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Pautas para aplicar bien los agroquímicos

Por redacción
| 24 de julio de 2016
Atención. Mario Bogliani, especialista del INTA de Castelar, se dirigió a sus colegas ingenieros agrónomos para que ayuden en la tarea de cambiar la imagen que tienen los agroquímicos en la sociedad. Fotos: Agencia Villa Mercedes.

Los fitosanitarios intervienen en todas las etapas de los sistemas productivos agrícolas, y en la actualidad resulta difícil encontrar plantaciones que no utilicen ninguno de estos productos, apenas quienes apuestan a la producción totalmente orgánica intentan ignorarlos. Por eso, nunca viene mal hacer una pausa y tomarse un tiempo para hablar, estudiar o reflexionar sobre la aplicación responsable de agroquímicos en los cultivos. Pero con la carga que supone una emergencia ambiental declarada en la zona de la Cuenca del Morro, más el fuerte rechazo que muchos sectores de la sociedad tienen por estas sustancias, éste parece un momento aún más apropiado para repensar de qué forma se aplican los componentes en los campos de la región, donde además rige una restrictiva ley provincial que el Gobierno está empeñado en hacer efectiva de manera implacable.

 


Atentos a este panorama, el Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción junto al Colegio de Ingenieros Agrónomos y Profesionales Afines de San Luis (CIAPA) organizaron dos capacitaciones destinadas a los ingenieros agrónomos que tienen la tarea de guiar el uso de fitosanitarios. Ambos cursos se realizaron en el salón que el Centro Ganadero de Villa Mercedes tiene en el Barrio Estación y se extendieron durante dos días con la disertación de especialistas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de la agencia de Castelar de Buenos Aires, de la Universidad Nacional de San Luis, del Complejo Sanitario San Luis y de la propia cartera agropecuaria provincial. 

 


Pero las conferencias no sólo tuvieron un carácter formativo, sino que eran indispensables y obligatorias para los profesionales que quieran supervisar la utilización de agroquímicos en San Luis. A través de la Ley de Agroquímicos (Nº IX-0320-2004), el Estado provincial es quien habilita a un agrónomo a realizar la asesoría técnica a particulares en la aplicación terrestre de los plaguicidas. Por eso el primer curso estuvo dirigido hacia los matriculados que aún no habían ejercido esta función y querían obtener el carnet habilitante, mientras que el segundo sirvió como actualización para quienes contaban con la acreditación desde 2014 y debían renovarla, ya que tiene una vigencia de dos años.

 


“Para ser asesores fitosanitarios, todos los ingenieros agrónomos tienen que hacer el curso y superar un setenta por ciento de las evaluaciones que son generadas por los mismos disertantes que traemos de distintas instituciones. Si aprueban, se les entrega un certificado y luego deben generar un registro en el Ministerio, presentando documentación y la certificación de la matrícula que avale que no tienen sanciones dentro del CIAPA en el ejercicio de la profesión”, detalló María Rodríguez, jefa del área de Sanidad y Tecnificación Vegetal de la cartera ambiental.

 


La revista El campo estuvo presente en la capacitación inicial, donde más de treinta ingenieros, con un gran porcentaje de profesionales jóvenes, escucharon atentos las charlas que pusieron el foco en un manejo responsable y racional de los fitosanitarios que tenga en cuenta las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA). Por ello, la funcionaria expresó que la idea que promueve el Gobierno, “es hacer sistemas agropecuarios sustentables, que podamos tener un equilibrio en lo que es el medio ambiente y la producción agrícola, que son dos mundos que tienen que ir de la mano. Creemos que podemos hacerlo porque tenemos la tecnología, el equipo y los conocimientos para lograr ese balance”.

 


Como la etimología de la palabra lo indica, lo fitosanitario refiere a la salud o sanidad de los vegetales. Por lo tanto, son sustancias o mezclas que sirven para prevenir, combatir o controlar la presencia de plagas o enfermedades durante las distintas etapas de un cultivo, desde la pre-siembra, hasta la recolección, el almacenamiento y el transporte de la cosecha.

 


También conocidos como plaguicidas, existe una infinidad de variedades y marcas, cada una con una función y un efecto distinto. De esa manera, dentro de este universo de productos están incluidos los insecticidas, herbicidas, fungicidas, acaricidas y molusquicidas, entre otros. 

 


Tan amplio es el espectro y sus resultados, que los ingenieros agrónomos juegan un rol fundamental a la hora de aconsejar y fiscalizar un buen uso de estos agentes en los campos agrícolas. El presidente del CIAPA, Mario Funes, señaló que la intervención del profesional debe estar presente en todos los pasos que se dan en la decisión de colocar un producto en el cultivo. “Asesorar implica realizar una receta para que la persona pueda comprar los agroquímicos, las distancias permitidas y los residuos que se generan una vez que se utilizaron, como los envases. Todas esas etapas tratamos de contemplar en el curso y capacitar a nuestros matriculados para que hagan las cosas lo mejor posible”, amplió

 


Uno de los principales objetivos del curso era también poner al corriente a los asistentes sobre los detalles de la Ley y del decreto que la reglamenta desde el año 2014, que fue consensuado por la Comisión Provincial de Sanidad Vegetal (Co.Pro.Sa.Ve), integrada por las instituciones vinculadas al agro como el Ministerio del Campo, el Colegio, INTA, Senasa, la universidad y la Sociedad Rural Río Vº.

 


Resaltaron que los asesores deben prestar especial atención a las distancias en las zonas periurbanas sobre las que la ley permite utilizar fitosanitarios. Las distancias están clasificadas en base a las clases toxicológicas de los agroquímicos, que son catalogados en cuatro grupos por la Organización Mundial de la Salud (OMS): la categoría I (color rojo) son productos sumamente peligrosos, la clase II (color amarillo) son moderadamente peligrosos, el grupo III (azul) son sustancias poco peligrosas y los del número IV (verde) son elementos que normalmente no representan peligro.

 


Así, la normativa prohíbe la utilización de cualquier tipo de  producto a menos de cien metros desde la última línea de los municipios. Cuando la distancia asciende de cien a doscientos metros, pueden aplicarse fitosanitarios de clase IV, con la supervisión de un ingeniero agrónomo. Entre los doscientos y cuatrocientos metros de lejanía con los poblados, permiten usar plaguicidas de clase III y IV con el asesoramiento profesional. Desde los cuatrocientos a los mil metros pueden añadirse de las otras clases, productos que sean de la categoría II, y cuando la distancia supera el kilómetro pueden usarse todas las categorías. 

 


Cuando la colocación se efectúa a través de aviones, las distancias a respetar son mayores pero no requieren la supervisión de un agrónomo. Sin embargo, el aplicador aéreo debe tener una habilitación que también otorga el Ministerio.

 


“Además de estas especificaciones existe un registro de las empresas que aplican productos fitosanitarios en establecimientos agropecuarios, y de cada uno de los integrantes del equipo que trabaja en la aplicación. Las empresas generan una inscripción y anualmente tienen que verificar sus equipos. A la verificación la tienen que hacer los agrónomos, que es otra de las funciones que cumplen los ingenieros dentro de este sistema. Por ello, es muy fuerte el papel que tiene el agrónomo: está en el comercio, verifica los equipos, las aplicaciones, audita las recetas y más”, explicó Rodríguez.

 


Otro de las disposiciones de la norma provincial es que los agroquímicos deben ser almacenados en depósitos habilitados por la cartera agropecuaria. Estos inmuebles deben tener pisos impermeables, disponer de una buena ventilación y estar lejos del alcance de animales y niños. Además, deben contener señalización y los elementos básicos de prevención contra incendios.

 



Todos los recaudos necesarios

 


Mario Bogliani, especialista del INTA de Castelar, fue quien abrió las disertaciones y explicó de manera pormenorizada las precauciones que deben tenerse en cuenta a la hora de aplicar un plaguicida. “Hoy en día, la realidad indica que la sociedad está bastante en contra del uso de estos productos. Entonces nosotros, como profesionales del agro, tenemos que darle las certezas de que se pueden utilizar y preservar la salud de las personas y el ambiente. La idea es que se concienticen de que existen normativas y tecnologías que permiten hacer las cosas de manera racional”, expresó el ingeniero.

 


Así, entre otros aspectos, señaló la importancia de multiplicar los cuidados en todo el proceso de manipulación de los plaguicidas. Sostuvo que es necesario revisar la etiqueta del producto, verificar las fechas de vencimiento, comprobar que el envase que contenga el líquido sea el original y tener a mano los números de teléfono de los centros de emergencia. Además, en el momento de colocar el producto, el agrónomo debe cerciorarse de que no haya animales ni personas cerca del lote a tratar, analizar las condiciones ambientales (temperatura, viento, humedad relativa) que influyen en la eficacia del plaguicida y en su impacto al ecosistema y utilizar elementos de protección personal como guantes, botas, respiradores, anteojos o antiparras,  delantal y gorro o capucha.

 


“El principal requisito para hacer bien el tratamiento de los agroquímicos es capacitarse para tener las herramientas y los conceptos. Después, la otra estrategia tiene que ver con preservar el medio ambiente y la salud de las personas usando los elementos adecuados. Controlar los equipos de pulverización, ajustarse a lo que dicen las ordenanzas y legislaciones. Hoy por hoy, tenemos todas las herramientas técnicas y legales para hacer las cosas de manera apropiada. Entonces me pareció muy interesante poder compartir estos temas con los nuevos agrónomos para darles información que después ellos puedan poner en práctica”, expresó.

 


Durante los dos días que duró la capacitación, siguieron barajando conceptos que los ingenieros tienen que contemplar como los diversos tipos de plaguicidas y cómo actúan en las plagas. Las distintas maquinarias que pulverizan las sustancias, los efectos toxicológicos que pueden generar e incluso un recorrido sobre las principales malezas y poniendo especial atención en aquellas que son resistentes. 

 



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