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Obras sociales y prepagas, entre las deficiencias y los reclamos

Por redacción
| 10 de julio de 2016
Del Estado provincial. Dosep recibe unas diez consultas diarias de puntanos que quieren afiliarse. Pero no hay más cupo. Foto: El Diario.

En un año, la provincia registró 334 reclamos, tanto en el sistema de obras sociales como en el de las prepagas. Usuarios, funcionarios y encargados de entidades médicas coincidieron en las deficiencias que atraviesan estos dos sistemas tan necesarios para la salud, aunque generadores de diversos dolores de cabeza, por no cumplir en tiempo y forma con lo que ofrecen.

 


Si bien el aumento en el abono de las prepagas cada vez lleva a más puntanos a emigrar a las sindicales, estas últimas tampoco terminan de conformar a los pacientes y sus familiares. Por eso, las críticas no distinguen clases sociales, profesiones o edades. En su mayoría apuntan a la falta de entrega de los medicamentos, las prótesis y los reintegros; la quita de servicios al mismo tiempo que aumentan la cuota; y la falta de variedad en la cartilla de clínicas y profesionales, lo que lleva a demorar la confirmación de los turnos y a colapsar incluso el sistema público, ya que muchos afiliados buscan atenderse en el Policlínico Regional, sin contar los fines de semana o feriados.

 


“Estaba trabajando en una escalera, me caí y me quebré la muñeca, hace dos meses y medio. Me tenían que poner los clavos y operarme, pero la obra social tardó tanto en autorizar las cosas que me dijeron que estaba todo listo 35 días después, ya se me había curado solo. Pasa que había ido al hospital donde me atendieron de diez y me pusieron un yeso. Y no fue la única: hace poco me pidió el cardiólogo un ecodoppler, y tardaron 25 días para que me la autoricen. Increíble”, relató Sergio Reta.

 

En el caso de María Rivero, el mejor remedio que le dio su obra social fue la paciencia y el saber esperar. “Me detectaron unas piedras en la vesícula, por lo que el médico dijo que me tenía que operar de urgencia el 20 de mayo. Mandó hacer los exámenes prequirúrgicos, para que el 9 de junio me hagan la intervención. Dos días antes de esa fecha, desde la entidad dijeron que necesitaban una historia clínica para autorizar. El médico volvió hacer todos los pedidos, pero ellos nos tenían a las vueltas, siempre faltaba algo. Hace 10 días empecé a tener cólicos muy fuertes, y hace poco me dieron la autorización pero de los estudios, no de la operación. Este miércoles tengo una nueva consulta, esperemos que resuelvan todo”, relató preocupada Rivero.

 


A Paula Kraliczek tampoco le fue bien cuando le detectaron un problema también en la vesícula. “El cirujano me dio un tiempo prudente para que la prepaga confirme todo, como con un mes de anticipación. Pero pasaron las semanas y no respondían nada. Entonces, directamente, para acelerar los trámites, fui yo al Círculo de Cirujanos con un presupuesto que me había dado la clínica, y de ahí volví al círculo, y de nuevo a la prepaga, y así por todos lados. Es decir, hice casi todo yo. Encima cuando voy el día de la operación, me hicieron pagar 80 pesos por el hilo de la cirugía. Parece un chiste, pero no, fue real”, recordó indignada.

 


En el caso de Soledad Milone, su buen estado de salud la salvó de pelear y renegar con las obras sociales, al menos por ahora. Ante la falta de comunicación de la entidad, se quedó sin cobertura, por lo que no pudo realizarse unos estudios de rutina.

 


“No la uso casi nunca. Hasta que pensé en hacerme unos chequeos y cuando llevé las órdenes me dijeron que se me había caído el plan. Y ahí me contaron que cuando no pagás el monotributo tres meses seguidos o cinco meses discontinuados, se te cae. El tema es que nunca me avisaron nada. Decí que era algo de rutina”.

 


La experiencia de Esteban Cortiñas puso al desnudo la diferencia en la atención que brinda una misma privada en San Luis y en otra provincia.

 


Por un accidente que tuvo en Las Grutas, los médicos lo enyesaron inmediatamente y le recomendaron operarse al tiempo. "Con ese diagnóstico me presenté en mi prepaga y directamente no tenían traumatólogos. Entonces, consulté a varios especialistas para saber si me tenía que intervenir sí o sí, si era urgente. Al final fui a Córdoba, donde con la misma prepaga, me atendieron sin problemas", señaló Cortiñas en relación a la mala calidad de muchas empresas en comparación con el servicio que dan en otras regiones. 

 

Para cuidar un poco el bolsillo

 


Nora Bort es la representante de la Obra Social de Viajantes Vendedores de la República Argentina (técnicamente, Osvvra), la cual recibe a los preventistas de primera mano, más sus familiares y otros trabajadores que optaron por bajarse de la prepaga en busca de cuidar un poco más el bolsillo.

 


“Si bien en el sindicato hay 300, tenemos 500 afiliados, porque recibimos adherentes que no tienen nada que ver con el rubro, pero que deciden venir con nosotros porque los valores que estaban pagando son muy altos. Y no sólo eso. Vos podés tener la más cara, y yo el plan plus y vamos a tener los mismos prestadores, porque en San Luis no hay más, son los mismos para todas. Lo que sí cambia son lo que cobra una y otra”, explicó Bort y agregó: “Casi siempre, el que viene a una sindical, es el que está saliendo de una prepaga, fundamentalmente por el precio, más lo que tienen que pagar por los coseguros o los famosos plus que cobran los médicos (ver "Entre los...)”, apuntó la referente de Viajantes.

 


En el caso de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (Uocra), la delegación San Luis, brinda servicios médicos a más de 4 mil personas (entre los empleados y sus familiares). Bajo el nombre de Construir Salud armaron consultorios propios de odontología, enfermería y ginecología, entre otras ramas que les permite no depender de las ofertas privadas, por lo menos en esas especialidades.

 


“Los tenemos hace más de diez años. Así podemos dar respuesta inmediata a las necesidades de las mamás y los niños, además de tener un seguimiento de sus historias clínicas. Entonces sólo los derivamos cuando requieren una atención de mayor complejidad”, explicó el secretario general, Marcos Sosa, quien contó que el seguro mínimo por atención arranca en los 40 pesos.

 


“Nuestro sector es complicado porque somos de una actividad de riesgo, donde trabajamos a la intemperie, donde los afiliados sufren las inclemencias de la naturaleza. Por eso la atención tiene que ser permanente”, describió el representante puntano del sindicato de la construcción.

 


Pero como en la gran mayoría de los mercados, la ley de la oferta y la demanda sostiene tal comportamiento.

 


Para Bort, en Mendoza, por ejemplo, al haber más hospitales, clínicas, especialidades y médicos –naturalmente por su dimensión demográfica-, la competencia busca continuamente mejorar sus servicios para mantener y aumentar su clientela.

 


“Acá tenemos tres clínicas, a las que caemos todos. Por eso incluso muchos prefieren atenderse en el hospital, donde encima hay muy buenos médicos. Es decir, como procedimiento, generalmente, se firman convenios directos con los distintos centros y doctores. Ellos te pasan un precio y de ahí se va armando la cartilla. Lógicamente empiezan a variar los planes, de acuerdo a la cantidad de servicios, pero el tema es que los valores que ponen los mismos médicos son muy elevados”, manifestó Bort en relación a otra crítica generalizada, pero desde el sector de las mutuales.

 


“Un odontólogo, un radiólogo, puede subirte de acuerdo a la inflación porque bueno, por ahí tiene que renovar los equipos que son de afuera, etcétera. Pero un clínico, que te recibe con un escritorio, una camilla y una silla, no puede incrementar tanto. Por ejemplo, por sus consultas piden $300 (que paga la obra social), cuando a un particular le cobran $350. No hay diferencia”, sostuvo la encargada de Viajantes.

 

Dosep, la más buscada

 


En medio del reordenamiento administrativo, la coordinadora de la Dirección de Obra Social del Estado Provincial (Dosep), Silvia Cano coincidió que en los últimos meses aumentó la preferencia por las mutuales más económicas y, principalmente, por la que responde directamente a la provincia. Por día reciben unas diez consultas de personas que quieren cambiarse, aunque la respuesta siempre es la misma: “Por el momento está cerrado el padrón de prestadores y afiliados”.

 


“Esto se debe a que nosotros cubrimos incluso más servicios que la prepaga y a un costo menor: tenemos una cuota mensual de 600 pesos para el titular y 300 pesos por adherente. Para una familia tipo de cuatro miembros, hablamos de 1.500 pesos en total. Mientras que en las privadas se habla de un valor por tres o cuatro y hasta cinco veces más, de acuerdo a los planes y categorías”, explicó Cano y afirmó: “Todos los prestadores como profesionales quieren usarla porque es la que más demanda tiene. Y si bien tuvimos varios problemas por la gestión anterior, nos pusimos al día pagando la deuda que habían dejado”.

 



Atención de lunes a viernes

 


Al parecer la salud privada también descansa los fines de semana o se toma los feriados, por lo menos en algunas clínicas y entre algún que otro profesional.

 


El médico de familia, Gabriel D’Agata explicó que durante los sábados y domingos es notable la cantidad de pacientes que tienen obra social y prepaga y llegan a los centros públicos.

 


“Desde mi experiencia veo que los fines de semana se incrementa mucho la demanda de personas que cuentan con mutual. Pasa que por ahí el sistema privado se vuelve menos accesible durante esos días. Entonces, por más que tengan médicos de cabecera, si les pasa algo, caen al hospital, por ejemplo. Además, también pasa que para hacerse un estudio en la clínica, por ahí se lo cobra y recién se lo reintegran después de hacer la gestión ante la obra social, pero el lunes o martes. Y puede darse que no tengan el dinero para pagarlo en ese momento”, señaló D’Agata quien concluyó con un problema (que tendría solución a partir de la construcción de hospitales para jubilados, propuesto por el gobernador, Alberto Rodríguez Saá).

 


“Miles de afiliados de Pami vienen al sistema público porque de otra manera no consiguen un acceso rápido”.

 



¿Y el “servicio superador”?

 


Técnicamente, las obras sociales son “sujetos de derecho que brindan la cobertura médica de la que gozan los trabajadores en relación de dependencia, dentro de los beneficios de la seguridad social que posee el trabajador como derecho constitucional”, explicaron el coordinador y la administradora de la Superintendencia de Servicios de Salud en la provincia, Santiago Farenga y Gloria Lucero (ver Página 5).

 


Bajo este esquema, el empleado aporta obligatoriamente a la mutual el 3% de su salario, mientras que el empleador debe completar con el 6% del sueldo del mismo. “Como contraprestación, deben brindarles un plan de salud para él y su grupo familiar, que obligatoriamente debe cubrirles las prestaciones básicas de salud”, señalaron Farenga y Lucero, quienes aclararon que las prepagas son un "servicio superador". Sin embargo, entre la teoría y la práctica media la realidad de los propios usuarios.

 


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