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Teresa Guiñazú, artista plástica: "toqué los pinceles y no los dejé nunca más”

Un día, mientras tomaba el té con sus amigas para no sentirse sola, la mujer descubrió un arte del que no se pudo separar. 

Por redacción
| 29 de octubre de 2018
Guiñazú dicta clase y acompaña a su familia. Foto: Marina Balbo.

Teresa Guiñazú es tranquila y respetuosa al hablar. La artista plástica nació en Córdoba, pero lleva 54 años en San Luis. La llegada a la provincia fue por medio de su padre, que trabajaba en estancias y fue contratado por una que estaba instalada en la provincia. 

 

Guiñazú se crió en un ambiente familiar donde las manualidades eran una constante. Pero no fue hasta que sus hijas se dedicaron a la danza que tuvo una vinculación estrecha con el arte. 
Sus dos hijas son bailarinas de ballet clásico: Marisa trabajó en el ballet de Nela Frexas, mientras que Flavia integró el Ballet del Teatro Colón y de Julio Bocca, lo que la llevó a viajar por distintas partes del mundo aunque hoy está radicada en San Luis y junto a su marido fundaron la compañía “Vedrai Ballet”. 

 

“Yo las acompañaba todo el tiempo y cuando se fueron a Buenos Aires me quedé muy sola. Hasta ese momento acompañaba a mi marido en su trabajo de oficina y cuando ellas se fueron empecé a hacer otras cosas, como juntarme con mis amigas a tomar el té”, recuerda.

 

En una de esas juntadas con amigas, vio una caja de té pintada a mano y de esa forma comenzó su propia vinculación con el arte. “Me invitaron a un curso con la profesora que había hecho la caja, que estaba hermosa. Ahí toqué los pinceles y no los dejé nunca más”, recuerda con la tranquilidad de quien aprovechó el paso del tiempo. 

 

Mientras Teresa intercalaba su trabajo de oficina, vio el lado positivo de la estadía de sus hijas en Buenos Aires para dedicarse a su nuevo amor. Ingresó al instituto privado de arte decorativo “Cleo Art Club”, donde se recibió de profesora de artes plásticas. 

 

“Eran cursos muy intensivos y aprovechaba mis clases y hacía talleres de distintas técnicas”, agregó. Justamente eso es lo que le permite hoy a la apasionada artista plástica poder desarrollarse sin problemas con distintos materiales y distintas formas de expresar el arte pictórico. 

 

Con su carrera terminada y las ganas de continuar aprendiendo, Teresa inauguró su taller, que ahora lleva unos 20 años de existencia. “Desde ese momento doy clases en mi taller ‘Blue Art’ donde doy alrededor de 40 técnicas”, agregó. 

 

Teresa cuenta, también de manera apasionada, que aún tiene alumnas desde que fundó su taller y que busca mantener el orden de los materiales de trabajo para poder dictar todas las técnicas que aprendió. “En mi taller está todo muy organizado para que no se mezclen los materiales, las pinturas y los pigmentos, porque por ejemplo los pinceles no son los mismos”, detalló. 

 

“Creo que mi problema es que me gustan todas las técnicas. Siempre aproveché lo que me pudieron entregar mis maestros”, dijo Guiñazú y también lo expresan las muestras en las que participó ya que el Berta Vidal de Battini, el museo “Dora Ochoa de Masramón”, la Casa de San Luis en Buenos Aires, son algunas de las salas donde Teresa expuso su obra en distintas muestras colectivas y, algunas, individuales. 

 

Mientras Teresa está volcada al arte y prepara una muestra colectiva en homenaje a Juan Crisóstomo Lafinur, que se realizará en el Museo de la Poesía en La Carolina. Mientras, acompaña como siempre lo hizo a su marido que convive con demencia vascular, una enfermedad irreversible. En esa lucha diaria convive el amor y el arte en igual medida.  

 

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