Vivió una infancia de golpes, violaciones y humillaciones que continuaron cuando se casó. En una entrevista con El Diario de la República contó cómo salió adelante y habló de su pasión por el oficio que combina la tierra, el agua y el arte.
Laura Funes tiene 42 años, tres hijos y un oficio que combina la tierra, el agua y el arte. Los amplios hombros de esta puntana, que supera el metro ochenta de altura, cargan con un pasado de golpes, violaciones y humillaciones. La violencia que vivió en la infancia no le dio tregua durante el matrimonio: quedó marcada a fuego. Pero logró levantarse y salir adelante. Hoy las piezas que hace a base de barro iluminan su vida e intentan llevar luz a otros.
“El destino me empujó a hacer esto por necesidad. Tenía que darle de comer a mis hijos. Empecé revendiendo macetas y después me fui animando a fabricar piezas”, dijo la artesana ante las cámaras en este video exclusivo de El Diario de la República. Ya lleva una década de moldear macetas, fuentes, ceniceros, alcancías y todo lo que le atraviesa la vista y el alma.
Laura contó cómo pudo dejar atrás la violencia de género, con la esperanza de que otras víctimas puedan seguirle los pasos. Recibió a El Diario en el barrio Eva Perón, donde tiene su casa y también el taller.
Su historia la hizo viajar en el tiempo. En el 2000 perdió un embarazo, el segundo después de tener una niña, por las golpizas que le daba su ex marido. La angustia le provocó depresión y ésta, los primeros rastros de que debía salir de las tinieblas. Aunque el proceso no fue fácil. Tuvo otros dos hijos con el hombre que conocía desde los 12 años.
Finalmente pudo cerrar el “círculo” de violencia. Para lograrlo debió separase de su esposo pero también de sus padres, hermanos, primos y tíos. “Preferí quedar sola, con mis hijos, sin nada pero en paz”, recordó con la voz quebrada.
Laura hoy tiene un nuevo compañero de vida y le dio otra oportunidad al amor. Desanda los días entre su casa, el taller y el puesto de venta que tiene frente la Maternidad “Teresita Baigorria”. Resguarda la luz que tanto anheló y consiguió.
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