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Latinoamérica 2019: entre el sueño y la pesadilla

En el año que termina América Latina fue testigo de diferentes movilizaciones: políticas, culturales económicas, democráticas y antidemocráticas. Crónica del año de un continente en llamas.

Por Agustina Bordigoni
| 30 de diciembre de 2019

La imagen del pueblo en las calles es, en algunos de estos casos, una señal esperanzadora para comenzar el 2020. En otros, en los que primó la represión, un recuerdo que es mejor borrar para iniciar un año verdaderamente nuevo. Un recorrido por el continente en permanente estado de protesta.

 

 

Una Venezuela, dos presidentes

 

El 2019 empezó de una forma poco común para Venezuela, y termina de una manera similar. El país tiene dos presidentes: uno en ejercicio, con el control de los poderes del Estado y los recursos para hacerlo; otro, líder de la oposición que se proclamó como jefe del gobierno pero que no gobierna, aunque sí es reconocido como mandatario por algunos países que incluso reemplazaron a sus embajadas venezolanas por otras que responden a él.

 

Juan Guaidó, a cargo de la Asamblea Nacional, se proclamó presidente encargado del país. Con un presidente para cada lado del planeta, Venezuela aún no logra unirse en una solución.

 

 

 

 

Perú: Legislativo contra Ejecutivo

 

Sin Congreso y con múltiples descontentos, la sociedad peruana aún no fue capaz de aglutinarse como lo hicieron las de otros países. No al menos en una manifestación masiva como las de Chile o Ecuador.

 

A la disolución del Congreso en septiembre de este año le siguió una moción de incapacidad temporal por parte del Poder Legislativo para que el presidente no pudiera ejercer sus funciones.

 

El país quedó sin Congreso pero aún tiene presidente: Martín Vizcarra asumió el puesto el año pasado, después de que el mandatario Pedro Pablo Kuczynski renunciara en 2018 por un caso de corrupción.

 

Sumido en la falta de credibilidad institucional y en sus problemas económicos, no puede desestimarse un posible despertar peruano para 2020.

 

 

Honduras, contra la privatización

 

Dos decretos presidenciales aprobados en abril podrían abrir la puerta a la privatización de los servicios de salud y educación en Honduras. Así lo entendieron quienes iniciaron las protestas y huelgas este año.

 

Desde entonces y hasta la actualidad, Honduras es escenario de movilizaciones que tienen como objetivo desde conseguir esas reivindicaciones concretas hasta lograr la renuncia del presidente Juan Orlando Hernández, a quien acusan de recibir fondos del narcotráfico para su campaña electoral.

 

 

 

 

La movilización social logró al menos que el gobierno diera marcha atrás con los decretos en cuestión.

 

 

Puerto Rico y un escándalo cibernético

 

En Puerto Rico el reclamo fue concreto: la renuncia del gobernador Ricardo Rosselló, de quien se difundieron chats y conversaciones en donde el mandatario se expresaba de manera sexista y homofóbica. Las conversaciones entre Rosselló y sus colaboradores incluían ataques contra opositores, periodistas y cantantes.

 

Después de dos semanas de protestas, de las que participaron también personajes famosos como Ricky Martin (también criticado en las conversaciones filtradas), Rosselló renunció a la gobernación del país. Se convirtió en el primer gobernador de Puerto Rico en dejar su cargo.

 

 

Brasil en llamas

 

Dos hechos marcaron el 2019 en Brasil. Ambos tienen que ver con el actual presidente Jair Bolsonaro (que asumió a principios de este año). El primero fue el terrible incendio en la selva del Amazonas, que no solamente afectó el territorio brasileño sino también a Paraguay, Bolivia y Perú.

 

“Amazonia no es patrimonio de la humanidad, sino nuestro”, dijo el presidente brasileño ante los mandatarios de la ONU, a lo que le siguió la afirmación de que “la Amazonia no está siendo devastada ni consumida por el fuego como dice mentirosamente la prensa”. Sin embargo, la deforestación, que se intensificó de manera exponencial durante el gobierno de Bolsonaro, tuvo mucho que ver con los focos de incendio: un 85% más que los registrados en la misma época en 2018. Durante la crisis Bolsonaro no trató a los recursos amazónicos ni siquiera como brasileños, sino como exclusivamente suyos.

 

El año político terminó con la liberación de Lula da Silva. Un posible foco de incendio para las próximas elecciones en la cada vez menos polarizada sociedad brasileña: Bolsonaro cuenta con los peores índices de aprobación desde su asunción.

 

 

Ecuador no resiste “paquetazos”

 

Ecuador tiene una importante historia de movilizaciones sociales: entre fines de 1996 y principios de 1997, en 2000 y en 2005, diferentes manifestaciones terminaron con las presidencias de Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez.

 

En todos estos casos la participación de los movimientos indígenas fue crucial. Y en todos estos ejemplos el pueblo dijo no a las medidas económicas que el gobierno deseaba imponer: aumento del precio de los combustibles, fin de los subsidios y ajustes previstos en el marco de un acuerdo con el FMI (tal fue el caso en 1997).

 

Es por eso que la revuelta social de este año contra el “paquetazo” de Lenín Moreno tomó tanta relevancia incluso para el presidente, que comprendió que debía negociar y así lo hizo: adiós al paquetazo, adiós a las protestas.

 

 

 

 

El despertar chileno

 

El pueblo chileno también se levantó contra el ajuste y la desigualdad. Fue por el aumento en el precio del transporte: el gobierno había anunciado el incremento de los costos de los pasajes, al que los estudiantes respondieron inicialmente con “evasiones masivas”.

 

Después, otra serie de reclamos se conjugaron en las multitudinarias manifestaciones: el sistema privado de pensiones, el aumento de las tarifas del agua y la electricidad, la desigualdad salarial y en el acceso a la salud y a la educación fueron los principales motivos que lograron juntar, en el hartazgo, a varios sectores de la sociedad.

 

A diferencia del caso ecuatoriano, en el chileno la solución a largo plazo se presenta más compleja: y es que es difícil resolver en poco tiempo cuestiones que son casi estructurales en la historia del país.

 

 

 

Bolivia: protestas, elecciones y golpe de Estado

 

Tras los comicios de octubre, controvertidos y con denuncias de fraude por parte de la oposición, el gobierno de Evo Morales aceptó una auditoría de la OEA.

 

La Organización recomendó la realización de un nuevo proceso electoral, algo que Morales aceptó y anunció tras conocerse el informe: el documento afirmaba que Morales no había sacado los 10 puntos necesarios para evitar una segunda vuelta con el opositor Mesa, aunque reconocía que según las estadísticas el actual presidente (por entonces) sacaba una ventaja porcentual sobre el otro candidato.

 

Movilizaciones a favor y en contra del gobierno, una policía amotinada y un ejército que “recomendaba” por televisión la salida de Morales del poder obligaron al mandatario a renunciar y a exiliarse en México. Tras la renuncia, Jeanine Áñez, una senadora opositora, se proclamó presidenta del país sin el quorum necesario del Parlamento.

 

 

Uruguay y Argentina: movilización en las urnas

 

Tanto Uruguay como Argentina vivieron elecciones este año. Mientras en nuestro país la brecha entre los candidatos fue más contundente, en el caso uruguayo la diferencia de votos fue mínima e hizo falta una segunda vuelta: finalmente el nacionalista Luis Lacalle Pou ganó al frentista Daniel Martínez por un 1,5% de los votos.

 

El escaso margen obligará al futuro gobierno a forjar consensos para conseguir la legitimidad necesaria para gobernar. Y lo que pase en 2020 tanto en Uruguay como en Argentina importa para la relación bilateral de dos socios históricos del Mercosur.

 

 

 

Primavera en Colombia

 

Las protestas en el país se desarrollaron de manera eminentemente pacífica. Y es que los colombianos piden eso: la paz. Uno de los principales reclamos es el cumplimiento por parte del gobierno del acuerdo firmado con las FARC, que puso fin a un conflicto que mantuvo en vilo a la población por cinco décadas. Los manifestantes no solo culparon al gobierno de Iván Duque de no cumplir con los compromisos asumidos sino también de endurecer la política frente al ex grupo guerrillero: en algunos operativos murieron niños que nada tenían que ver con las células que aún subsisten del grupo terrorista. El terrorismo de estado sin dudas no es la solución.

 

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