SAN LUIS - Sabado 18 de Mayo de 2024

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Fue preso un hombre que por vigésima vez intentó un robo

Por redacción
| 27 de noviembre de 2016
Otra vez. Puscama, detenido, en 2014. Ahora vuelve a la prisión. Foto: José Sombra.

El temor y la desesperación que les suele ablandar la piel y a veces les rompe el llanto a muchos que son enviados a la cárcel por primera vez son sensaciones por las que Carlos “Tinelli” Puscama quizás nunca pasó. Ha vivido gran parte de su vida al margen de la Ley. Y puede que, con tantas entradas y salidas del penal, le dé igual pasar sus días encerrado o en libertad. Ese estilo de vida fue tal vez el que la madrugada del 16 de noviembre lo condujo otra vez, a ojos cerrados, a robar en una fiambrería de Villa Mercedes. E hizo que el juez Leandro Estrada, en consecuencia, lo procesara y lo enviara al que, a esta altura de su vida, es su segundo hogar: la Penitenciaría de San Luis.

 


Lo procesaron por “robo simple en grado de tentativa”. Con esta nueva causa el hombre de 37 años redondeó 20 imputaciones en su lista de antecedentes penales.

 


Esta vez, la víctima fue Roberto Darío Melo, el dueño de “La Petunia”. El comerciante vive en Montevideo y Potosí. Al lado, comunicada con su casa, tiene la fiambrería.

 


La noche del martes 15 había finalizado su día de trabajo y había cerrado el local. A las 1:55 un ruido lo despertó. Venía del lado del comercio, pensó, y se levantó.

 


En el camino hacia el negocio se encontró con su hijo Cristian, quien también había advertido ruidos y decidió ver qué pasaba.

 


Antes de llegar, avistaron a dos hombres que salían corriendo de “La Petunia”. Cada uno cargaba bajo un brazo una de las balanzas electrónicas, marca Systel, que tienen en sus mostradores.

 


Sin pensarlo, Cristian salió tras ellos. En la carrera, alcanzó a uno y, luego de un forcejeo, le quitó la máquina. Ese delincuente consiguió escapar, pero al hijo de Melo no le importó. Su atención estaba puesta en el otro ladrón, que huía con la otra balanza.

 


No logró detenerlo, pero sí consiguió recuperar el segundo aparato. El malviviente lo había arrojado en la huida, repasa el juez Estrada en la resolución que definió el destino de “Tinelli”.

 


La libertad, de todas formas, no le duró mucho al ladrón. A los pocos minutos, en Lamadrid y Junín, un grupo de policías que ya había sido advertido sobre el robo y lo buscaba, lo aprehendió. No necesitaron pedirle que se identificara, les bastó verle la cara para saber quién era. Puscama, otra vez.

 


El 25 de setiembre de 2014 el mismo juez lo había procesado por otro intento de robo. Fue por abrir una Trafic y sustraer lo que había adentro, el mismo día que había sido liberado de la Penitenciaría, tras cumplir una condena por robo simple.

 


La víctima, en aquel caso, fue el peluquero y chamamecero Paulino Miranda. Aunque le dio bronca ver cómo le había destrozado el torpedo del vehículo, el músico no pudo evitar sentir lástima cuando se enteró de quién era el ladrón. Era el hijo de un cliente a quien siempre le cortó el cabello.

 


Esa vez el magistrado decidió que había algo mejor que regresarlo a la cárcel. Lo procesó en libertad, con la condición de que cumpliera con un tratamiento para combatir lo que, a entender del juez de instrucción Penal 2, es la raíz de todos sus males: las drogas.

 


De no obedecer los requerimientos planteados por la Justicia, podrían revocarle el beneficio. Pero Puscama volvió a quebrantar la Ley otras dos veces. La primera fue el 23 de octubre de ese año. Esa tarde lo encontraron tratando de abrir los autos que estaban estacionados en 25 de Mayo y Maipú. Aunque quiso escapar fue detenido por policías del Comando Radioeléctrico.

 


La segunda violación de las condiciones impuestas la cometió el 12 de abril de 2015, cuando violentó el auto de Claudio Fiochi y le extrajo el estéreo. El robo, al final, no llegó a consumarse, pues a los pocos metros “Tinelli” se vio contra el suelo y en manos del dueño del coche y un vecino, que lo habían visto en el rodado.

 


Por ese delito, el juzgado de Sentencia lo condenó a 11 meses de prisión. La pena la cumplió el 12 de marzo. Cuando los celadores le abrieron las puertas del Servicio Penitenciario, Puscama tal vez no sabía que ese no era un "adiós”, sino un “hasta luego”.

 


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