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Reprodujeron el relato de una chica que acusó a su padre

La entrevista que le hizo una psicóloga fue exhibida por la Cámara del Crimen, al fiscal y al defensor.

Por redacción
| 28 de septiembre de 2017
El lugar del desahogo. El recinto de la Cámara Gesell, donde la adolescente relató su drama.

Una chica de 14 años le dijo a la psicóloga Marisa Samper que cuando sus padres se separaron y ella volvió con su madre a su provincia de origen, le gustaba viajar a San Luis, sola o con su hermanito, en vacaciones, para visitar a su padre. Pero desde 2011 no quiso venir más. Fue a partir de que él empezó a manosearla y terminó por violarla, según afirmó la adolescente, en la entrevista en la Cámara Gesell de los tribunales puntanos.

 

El encuentro con la licenciada en psicología, ordenado el 1º de octubre de 2011 por la entonces jueza de instrucción Penal 1, Mirtha Esley, tuvo lugar el 7 de noviembre de ese año. Y ayer fue exhibido por la Cámara del Crimen 1 de San Luis, en la segunda audiencia del juicio oral contra el supuesto violador. La víctima tiene el apellido de su padre, por eso El Diario no difunde la identidad del acusado y solo lo señala por las iniciales de su nombre, L.M.

 

En la época en que habrían ocurrido los abusos, el hombre vivía en una pequeña casa que tenía un solo dormitorio, dividido al medio por un ropero. La menor relató que después de un tiempo, cuando ella dormía en la cama detrás del mueble, su padre empezó a ir a manosearla. Después de los abusos, él le decía que lo perdonara, que no le dijera nada a la madre. Y ella, por miedo, no le contestaba nada a él ni le reveló a su mamá lo que le pasaba. Solo lloraba.

 

Durante la entrevista, cuando la psicóloga le preguntó en qué partes del cuerpo la tocaba, se quedó un rato callada. Luego rompió en llanto. Solo después de eso pudo seguir su relato. Luego le confirmó que su padre había consumado el acceso carnal, volvió a llorar y no quiso seguir hablando.

 

La adolescente volvió a su provincia aquel año y siempre guardó el secreto. Hasta que su madre se enteró por un mensaje de texto que le mandó el novio de una hermana mayor de la chica abusada, una de las dos hijas que L.M. tuvo con su primera esposa. “No sé cómo se enteraron”, dijo la menor.

 

Al final de la entrevista, la psicóloga le preguntó qué quería que hicieran con su padre. La chica lloró y no respondió.

 

El informe médico, otra prueba

 

El 7 de diciembre de 2011, unos días después de que la madre de la chica viajó a San Luis y denunció el caso ante la Justicia, la menor fue examinada por la jefa del servicio de ginecología-obstétrica del Hospital Materno Infantil puntano, Amelia Vera. La médica, una tocoginecóloga legista, constató que la adolescente tenía un desgarro en los genitales, indicativo de que había sufrido acceso carnal.

 

El médico forense Ricardo Torres calificó esa lesión como de antigua data. Y explicó en el juzgado que cualquier lesión de más de diez días es catalogada así.

 

La psicóloga Samper validó el testimonio de la adolescente en la entrevista, de acuerdo con los criterios establecidos en su especialidad para valorar un relato, según su contenido, su estructura y el clima emocional en el que la persona lo dio.

 

La especialista consignó que la menor exteriorizaba sentimientos de vergüenza, temor y angustia.

 

El miedo, expresó la víctima, es lo que le impidió contarle a su mamá. La vergüenza se manifestaba cuando no se animaba a nombrar las partes del cuerpo donde fue manoseada. Y en todo su relato fue perceptible su angustia, que en algunos momentos la hacía quebrar en llanto, dijo la perito en su informe.

 

La defensa de L.M. puso en tela de juicio la validez de la entrevista psicológica. Pero el fiscal de instrucción, Gabriel Lutens, y el juez instructor, Sebastián Cadelago Filippi, rechazaron sus argumentos y el informe de Samper se mantuvo en pie.

 

“Del análisis de las pruebas psicológicas se puede deducir que la jovencita presenta sentimientos de vulnerabilidad y de desesperanza. Se observan también, tanto en las pruebas gráficas, como en el relato que acompañan a las mismas, indicadores emocionales de situaciones traumáticas y de abuso”, sostuvo el juez en su oportunidad.

 

“La declaración de la menor en este dispositivo –abundó–, fue lo suficientemente clara respecto del autor y de los abusos sufridos”.

 

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