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Asaltaron a una familia en su casa, en el norte de la capital

Por redacción
| 15 de agosto de 2015
Pocos y preocupados. Siete familias ya están instaladas en el barrio. Y les temen a los ladrones.

Eran tres. Estaban armados y sorprendieron a un matrimonio y sus dos hijos, los amenazaron y los encerraron en su casa del loteo “Mirador del Cerro III”, en la zona norte de San Luis. Los delincuentes, además de cargar con aparatos electrónicos y ropa, le sacaron al dueño de casa las zapatillas y el buzo que tenía puestos. Cuando los ladrones se fueron, el hombre asaltado “salió descalzo a pedir que alguien llamara a la Policía”, contó Vanesa Videla, una vecina.

 


El asalto a mano armada ocurrió antenoche, unos minutos después de las diez. Estaba muy frío a esa hora. El “Mirador del Cerro III” tiene la entrada sobre la calle Franco Pastore (continuación de la avenida Sucre), apenas cincuenta metros al norte del cruce con la ruta nacional 147. Es un conjunto de parcelas donde hay lotes aún baldíos, casas a medio construir y otras, nuevas, habitadas en forma reciente. La mayoría de los propietarios son beneficiarios del plan Procrear. “Somos siete las familias que vivimos en el barrio”, precisa Vanesa Videla, que se instaló allí con su esposo y sus dos hijos el 15 de enero. Y que desde entonces ya sufrió dos robos en su casa. En otra ocasión, le sustrajeron la moto Yamaha YBR 125 que se había comprado una semana antes. Su marido la recuperó una semana después, en el barrio Eva Perón, pero tuvo que pagar “peaje” para rescatarla y ponerle el pecho a las amenazas de los delincuentes.

 


Antenoche, por mensajes de sus vecinos –no se animó a salir de su domicilio–, ella se enteró que habían asaltado una vivienda ubicada al fondo, hacia el este, por la misma calle central que corre de este a oeste y divide dos líneas de lotes.

 


Ayer, cuando El Diario recorrió el barrio, no había nadie en la vivienda asaltada. Está rodeada por baldíos y su frente está protegido por una verja de rejas. A través de las celosías abiertas se podía ver que las ventanas también están enrejadas. El fondo y los costados están cerrados con un cerco de alambrado olímpico. Y en el frente hay un cartel que indica que la propiedad está protegida por una empresa de vigilancia.

 


Pese a todas esas medidas de seguridad, los delincuentes se las ingeniaron para llegar hasta sus moradores. “Han roto el alambre de atrás y han entrado. Dos se han quedado escondidos y el otro golpeó la puerta. Cuando el muchacho abrió, aparecieron los otros dos y lo obligaron a entrar”, contó Pablo Olarte, presidente de la comisión vecinal.

 


“Según dijo, eran tres muchachos de más o menos su edad, de entre 25 y 30 años, y todos estaban armados”, relató. La familia asaltada se radicó hace poco allí y alquila la casa.

 


El matrimonio se dedica a vender camperas. Probablemente los delincuentes fueron con la idea de que podían hallar en la casa una buena cantidad de efectivo. Según el recuento que el joven hizo después del asalto, los ladrones se llevaron “televisor, noteboks, mochilas de los chicos, dos celulares, calzados, ropa, una Play Station 4 que la chica les había regalado a los chicos hace una semana y como diez mil pesos en camperas de las que tienen para vender”, dijo Olarte.

 



Se quisieron ir en auto

 


“Los tipos han venido caminando”, contó Vanesa. Pero no quisieron irse como habían llegado. “Quisieron llevarse el auto (del dueño de casa), pero no arrancó”.

 


Un comisario de apellido Funes que vive cerca de la entrada y, según Vanesa, ha sido víctima de dos robos, llamó a la Policía cuando la novedad trascendió en el vecindario. “Tenemos alarma vecinal y la hicimos sonar, pero los móviles tardaron media hora en llegar”, según Videla y Olarte.

 


Otros dueños han sido víctimas de los amigos de lo ajeno, aunque no estén todavía instalados allí. “A Emiliano, un vecino que se vino a vivir anoche al barrio, le han sacado cosas de la obra cuando estaba construyendo”, contó la mujer.

 


“Desde que empezaron a construir el barrio, tiene que haber habido veinte robos por lo menos, tanto a las construcciones como a las casas habitadas. Y, contando el de anoche, dos robos a mano armada”, según los cálculos del presidente de la comisión.

 


El anterior fue en la misma casa de antenoche, que en aquella oportunidad estaba ocupada por unos serenos, los que fueron atacados a balazos por tres delincuentes.

 


“Antes solía haber un policía uniformado, apostado allá”, dijo Marcelo, un albañil que antes trabajó en otra construcción en el mismo barrio y ayer hacía un cielorraso de yeso en una edificación ubicada a dos lotes de la vivienda asaltada antenoche. Señalaba el extremo este de la calle.

 


“Hasta hace un mes –corrobora Olarte– teníamos un móvil fijo, por la cantidad de robos que había. Cuando cambió el ministro de Seguridad, lo sacaron. Un móvil pasa de vez en cuando, pero con eso no alcanza”.

 


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