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Con arraigo popular: Escuela "General José de San Martín"

Por redacción
| 24 de septiembre de 2015
De antaño. Los viejos jardines aún mantienen su estructura y las ventanas muestran la seguridad. Fotos: Marina Balbo y Alejandro Lorda.

De antaño. Los viejos jardines aún mantienen su  estructura y las ventanas muestran la seguridad. El director de la escuela y la vice con un grupo de alumnos del turno mañana.

 


La Escuela Nº 175 “General José de San Martín” tuvo tres destinos, cuatro nombres diferentes y uno que la terminó de inmortalizar: "La Carcocha". El popular colegio de uno de las barrios más humildes de la ciudad de San Luis, hoy en la calle Mar del Plata y avenida Ejército de los Andes, nació a instancias de un grupo de vecinos de la barriada que por 1908 se la denominaba barrio “Estación Vieja”.

 


Uno de los impulsores de querer educar a la niñez de los alrededores de Almirante Brown y Rivadavia (hoy Estado de Israel) era don Domingo Gualano, dueño de una barraca (comercio que compra cueros de animales) que al ver a los niños portar cuchillos en la cintura como para mostrar su hombría, vio la urgente necesidad de educar. Él y unos vecinos fueron los firmantes de la petición al Ministerio de Educación de la Nación para que se fundara una escuela en el barrio.

 


Justo al lado de su barraca y en su propiedad, que con el correr de los años se convertiría en un conventillo, se inauguraba el 2 de setiembre de 1908, la "Escuela Nacional 37". Era una sola aula para los cuarenta niños que venían de la zona aledaña (Ver "Los primeros"). Sus alumnos, humildes pero con ganas de aprender los primeros pasos en la lectura y los números, recibieron la bienvenida de la por entonces directora del establecimiento, María Isabel Ortiz Lobos de Crespo. Todo era muy reducido pero le ponían voluntad. Allí funcionó hasta julio de 1910. Ése fue el primer templo del saber para los niños de la "Estación Vieja" que tenían muchas necesidades y veían en el colegio la posibilidad de un mejor horizonte.

 


Ortiz Lobos de Crespo fue precisamente la que impulsó el cambio de edificio, no porque estuviera disconforme con el lugar sino que resultaba chico para la creciente matrícula. Ella conocía a Donato Vacca, un vecino de la calle Colón al 1550 (hoy Justo Daract), y habló con él para alquilarle una propiedad aledaña.

 


Cuando todo estuvo listo, llegó Reynaldo Pastor, inspector nacional de escuelas, para que firmara el contrato de locación con Vacca. Allí decía que incluía mejoras en el edificio por parte del dueño, y la construcción de aulas para seguir sumando grados al  establecimiento.

 


Cuenta la historia que estuvo más de cuarenta años en la calle Colón 1547. Don Vacca se encargaba de arreglar los deterioros ocasionado por el tiempo, goteras, pintura, etcétera. Indudablemente se había encariñado con la institución de tal manera que sintió mucho cuando la trasladaron al nuevo y definitivo local.

 


Recién en 1943 le pudo sumar el “kinder” (Jardín de Infantes). Ese año fue designada como maestra jardinera Ángela Rosa Vacca, pero todo el mundo la llamaba la señorita "Nena" Vacca. Fue un logro muy importante para las aspiraciones de los docentes que veían con beneplácito cómo crecía la popular escuela.

 


El 14 de agosto de 1954 con la presencia del gobernador don Víctor Endeiza, el obispo de la provincia, monseñor Emilio Di Pasquo y el general Julio Argentino Lagos, abría las puertas de su actual edificio. Después de los actos protocolares y en homenaje al Día del Árbol que se celebra el 29 de agosto, se plantaron en los jardines tres rosales: uno rojo, otro blanco y el tercero amarillo. Los colores de alguna manera identificaban a la entidad inaugurada: rojo, por la sangre y el sacrificio; blanco, por la pureza; y amarillo,  por  la prudencia y la sabiduría.

 


Pero así como fue cambiando de lugar, también fue modificando de nombre. Américo Galván, quien fue su vicedirector en la década del '60, en sus escritos dice que en setiembre de 1930, una resolución ministerial firmada por el inspector nacional de escuela, Juan Cáceres, la bautizó con el nombre de “Escuela de Nuevo Tipo” Nº 9. Docentes y vecinos recibieron con beneplácito la nueva denominación. Pero fue un espejismo. Días después, en diciembre del mismo año, una nueva resolución anulaba la anterior.                

 


(Continuará)

 


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