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Rastrillaron otra vez el campo donde pudo haber estado Rubilar

Revisaron la estancia, dos campos aledaños, caminos vecinales y una laguna, pero no hallaron rastros. 

Por redacción
| 15 de febrero de 2018
En la entrada de "El Indio". Ayer, a las 9:20, cuando la policía organizaba cómo sería la búsqueda. Siguen buscando en el sur. Foto: Juan Andrés Galli

Médano, malezas y cielo. Apenas eso. Las únicas señales de vida en las inmediaciones a Las Isletas son las de los animales silvestres y las de algunas personas que viven a la vera de la ruta provincial 11 y en caminos vecinales que se desprenden de ella. Los dueños de esas humildes viviendas, en la que chanchos, gallinas y perros conviven en armonía y libertad, no dejaron que el fotógrafo y el periodista siguieran su camino hasta no explicarles y responderles al detalle dónde está el campo en el que la Policía busca, desde hace más de una semana, a Juan Carlos Rubilar. Así de atentas habrían sido las personas con quienes se cruzó el joven de 29 años la mañana del domingo 4, cuando se acercó a una casa a pedir agua.

 

El Diario siguió esas indicaciones. El camino para llegar hasta ahí son apenas dos líneas paralelas, las huellas de los neumáticos de los vehículos que por allí pasaron. “La Laura”, “Granja el mate amargo”, “La Patricia”, dicen los carteles de madera, para indicar los nombres de las estancias, que están al paso. El único sonido es el de un ave que de vez en cuando encara el cielo. Desolación. Así también es el lugar donde los investigadores presumen que “Pupi” anduvo luego de desorientarse ese domingo y, en lugar de enrumbar hacia Villa Mercedes, lo hizo hacia las afueras.

 

Después de recorrer esa huella a paso lento, pues en vehículo no hay otra forma de hacerlo, a casi catorce kilómetros al suroeste de Las Isletas, este medio se topó con la primera señal de vida, además de la silvestre. Una camioneta Dodge de la Policía que avanzaba delante.

 

El oficial principal Juan Zavala, que está a cargo de ese grupo de efectivos, le había adelantado a El Diario, la noche anterior, que ayer regresarían a “El Indio” y rastrillarían una laguna, ubicada en el corazón de “El Jagüel”, un campo vecino.  A diferencia de otras veces lo harían con “Halcón”, el ovejero alemán que llegó junto a su adiestrador, Marcos Herrero, desde la capital rionegrina de Viedma, exclusivamente para esa búsqueda.

 

Ahí, donde los lugareños refirieron que habría una palmera enana, de no más de tres metros de alto, estaba la tranquera de acceso a “El Indio”. Allí también se detuvo la patrulla. Otro grupo de uniformados en dos móviles policiales aguardaba desde hacía unos minutos a un lado de la entrada. Esperaban la llegada de Zavala, para reorganizarse.

 

Veinte minutos después, a las 9:23, en una moto del DRIM arribó el oficial principal. Antes de entrar a la estancia el jefe policial habló con Andrade, su encargado, y repartió directivas a su personal. Pero antes de adentrarse en las 280 hectáreas de ese campo, en el que pastaban vacas, le anticipó a este medio dónde habían planificado continuar los rastrillajes.

 

“Acá (en "El Indio") vamos a hacer una búsqueda más profunda en la casa del encargado y los alrededores”, comentó. La vivienda está unos 800 metros al sur de la tranquera. Los investigadores volverían allí con “Halcón”, “Eva” y “Gerardo”. Este último es uno de los dos perros de la división Canes de Villa Mercedes que fueron clave en la investigación por el asesinato de Mario Salto en Quimilí, Santiago del Estero, y la desaparición de Carlos Zárate, en el paraje santiagueño de Toro Pozo.

 

Rastrillarían, además, los campos vecinos del lado sur. Recorrerían de extremo a extremo “El Indio”, dijo. “Vamos a ir de un camino vecinal a otro. Eso es, más o menos, cinco kilómetros”, calculó.

 

A la par, otro equipo de policías buscaría a Rubilar o, al menos, rastros de él en una laguna situada a unos quince kilómetros de allí, en una zona cercana a ésa y conocida como “El Colorado”, a la que habían intentado llegar el martes, pero no pudieron. Ese día sólo lograron localizar la laguna a través de un dron.

 

Requisas sin sospechosos

 

Zavala aclaró que insisten con “El Indio” simplemente porque los perros, especializados en rastreos, les marcaron que “Pupi” pudo estar allí. El primer lugar en el que detectaron eso fue en la cúpula de la Chevrolet Apache de Andrade. Eso fue el viernes, a la siesta.

 

Desde entonces, la camioneta está secuestrada en Villa Mercedes. El juez instructor Alfredo Cuello autorizó que le realizaran una prueba con Luminol y otras pericias para establecer si tiene huellas dactilares, cabellos y demás rastros genéticos de Rubilar.

 

Ayer, el fiscal Maximiliano Bazla le confirmó a El Diario que uno de esos análisis dio negativo. El estudio al que se refirió sin mencionarlo es el de Luminol (el reactivo químico que, aplicado sobre una superficie, puede detectar trazas de sangre o de algún fluido humano, imperceptible al ojo humano) confió una fuente policial.

 

De todas formas, el hecho de que esa prueba haya resultado así no quiere decir que en la Chevrolet no existan, por ejemplo, vestigios sanguíneos. Puesto que ese estudio no es infalible. Por eso evalúan la realización de otros análisis aún más específicos, además de los que restan.

 

Otra cosa que también les falta definir es dónde peritarán lo que incautaron la noche del martes, cuando regresaron a lo del encargado de “El Indio”. En ese segundo allanamiento, “Halcón” marcó que el joven desaparecido pudo estar en contacto con dos colchones, un par de frazadas, una alfombra y un par de medias que había en la casa.

 

Los estudios para establecer la presencia de rastros de ADN de “Pupi”, que puedan resultar del hallazgo de sudor, descamaciones de la piel o un cabello, sólo podrán realizarse en otra provincia, dado que son mucho más complejos y precisos, aclaró el fiscal. 

 

Bazla remarcó que los allanamientos y los secuestros al estanciero no lo convierten, para nada, en un sospechoso. Dijo que incautaron esos elementos porque los perros se los indicaron y hasta tanto las pericias no indiquen que Juan Carlos estuvo en esa vivienda, su dueño no es sospechoso de su desaparición.

 

Los rastrillajes de ayer terminaron al caer la noche. Zavala contó que, además de lo previsto, recorrieron los márgenes de dos caminos vecinales, uno de ellos de cinco kilómetros, hasta llegar a la estancia "San Antonio". También anduvieron por un campo llamado "Bajo La Tierra", que colinda con "El Jagüel". Los perros revisaron hasta los tanques de agua. Pero no hallaron rastros de Rubilar.

 

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