Hace tres días que Mauricio Javier Giménez está en la penitenciaría puntana, pero las próximas semanas seguramente pase más tiempo en una unidad de traslado que en su celda. El juez Jorge Sabaini Zapata, que el viernes lo procesó por dos robos ocurridos en el centro puntano, espera que la Policía le envíe los sumarios de otros tres hechos en los que estaría involucrado y por los que probablemente lo cite a su despacho para indagarlo. Pero no es el único que quiere sentarlo en el banquillo de los acusados; Giménez cumplía prisión domiciliaria en su Mendoza natal por otro robo y un tribunal de esa provincia planea comenzar a juzgarlo el 5 de junio.
Giménez tiene 52 años, y mientras estuvo detenido en la Comisaría 1ª su madre llegó desde Mendoza para rogarle a la Policía por su hijo enfermo. Según comentó, el hombre sufre de convulsiones y la medicación que toma había quedado dentro del bolso que los investigadores secuestraron de un casillero en la terminal de San Luis el martes pasado.
Fue esa supuesta afección la que llevó a la jueza María Belén Renna, del Juzgado de Flagrancia Nº 1 de Mendoza, a concederle cumplir la prisión preventiva en su vivienda y no en el penal de Almafuerte. También fue motivo para que el defensor oficial puntano Carlos Salazar le pidiera a Sabaini Zapata que no lo enviara a prisión si lo procesaba por los robos a la colchonería “Noviembre” y al local “Di Lorenzo Calzados”, el pasado martes 16.
Pero el juez Penal 2 ordenó que lo revisaran un médico y una psicóloga del Hospital de Salud Mental, que le recetaron anticonvulsionantes, antidepresivos y un sedante, y dispuso que fuera preso. Después de todo, no estuvo tan enfermo como para fugarse el 12 de junio pasado, viajar a San Luis, asaltar a dos mujeres con un destornillador y robarles a otros tres comerciantes del centro, según sospechan.
“Hay otros tres hechos en los que estaría involucrado y que investiga la Comisaría 1ª. Son robos con el mismo modus operandi e incluso habría sido captado por cámaras de seguridad en uno de los locales”, más precisamente en la farmacia “Central”, en San Martín 650, confió una fuente judicial.
Los que sí estuvieron acreditados fueron los asaltos a María Caballero y a Andrea Rosales, cometidos con menos de una hora de diferencia. A la primera, que atiende la zapatería “Di Lorenzo” la amenazó con un destornillador para hacerse de unos 18 mil pesos que la mujer tenía en la caja. Pero mientras los efectivos de la seccional 1ª asistían a la mujer, el Centro de Operaciones les avisó que un civil había reducido a un asaltante en una colchonería de Colón y Tomás Jofré.
Giménez ya no tenía el dinero del local de Caballero pero tenía el destornillador y los 2.800 pesos que acababa de arrebatarle a Rosales en la colchonería antes de que un testigo ocasional lo redujera en la vereda.


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