Atacó con dos garrotes a su ex, en la escuela que ella custodiaba

No le dio tiempo a nada. La auxiliar de Policía escuchó los ruidos inconfundibles de que había entrado un intruso al edificio que custodiaba. Se sorprendió al ver que era su ex pareja, que iba con un palo en cada mano. Y antes de que pudiera siquiera preguntarle qué hacía allí, la atacó a golpes. La llegada de una patrulla del Comando Radioeléctrico, gracias a un llamado de vecinos, impidió que la agresión tuviera un final peor, como anunciaba el atacante.

La víctima, de apellido Lucero, de 32 años, quedó adolorida y en estado de shock; su ex, Ricardo César Ortega, preso en la Comisaría 1ª de San Luis, acusado de intento de homicidio, agravado por el vínculo y por mediar violencia de género, y daños a bienes del Estado, informó el jefe de la seccional actuante, comisario Roberto Molina.

El último y más grave episodio de lo que, según la Policía, sería una historia repetida de violencia de género ocurrió ayer a la madrugada, en la escuela digital “Albert Einstein”, de Pringles 1157, entre Chacabuco y Mitre, en pleno centro de San Luis.

Allí hacía guardia adicional la auxiliar Lucero, que presta servicio en la Jefatura Central.

Según les contó después a sus camaradas, en la medida en que los nervios y el dolor se lo permitieron, hace dos o tres meses había terminado su relación de pareja con Ortega, un técnico en refrigeración. Continuaban viviendo ambos en el mismo domicilio de Ejército de los Andes 408, pero sin convivir.

Al parecer, la joven policía ya había sufrido agresiones físicas de parte de él, pero no lo habría denunciado, señaló la jefa de la oficina judicial de la Comisaría 1ª, subcomisario Beatriz Ochoa.

Ayer, cerca de las 2 de la madrugada, la auxiliar escuchó el ruido de alguien que saltaba un portón de la escuela y, segundos después, el estallido de un vidrio de una puerta trasera. Cuando fue a revisar, se encontró con su ex, que la encaró directamente para golpearla. Llevaba en cada mano un trozo de tutor que le había quitado a algún árbol en la vereda.

Lucero contó que apenas lo vio, se dio cuenta de que Ortega iba “sacado”. Ella no alcanzó a hacer otra cosa para defenderse que tratar de protegerse de los golpes que él le lanzaba con los garrotes. Después la tomó de los cabellos, la tiró al piso y le pegó patadas en el estómago, detalló la mujer en la denuncia.

Todavía no estaba satisfecho. La agarró otra vez de los pelos y la arrastró hacia los baños. “Llamá a la Policía, ahora”, le decía, en son de burla. Seguramente el agresor comprendía lo que estaba haciendo, pero no le importaba, porque le dijo “me la mandé, acá nos vamos a morir los dos”. Calculan que quería asesinarla y suicidarse.

Pero los ruidos y los gritos de la chica golpeada habían alertado a algún vecino, que llamó al 911.

Los oficiales de una patrulla de prevención entraron al edificio escolar y sorprendieron al golpeador en plena faena. Todavía estaba fuera de sus cabales, dijeron los oficiales del Comando.