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Asistencia sanitaria a los dos extremos: la lucha contra la brucelosis y el aujesky

Por redacción
| 12 de junio de 2016

La provincia está muy involucrada en la formación de los futuros profesionales del campo, sin olvidar a los que ya están trabajando en la producción en todos los rincones de San Luis. En ambos extremos de la cadena, en el largo trayecto que va entre los nuevos y los experimentados, hay viajes constantes de los veterinarios del Ministerio del Campo, que cuidan minuciosamente las condiciones sanitarias para evitar que las enfermedades zoonóticas pasen a ser una pesadilla para la salud pública.

 


La revista El Campo acompañó un par de excursiones de estos funcionarios, quienes estuvieron en la escuela Agrotécnica de Justo Daract en una  jornada de asistencia técnica y sanitaria a los animales de los módulos productivos de la institución educativa; y también a Los Molles, donde tomaron muestras para prevenir posibles brotes de brucelosis y aujeszky a 37 cerdos pertenecientes a un grupo de cuatro pequeños productores porcinos. Allí, además desparasitaron a los animales, colocaron complejos vitamínicos-minerales a la totalidad de los rodeos y asesoraron técnicamente a los criadores, quienes muchas veces se manejan con conceptos ancestrales, alejados de las nuevas tecnologías.

 



Un apoyo necesario

 


Un día antes del viaje a Justo Daract, las camionetas del Ministerio del Campo pusieron proa al noreste, a la localidad de Los Molles, para brindar asistencia sanitaria a pequeños productores porcinos en una época delicada, porque con el frío aumenta el riesgo de que faenen animales que no están en óptimas condiciones.

 


Los veterinarios tomaron muestras para brucelosis y aujeszky a 37 cerdos pertenecientes a cuatro criadores, además de desparasitar a los animales y colocar complejos vitamínicos-minerales. Tras las tareas prácticas en los corrales, hubo un rato para comenzar a girar el mate y poder asesorarlos técnicamente.

 


Fue una larga jornada de día entero que se fue rápido entre tantas tareas de campo de la que también participaron los productores, ya que fueron ellos los que solicitaron una asistencia técnica-sanitaria al programa Producción Agropecuaria. Son trabajos fundamentales para asegurar la sanidad de los animales que finalmente serán consumidos por ellos mismos y sus familias o comercializados en la zona, que es predominantemente turística con la Villa de Merlo como faro principal de atracción.

 


La productora Elsa Souto fue una de las gestoras del encuentro y se manifestó muy conforme: “En un momento crítico como el que está atravesando la producción porcina nacional, una mano como ésta es siempre bien recibida”. Elsa es originaria de la provincia de Buenos Aires, pero hace más de 10 años que se mudó a San Luis con su familia escapando del estrés y la inseguridad de la gran ciudad. En un terreno de Los Molles consiguió la tranquilidad que buscaba y empezó con su pequeño emprendimiento productivo que la ayuda a vivir, no sin los sinsabores propios de la vida de campo.

 


En la pequeña extensión con una vista hermosa de Los Comechingones produce lechones, pollos y huevos, miel orgánica, algunas ovejas y tiene un monte frutal lleno de durazneros.

 


“La situación general no nos ayuda, el costo del maíz (es el principal alimento de los animales) se fue a las nubes y se hace cada vez más difícil costear la producción”, comentó mientras ayudaba activamente con las tareas sanitarias con mano experta,  fruto de los años de trabajo duro. “Se nota cuando los técnicos tienen experiencia, me alegró mucho que quienes vinieron sean gente tan guapa para el trabajo” agregó con un guiño.

 


Oscar ‘Cacho’ Moreno, al revés de Elsa, es un productor local de toda la vida a quien los años y algunos achaques en la salud no le impiden seguir en plena actividad. Por eso, lazo en mano y con voz firme, trabaja a la par de los técnicos. Él se dedica desde siempre al campo y no le afloja aunque la realidad lo haga dudar. Es criador de cerdos y caprinos y con su pequeña producción a escala mantiene a su familia con un fuerte arraigo a la tierra que lo vio nacer. Es de los que ayuda a los vecinos que a lo mejor tienen menos experiencia, siempre predispuesto a dar una mano, a enseñar, pero también a aprender, porque tiene claro que incorporar conocimientos es algo de todos los días.  “Lo que necesitamos es que nos enseñen a preparar el alimento a nosotros, de esa forma abaratamos mucho los costos de la producción”, comentó convencido a los técnicos del Ministerio, quienes se comprometieron a realizar alguna capacitación sobre el tema en la zona en un futuro cercano.

 


Otro de los miembros del grupo es Alberto Vaez. Él y su hijo son albañiles pero decidieron darle uso a las tierras que tenían de la familia. Empezaron de a poco pero le dieron importancia a la genética: “Compramos los primeros cerdos en una cabaña porque queríamos empezar bien”, aseguró Alberto, quien obtiene con su hijo los suficientes lechones como para vender durante la época de turismo y así subsistir el resto del año.

 


La familia Valoris está en otra escala, mucho más grande y aceitada incluso en el difícil tema de la comercialización. Es bien conocida en la zona (y fuera de ella) por los excelentes chacinados que elaboran y venden al público. Dentro de su granja producen los animales que serán utilizados para la elaboración de los productos alimenticios artesanales que les sacan de la mano como pan caliente.

 


Especial hincapié hace el Ministerio en la seguridad alimentaria, por lo que no dudó en responder al pedido de asistencia sanitaria realizada. “Queremos asegurar que los animales que se faenen estén sanos y libres de enfermedades zoonóticas como la brucelosis”, comentó Martín Rodríguez, jefe del Programa Producción Agropecuaria y Arraigo Rural, quien agregó que “estas tareas de sanidad a campo fortalecen el vínculo con los pequeños productores rurales que muchas veces se sienten desprotegidos frente a los avatares del sector y del país en general”.

 


Los productores participaron activamente del encuentro y se sacaron las dudas respecto a manejo, alimentación y sanidad. Las muestras obtenidas, al igual que las que tomarían luego en la agrotécnica de Justo Daract, ya están en el Laboratorio del Campo para ser analizadas en forma gratuita.

 



Avidez por aprender

 


La Escuela Técnica Nº 21 “María Auxiliadora” de Justo Daract, en el Departamento Pedernera, está ubicada en la entrada de la ciudad. Además del edificio donde se dictan las clases teóricas, tiene un amplio terreno donde los chicos ayudan en la cría de animales y aves. Pero el orgullo del colegio es el pequeño tambo que les permite fabricar quesos con leche recién ordeñada.  Hasta allí llegaron los veterinarios del Programa Producción Agropecuaria y Arraigo Rural para compartir una jornada de trabajo con los alumnos dentro del plan de fortalecimiento de los módulos productivos, que se denomina ‘Aprendemos Trabajando’.

 


Luego de una breve introducción teórica referida a las principales zoonosis que deben tener en cuenta en la producción animal y a las diferentes técnicas de muestreo, los técnicos procedieron a la obtención de las muestras de sangre para análisis de Brucelosis a los 36 bovinos lecheros que posee el tambo del establecimiento educativo, como así también a la aplicación de complejos vitamínicos-minerales y desparasitaciones. Si bien son ellos lo que comandan la acción, están en permanente contacto con los chicos, brindándoles un espacio para que ellos actúen a la par y despejando todas las dudas que puedan tener. Incluso la toma de muestras las dejan en sus manos, para que se vayan acostumbrando a los desafíos que impone el campo.

 



Estos animales pertenecen al tambo de la escuela y les permiten obtener unos 100 litros diarios de leche que es destinada principalmente al consumo interno y a la fabricación de quesos y dulce de leche. “Todas la mañanas los chicos de 5° año ordeñan las vacas muy temprano y realizan todas las tareas de mantenimiento del equipo de ordeñe”, contó Jorge Videla, uno de los profesores encargados del manejo de la unidad productiva. “Sabemos que podemos producir mucho más, pero estamos limitados por lo que nos cuesta alimentar a los animales de manera correcta”, agregó. Claro, con el maíz por las nubes luego de la quita de retenciones y la apertura de los mercados internacionales, la obtención del cereal se complicó para establecimientos limitados como puede ser una escuela estatal.

 


Les pasa lo mismo que a los pequeños productores, e incluso a los dueños de grandes feedlots, que vieron cómo se encareció el maíz, que es la materia prima para el engorde.

 


La escuela también tiene siete porcinos, a los que les hicieron el mismo procedimiento de toma de muestras y desparasitación para completar la asistencia sanitaria de la totalidad de los animales. Todas las muestras recolectadas por los alumnos serán procesadas y analizadas en el Laboratorio del Campo. “El módulo porcino fue generado a través de un subsidio que le dimos a la escuela hace ya varios años atrás”, aseguró Juan Manuel Celi Preti, jefe del Subprograma Producción Pecuaria y referente principal del Plan ‘Aprendemos trabajando’. El funcionario agregó que “lamentablemente la infraestructura se vino un poco abajo con el paso de los años, pero estamos dispuestos a dar una mano desde el Ministerio para volver a poner todo en funcionamiento como es debido”.

 


Sandro Gurruchaga es de Villa Mercedes y es el nuevo director de la institución. Asumió en octubre de 2015 con mucho entusiasmo y ganas de levantar la escuela. “Conocía el colegio desde la época en la que era docente en la Vª Brigada Aérea y colaborábamos con la gestión del ex director Julio Luco”, comentó. “Cuando llegué el primer día me di cuenta que la escuela no era la misma que yo conocí en esos años, se había venido muy abajo sobre todo en lo referido al trabajo a campo. Afortunadamente me encontré con un grupo de profesores y alumnos con ganas de trabajar y encarar el desafío de devolver a la escuela al esplendor que tenía hace varios años atrás, cuando era una referente para las demás agrotécnicas de la provincia. Por eso agradecemos mucho la colaboración del Ministerio en la realización de actividades prácticas con los alumnos”, concluyó Gurruchaga, un hombre activo, siempre presto a participar junto con los chicos de las actividades propuestas por Celi Preti y su equipo.

 


 “Estas jornadas son muy bien aprovechadas por los alumnos y les sirven de gran experiencia práctica”, sumó su voz Eduardo ‘Toto’ Bersano, quien maneja los módulos productivos de la agrotécnica y estuvo al pie del cañón durante toda la jornada.  Es un docente histórico de la agrotécnica daractense y quien tiene la pesada carga de llevar adelante la producción agropecuaria. “Lo hago con gusto porque amo esta escuela y creo que podemos volver a ser lo que fuimos. Hoy, por suerte, contamos con el apoyo del Ministerio en todo lo que es sanidad y genética, sólo nos preocupa el tema alimentación, que es un problema diario cuando se trata de producción animal”, reflexionó el docente.

 


Los alumnos que participaron activamente de la jornada son chicos con fuerte inclinación por las tareas de campo y se nota que les gusta lo que hacen. Muchos chicos viven en la escuela de lunes a viernes, por lo que realizan la mayoría de los trabajos que implica el mantenimiento de los corrales y el tambo. El grupo está bien cuidado por Leandro Ledesma, quien es un ex alumno y conoce la escuela como la palma de su mano. Se encarga de que a los chicos no les falte nada, pero además es un apoyo para quienes dejan a sus familias y vienen de algunos parajes muy alejados para poder estudiar en la escuela que eligieron para forjarse un futuro.

 


El Plan ‘Aprendemos Trabajando’ tiene como uno de los  principales objetivos el fortalecimiento de los módulos productivos de las Escuelas Agrotécnicas y la generación de la cultura del trabajo y una mentalidad agro empresarial  entre los más jóvenes, colaborando con la concreción de las actividades prácticas ‘a campo’, sobre todo teniendo en cuenta que en estas escuelas se encuentran los futuros productores y técnicos agropecuarios y que los alumnos actúan como multiplicadores de sus experiencias en su entorno cercano. Además el proyecto apoya con la sanidad de los animales que tienen contacto directo con los chicos y agrega genética a través del intercambio entre escuelas y con el módulo de Sol Puntano. Por otro lado aporta recursos económicos en forma de subsidios, a proyectos productivos, y colabora en la concreción de padrinazgos de empresas agropecuarias cercanas a las escuelas. En síntesis, es un plan integrador que beneficia directamente a la institución completa y a su entorno.

 


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