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El mejor de los tiempos

Por redacción
| 17 de julio de 2016
El hijo de la biblioteca. Alberto, un maestro de periodismo que da cátedra.

Con su hermano seis años mayor, Alberto Amato bromea con que son hijos de una biblioteca. Su padre fundó una en el barrio de Mataderos que se llamaba “Cultura y renovación” y que tuvo el aporte inicial de un grupo de anarquistas españoles que tenían una imprenta. Luego, fue a tocar allí Atahualpa Yupanqui y los asistentes, como entrada, donaron más ejemplares.

 

Bibliotecas, periodismo y otras historias", de Alberto Amato se presentará el miércoles a las 19 en la biblioteca Los libros de Charlie. Palacio Cultural, Lafinur 924, con entrada gratis


Allí, don Amato –un hombre de fuerte perfil romano y escasísima educación formal- conoció a la madre de Alberto. Tuvieron dos hijos. Uno, el periodista que pasó por la revista Gente y por el diario Clarín. El otro, el mayor, el cantante José Ángel Trelles.

 


Cuando Alberto era adolescente y jugaba al básquet en un club de Liniers, descubrió que allí había otra biblioteca de nombre poderoso. Se llamaba “Democracia y progreso”. “Es increíble el nombre que le ponían en aquellos años a las bibliotecas”, añoró Amato, un hombre que recorrió el mundo gracias a su profesión, primero; y por puro gusto, en la actualidad.

 


De aquellos anaqueles repletos de historias escritas hablará el cronista en la charla que el miércoles a las 19 dará en “Los libros de Charlie. Palacio Cultural”. La charla se llamará “Bibliotecas, periodismo y otras historias” y será gratuita y abierta a todo público.

 


“Las bibliotecas fueron el primer intento de democratizar el conocimiento. Sus fundadores decían: ‘juntemos el conocimiento, pongámoslo acá y que no sea de nadie, que sea de todos”, sostuvo el periodista, quien pasó la primera noche de insomnio en su vida la tarde que leyó, cuando era un niño, “Historia de dos ciudades”, de Charles Dickens.

 


Situada en Londres y París, la novela del autor inglés todavía retumba en la cabeza de Amato en su primera frase: "Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos". Pero sobre todo porque aquella lectura le quitó un miedo que tenía en su infancia. “Creía que los libros tenían armas, pero eso era culpa del sacerdote que me enseñaba el catecismo”, bromeó.

 


Sin duda, el momento que más polémica generará en la charla será el dedicado al periodismo, sobre todo por lo determinante que suelen ser los pensamientos de Alberto. Con el poder de la experiencia, Amato cree que en la profesión hay una grieta extra a la que expuso Jorge Lanata y de la que el kirchnerismo hizo una bandera. “Hemos caído –sostuvo- en la trampa brutal de creer que el periodismo militante es periodismo, cuando no lo es”.

 


La ruptura principal en la prensa es, para el cronista, “el amplio espacio que hay entre el periodismo y los consumidores”, una brecha que se debe fundamentalmente a tres factores: “La escasa formación profesional –enumeró-, las decisiones de las empresas de hacer periodismo sin periodistas, y el conformismo de los lectores con la información que le dan”.

 


Para Amato, esa degradación se potenció con el kirchnerismo, pero comenzó en los 90, “cuando el menemismo intentó callar el periodismo de investigación”. Y experimentó su debacle definitiva cuando internet fracasó en su misión de democratizar la palabra. “Lo que hizo fue democratizar el insulto y el anonimato”.

 


Habitual colaborador de El Diario de la República –sus reuniones mensuales con los periodistas de este medio para analizar las publicaciones son tan tensas como útiles-, Amato es un convencido de que el periodismo debe caminar por la vereda enfrentada a la que transitan los gobiernos. “Si no, se deja de hacer periodismo y se empieza a hacer propaganda, como dijo Horacio Verbitsky cuando trabajaba en Página 12 y era opositor”, ironizó.

 


Sobre el papel de los empresarios de medios, Alberto señaló que su concepción consiste en ser fuertes económicamente para resistir el momento del embate del poder. Con eso, volvió a poner en posiciones enfrentadas a periodismo y gobierno.

 


“La prensa a favor de los gobiernos es muy cara y muy inútil. La gente percibe cuando un medio está alineado a un gobierno y deja de consumirlo. Creo que lo que el lector espera de los periodistas es que le meta el dedo en la oreja a los gobernantes”, señaló y consideró –con preocupación- que muchos medios, sobre todo los televisivos, derivan la información hacia el entretenimiento.

 


No obstante, Alberto aseveró que buena parte de la crisis de la profesión se debe a que los trabajadores de prensa ya no tienen un sentido de pertenencia al medio que los cobija. “Es importante que los periodistas comprendan que su fuerza mayor está en el medio para el que trabaja”.

 


El tercer segmento de la charla –tan jugoso como los anteriores- estará dedicado a las múltiples anécdotas que Amato recolectó en sus años de profesión. Pequeñas viñetas compartidas, directa o indirectamente, con El Che Guevara, con Alfredo Alcón, con Daniel Barenboim y con el mismísimo Charles Chaplin desfilarán por medio del vehículo más fuerte que Amato tiene para hacerse entender: la palabra.

 


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