El día que Brenda M. cumplió 8 años, su padre empezó a abusar de ella. “Cuando esto empezó, yo pensé que era normal, que pasaba en todas las casas, en todas las familias, porque no salía. No entendía qué estaba bien o qué estaba mal. Cuando empecé a salir a la casa de mis compañeras de escuela y veía cómo las trataban sus padres empecé a entender, y algo no me cerraba. Ahí fue cuando empecé a rechazarlo, a decirle que no me molestara, que estaba mal. Y él me decía que no, que no estaba mal, que era un secreto, que no tenía que decir nada”, contó. Se animó a remover estos oscuros recuerdos, a sus 24 años. Denunció a su padre en 2007, cuando se enteró que la historia se repetía con su hermana menor. No quería que pasara por el mismo dolor y sufrimiento que ella y se animó, después de años de amenazas, a hablar. Después de 9 años, el abusador fue procesado (ver "El drama de Brenda").
El relato de la chica refleja y confirma las principales características del abuso sexual infantil (ASI) a nivel mundial: la mayoría de los casos ocurre en el propio hogar, a manos de un familiar, que el 90% de las veces es varón, y en repetidas ocasiones antes de que la víctima se anime a denunciarlo.
Y no sólo eso. Gran parte de los abusadores elige a sus víctimas por la edad, generalmente nenas menores de 15 años, pero cuando éstas crecen y ya no les agradan, buscan a otras chiquitas –en el caso de Brenda M., su hermana menor– para establecer una nueva conducta abusiva.
Así suele destaparse parte del 80% de los casos que no son denunciados por vergüenza, pudor o porque a veces el menor, ante la amenaza de su abusador, siente que está protegiendo a otra persona.
Si nadie en el entorno de la víctima puede percibir el padecimiento de la criatura, o si esta habla y no la escuchan o no le creen, pueden pasar años hasta que decida volver a hablar del tema, cargando en su psiquis un dolor que la carcome poco a poco.
Por eso, la mayoría de los expertos se refiere al abuso como un "flagelo silencioso", un tema tabú del que la sociedad no habla y que ocurre con una frecuencia alarmante.
En Argentina no hay cifras oficiales ni estadísticas que den cuenta del problema a nivel país, pero las autoridades nacionales toman como referencia los números de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que indican que una de cada 5 chicas y uno de cada 13 chicos admitió haber sido víctima de abuso en su infancia o adolescencia.
En San Luis no existe un plan oficial destinado a la prevención del ASI, pese a que profesionales de la Justicia puntana señalan que hay cada vez más casos.
La jefa del Programa Justicia, Universalidad, Necesidades, Talentos, Oportunidades y Solidaridad (Juntos), Carolina Del Valle Sosa, dijo que las escuelas cuentan con un protocolo de intervención para “casos de violencia, hostigamiento, intimidación y cualquier acto considerado como acoso entre miembros de la comunidad educativa”, incluidos la “coacción, manipulación, tocamientos inapropiados, presión para que un estudiante haga lo que no quiere hacer sexualmente”.
Pero el documento no está específicamente destinado a combatir el abuso sexual. Preparan, para el año que viene, uno que lo sea, aunque ya les tocó intervenir en los casos de "dos alumnas adolescentes de distintos establecimientos que fueron manoseadas".
"Los acusados fueron apartados inmediatamente de su cargo”, indicó la funcionaria.
La primera campaña
El 19 de noviembre pasado, Día Mundial de la Prevención del Abuso Contra los Niños, Niñas y Adolescentes, el gobierno nacional lanzó la primera campaña masiva contra el abuso sexual infantil, que apunta directamente a instalar el tema en la agenda pública y situarlo como una prioridad para el Estado.
Los mensajes de concientización ya circulan en varias radios y en los próximos días podrán verse dos spots en la TV Pública. Nación también habilitó una línea gratuita para denuncias de casos (0800 222 1717) y un sitio web para informar sobre el mismo flagelo.
La presidenta de la fundación Alquimac de San Luis, Gabriela Pascucci, coincidió en que la información es la mejor prevención. “Es un tema tabú y difícil de hablar. Por eso debemos ponerlo sobre la conciencia y sensibilizar a la sociedad”, afirmó.
Pese a que la Justicia actúa cuando el hecho ya está consumado, las profesionales dedicadas a la minoridad confían en que el sistema judicial también previene. “La intervención es prevención, porque de algún modo la Justicia está evitando que el abusador continúe con la conducta abusiva”, opinó una psicóloga que trabaja a diario con chicos que han sido víctimas de agresiones sexuales.
Por eso es tan importante hablar; por eso es tan importante denunciar.
Brenda M. tuvo cinco intentos de suicidio. Su madre, Carina, quien la acompañó a denunciar los abubos, sólo sabía de tres. “Hoy no siento vergüenza. La única culpa que me queda es no haber hablado antes. Es mi vida, es mi lucha y la voy a seguir como sea. Quiero que alguien se siente delante de mí y me diga ‘es verdad, no mintió’. No me quiero callar más, si hay alguien que tiene que sentir vergüenza es él”, dice la joven. Una vez que ella tomó coraje, también lo hizo su hermana. Su padre está en prisión, esperando el juicio oral.
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