Los índices inflacionarios y los cambios de moneda que la economía argentina soportaron en estos 50 años no fueron tantos de acuerdo al precio de tapa histórico de El Diario. En la portada de la primera edición –el 2 de mayo de 1966, lunes como hoy, casualmente- se observa que el precio del ejemplar por entonces era de 10 pesos. Exactamente el mismo monto por el que se consigue la edición de hoy.
Coincidencias al margen, lo interesante de analizar un diario de aquel entonces es la posibilidad de abrir una puerta por la que espiar hacia un pasado que, inevitablemente, trasladará al presente. Y de allí al futuro.
Al leer las noticias de la ajada primera edición de El Diario de San Luis se puede tener un pantallazo general de una época sin internet, en donde las comunicaciones no tenían la velocidad que tienen ahora y en donde el blanco y negro dominaban las rotativas de todo el mundo.
El espíritu de informar es el mismo, aunque algunas cosas han cambiado en la prensa gráfica en medio de siglo de revoluciones con la tecnología como punta de lanza.
A grandes rasgos, las formas generales de trabajo eran similares, según parece. Una foto como documento más que como mera ilustración, una noticia redactada con cierto estilo y las ansias de informar traccionaron seguramente los tiempos de aquella edición ejemplar. Son los mismos parámetros que empujan día a día -50 años después- el trabajo de los que hacen El Diario.
Es una obviedad -por repetida y por obvia- decir que los tiempos han cambiado. Pero la remarcación es necesaria al intentar una explicación sobre los modos de hacer periodismo a lo largo del medio siglo pasado.
En la primera edición, las noticias estuvieron desperdigadas por sobre el papel sin orden aparente, con una anarquía que estimulaba al lector a buscar la continuidad del texto. Sólo la información deportiva y la de entretenimientos ocupó páginas especialmente dedicadas. Pero no es una característica de aquel diario recién nacido, sino de la prensa escrita en todo el mundo.
Con el tiempo, las cosas se fueron acomodando -literalmente- y el diseño ubicó las notas por secciones, de acuerdo a los temas que trataba. Ese método que parece tan obvio no era común en aquellos años.
Es saludable, cincuenta años después hacer una revisión de aquel histórico e inolvidable primer número de El Diario.
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