Antes de asumir, el primo del vice ya incomoda con sus caprichos y desplantes
Victor Endeiza ordenó desalojar la Defensoría General para montar su despacho, habla de moralidad judicial y ya lo rodean viejos fantasmas de la era Poggi.
Todavía no juró y Víctor Endeiza ya consiguió que su nombre retumbe en los pasillos oficiales. El primo del vicegobernador, amigo personal de Claudio Poggi, decidió que su primera gran movida sería apropiarse del edificio de la Defensoría General, un organismo equiparable a un ministerio, para montar allí su despacho privado. No importaron los trastornos que ocasionó al personal ni la importancia institucional del lugar. “Yo quiero privacidad…”, dicen que fue la frase con la que justificó el desalojo.
La obsesión por el aislamiento llega a detalles insólitos: no quiere compartir ni el baño con los otros ministros. Según viejos conocidos, más que por comodidad, su objetivo real sería evitar miradas indiscretas, relojes que marquen sus horarios y cualquier atisbo de control sobre sus movimientos.
En público habló de la morosidad judicial y prometió combatirla. Sin embargo, hay quienes le piden que empiece por mostrar las estadísticas de su propio paso por la Justicia, cuando tuvo en sus manos la posibilidad de cambiar lo que ahora denuncia como “moda peligrosa”. En ese entonces —recuerdan— las demoras no disminuyeron y nadie escuchó grandes planes para erradicarlas.
En paralelo, crece la expectativa sobre si reincorporará a Darío Roca, su secretario privado en la anterior gestión de Poggi. Roca fue protagonista de un episodio que todavía indigna a muchos: gracias a la complicidad de la ministra Cecilia Lucero, accedió a una vivienda social “por la ventana”, sin cumplir los requisitos ni aguardar los plazos que el resto de los postulantes debe respetar. Una maniobra que, de confirmarse su regreso al staff, volvería a poner sobre la mesa viejas prácticas de favoritismo.
Así, antes de que su nombre figure oficialmente en el organigrama, el nuevo cortesano ya dejó claro que en su agenda personal las prioridades pasan por el confort propio, la lealtad a su círculo íntimo y un desprecio evidente por las formas institucionales. Un estreno que, para muchos, recuerda más a la política de camarilla que a un proyecto de gestión para la provincia.


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