19°SAN LUIS - Jueves 25 de Abril de 2024

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Los subsidios agrícolas, ¿son un mal necesario?

Muchas veces escuchamos a políticos, funcionarios, dirigentes y “opinólogos de tribuna” hablar con absoluta liviandad sobre el sector agropecuario. Lo hacen desde una posición de privilegio, el desconocimiento o la malevolencia y el rencor. Desde hace muchos años, pero de manera más fuerte a partir de la llegada al poder al gobierno de Mauricio Macri, una de sus frases preferidas es: “Tienen que dejar que el mercado lo arregle todo”. 
Pedir o pregonar esto de que el mercado lo arregla todo y que no hay que tener ningún tipo de intervención del Estado, ni siquiera virtuosa a través de alguna política activa, demuestra el poco conocimiento que se tiene de cómo funciona el sector agropecuario en el mundo. Porque esto de que el “mercado arregla todo”, en el caso del sector agropecuario no funciona en ninguna parte del mudo.
Cuando el presidente Macri habla de por qué no van a volver las retenciones siempre hace la aclaración de que es un impuesto poco inteligente. Uno podría pensar que esta es una mirada acertada, que apoya a la producción y no la quiere castigar. Pero muchas veces cuando habla de esto también opina sobre los subsidios y acá equivoca el zarpazo. Tanto él, como “expertos” argentinos dicen que a esos subsidios hay que combatirlos. Pero la pregunta que deberíamos hacernos acá sería: ¿por qué tenemos que combatir los subsidios cuando todo el mundo los utiliza? ¿Cuál ha sido el éxito de combatir esos subsidios en los últimos 80 años de la historia argentina?
Tal vez, cuando los funcionarios, los políticos y todos aquellos que toman decisiones se hagan de manera consciente esta pregunta, podamos empezar a tener algunas de las respuestas que necesitamos en el campo. Para entender un poco mejor qué son los subsidios, cómo funcionan y quiénes los utilizan a nivel mundial, analizaremos el informe anual que elabora la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), y que pone sobre el tapete la evaluación de las políticas de apoyo al sector agropecuario en los diferentes países del mundo. 

 

El mundo del libre mercado
Para entender que son los subsidios, lo primero que tenemos que tener en cuenta es que se trata de ayuda o aportes para promover o sostener determinado tipo de producciones y en algunos casos productores. Son definidos por las estrategias de desarrollo que a través de sus políticas definen los estados soberanos. Como número global, el primer dato que debemos tener en cuenta es que entre 2015 y 2017 las políticas agrícolas de 51 países de economías desarrolladas, emergentes y en desarrollo entregaron 620 mil millones de dólares anuales a sectores agrícolas. De este monto total, 484 mil millones se transfirieron a productores individuales y representaron el 15% de sus ingresos brutos. Es decir, mientras en la Argentina se pide que el productor (cualquiera de ellos) confié en que el “mercado” le va resolver su situación, en el mundo se lo ayuda para que su actividad precisamente no “sufra lo que son los naturales vaivenes del mercado”. Ello necesariamente no implica dejar de lado el mercado, ya que estas políticas activas en la mayoría de los países no son de cumplimiento obligatorio. Están a disposición de los productores, quienes tienen absoluta libertad de decisión para elegir el mejor camino. Podemos definir que actúan como una especie de “red de contención” frente a una crisis. Esta es la primera gran diferencia entre lo que es y lo que dicen que es el mundo del libre mercado. 
En el período 2015-2017 el indicador de referencia global –elaborado por la OCDE- para medir el monto de subsidios agropecuarios sobre el ingreso rural total (Producer SupportEstimate o por sus siglas PSE) fue de 9,6% en Estados Unidos. Pero el dato más relevante es que los tamberos tuvieron un 20% de sus ingresos cubiertos por ayudas estatales, una cuestión que no es menor porque EE.UU. es un gran exportador de productos lácteos. 
Es decir que las políticas de Estado que desarrollan los norteamericanos a favor del sector tiene una influencia global de casi el 10% de los ingresos de sus productores. Pero el número de los tamberos es absolutamente llamativo. Especialmente debemos resaltarlo para aquellos funcionarios locales que plantean que los productores argentinos son ineficientes. Pero claro, nunca dicen que los estamos poniendo a competir contra un productor que recibe el 20% de sus ingresos de parte del Estado. Mientras que acá se los castiga desde el punto de vista impositivo, con la falta de infraestructura, los mercados no transparentes, etc.

 

Algunos ejemplos concretos
Desde fines de 2014 el gobierno estadounidense brinda a los tamberos la posibilidad de acceder a un ingreso mínimo a través del Programa de Protección de Márgenes (MPP por sus siglas en ingles) gestionado por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA). Este año se instrumentaron cambios en dicho programa, orientados a incrementar los niveles de ayuda a los tamberos más vulnerables. Además del sector lechero, en el trienio 2015/17 Estados Unidos también focalizó esfuerzos en el rubro azucarero (con un PSE del 52%), algodonero (10%) y el sector que produce carne ovina (8%). Cabe recordar que la Ley Agrícola estadounidense, conocida como “Farm Bill”, tiene vigencia desde la década del '30 y se renueva y adapta a las necesidades de los productores cada cuatro años.
Otro bloque económico que ayuda a sus productores desde su integración en la década del '60 es la Unión Europea (UE), que registró un PSE promedio de 19,3% en 2015/17. Es un número que si bien es menor a los registrados años atrás, cuando se alcanzaba un PSE de 33,8%, todavía sigue siendo muy elevado. Otro cambio importante que realizó la UE tiene que ver con la lechería. En lo que respecta a esta producción, eliminó las ayudas económicas y además comenzó a aplicar estrictas regulaciones ambientales a la actividad en algunas de las naciones que componen el bloque.
Pero no todo va por el mismo carril, algunos rubros recibieron un soporte importante en 2015/17. Entre los ejemplos principales se destacan la producción de arroz (con un PSE del 30%), la ganadería vacuna (23%), carne aviar (20%) y carne ovina (18%).
En el caso de Canadá, otro competidor importante de nuestro país en algunos rubros, también podemos observar cómo el productor recibe ayuda de parte del Estado para poder vivir y tener rentabilidad positiva. Canadá, con un PSE general del 9,3% en 2015/17, concentró la mayor parte de las ayudas en el sector lechero, que en el período logró cubrir 42% de sus ingresos con ayudas estatales. Otra vez la lechería, que muestra dificultades en cualquier parte del mundo, pero en muchos países se la ayuda.
Nuestro vecino y socio en el Mercosur, Brasil, a través de diferentes mecanismos como el precio sostén y los créditos, también brinda protección gubernamental. En este caso la comparación con décadas anteriores es importante y llamativa. Brasil, que extraía recursos del agro (el PSE 1995/97 fue de -14,4%), ahora, en el trienio 2015/17, cubrió con políticas públicas el 2,7% del ingreso de sus productores. Las ayudas se focalizaron principalmente en las producciones de arroz (con un PSE del 16%), trigo (10%), algodón (5%) y maíz (4%). Un cambio sustancial para un país que nos queda tan cerca y del que aprendemos tan poco. 
Los subsidios que aplican los países a sus productores no tienen siempre la misma finalidad. No es lo mismo China que Turquía, por ejemplo. En China, que en 2015/17 registró un PSE del 15,5%, los subsidios se aplican para fomentar el autoabastecimiento de productos considerados estratégicos, dado que más del 40% de los ingresos de los productores de algodón, leche, azúcar, trigo y colza proviene de ayudas estatales, mientras que en el caso del arroz y maíz ese porcentaje fue de 30% y 22% respectivamente.
En Turquía, por su parte, se decidió crear empleos a través de fuertes subsidios aplicados al agro. En 2015/17, si bien registró un PSE general del 25%, algunas actividades cuentan con grandes ayudas, tales como la ganadería vacuna (65%), el girasol (42%) y la carne aviar (38%).
En Rusia la situación es distinta. Cuenta con una matriz dedicada a extraer recursos de los granos para transferirlos a la producción de leche y carne: mientras que los tamberos y la ganadería bovina, por ejemplo, tuvieron en 2015/17 un PSE de 28% y 23%, la avena tuvo uno de -30%, el girasol de -10% y la cebada y el maíz de -12%. Por otro lado, existe un grupo de naciones desarrolladas en las cuales la actividad agropecuaria existe solamente fundada en la ayuda estatal. Tal es el caso de Noruega (con un PSE general de 57%), Islandia (57%), Suiza (56%), Corea del Sur (52%) y Japón (46%). 
La nación más parecida a nuestro país sería Ucrania, donde lejos de ayudar al productor el gobierno central extrae recursos del agro. Se estima que entre 2015 y 2017 el país europeo se quedó con un 7,7% de los ingresos totales del sector agrícola y lechero. Sin embargo ayudó a los productores de huevos (con un PSE del 13%), avicultores (12%) y porcinos (8%).
En el caso de la Argentina, el último número PSE que tenemos es de -27%. Es decir que el Estado se queda con casi el 30% del total de los ingresos que genera el sector agropecuario en su conjunto. Esto demuestra lo diferente que es la realidad de nuestro país y la del resto del mundo. Entonces, ante la certeza y la contundencia de estos números seguir pregonando que nuestros productores solamente tienen que ser eficientes, ponerlos a competir contra productores que arrancan en mejores condiciones, y sostener que el mercado va a solucionar todos los problemas que tiene nuestro sector agropecuario es cuanto menos una falta de conocimiento de la realidad descripta. 

 

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