemplo, el pase libre para viajar en ómnibus. 
El miércoles, por caso, se tomó el colectivo a la Capital. Les explicó a los policías que vino a ver a un médico, por sus problemas de salud. Los agentes de Informaciones no consiguieron que sus pares de la División Delitos contra la Integridad Sexual de Mendoza les enviaran una fotografía del sospechoso. Pero tenían sus características físicas y la referencia de que se movilizaba en una silla de ruedas. 
Con esos datos encima, los efectivos intentaron cubrir todos los sitios donde podía estar: policías de civil se apostaron en la parada de taxis de la terminal y en la plataforma donde se abordan los colectivos que van a Luján. Otros, por las dudas, lo esperaban en esa localidad. 
Apenas pasó la puerta de acceso principal, los agentes se le acercaron. Le dijeron que era un procedimiento de rutina, que necesitaban su documento para chequear su identidad. Los nervios le transfiguraron el rostro a Bari: sabía que estaba en el ojo de la Justicia. Les entregó el DNI y sólo le restó esperar que confirmaran que era quien buscaban y le informaran que quedaría encerrado.