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Las dos afirmaciones en las que se basa la defensa

La abogada sostiene que Carina Di Marco desconocía los abusos y era víctima de violencia de género.

Por redacción
| 22 de abril de 2019
El tribunal debe definir si Di Marco desconocía el drama de su hija o era cómplice del abusador.

Hay dos afirmaciones que sostienen, en buena medida, la defensa que la abogada Karina Mantelli ha planteado desde abril de 2017, cuando Di Marco fue detenida e indagada por la jueza Palacios. Dijo que la mujer desconocía totalmente los abusos sufridos por la nena –los forenses Ricardo Torres y Luis Paulo Lucero Arienti, quienes practicaron la autopsia, confirmaron en el juicio que descubrieron signos de abusos antiguos–, y que ella era víctima de violencia de género. 

Hubo testimonios que avalaron esto último. Por ejemplo, el del psicólogo Alberto Jaimez, que firmó de modo conjunto un informe realizado con dos peritos oficiales, el psiquiatra Gonzalo Mayor y Miriam Bottino. Jaimez indicó que durante las entrevistas surgió que Di Marco ha sido víctima de violencia de género durante su relación con Gómez. "Cuando hay violencia de género, hay sometimiento", aseveró Jaimez, quien expresó también que hubo “una marcada emocionalidad" cuando la mujer habló de la muerte de Florencia. 

La psicóloga Sandra Pérez, de la Comisaría de Atención a la Niñez y la Adolescencia (entrevistó a la juzgada cuando buscaban a la nena y cuando hicieron el allanamiento en su casa), refirió que vio a una mujer angustiada, con lágrimas en los ojos, preocupada por el paradero de la mayor de sus cuatro hijos.

La familia de la que proviene Di Marco es numerosa y muy humilde, dijo. Contó que tuvo una infancia y una adolescencia muy dura, muy difícil, y que a los 16 años, ella debió empezar a trabajar, para procurarse el sustento. 

La acusada no terminó la secundaria, a pesar de que, ya siendo madre, intentó hacerlo en una escuela nocturna. La necesidad de trabajar, sumada a la crianza de los niños, le dificultaron cursar.

Según los profesionales de la salud mental que firmaron el informe, Di Marco no presenta patologías de tipo psicológico o psiquiátrico, y comprende y puede dirigir sus actos. 

 

 


Florencia empezó a sufrir el sometimiento en Mendoza.

 



Mayor dijo que Di Marco tiene una personalidad neurótica, es decir, que puede distinguir la realidad de la fantasía; que la negación y la disociación son dos mecanismos de defensa observados en ella y que “tiene una dinámica narcisista, que sobrevalora lo propio sobre lo exterior, que minimiza cuestiones reales o externas que van contra lo propio; ve lo que quiere ver”. "Está centrada en sus necesidades, no en el resto", manifestó la psicóloga Graciela Rickard, del Cuerpo Profesional Forense del Poder Judicial, quien intervino en el caso cuando la Justicia de Familia y Menores debió disponer el destino de la hija más pequeña de la acusada, cuando esta quedó detenida. 

La disociación se visualiza en Di Marco en una "descripción de hechos sin vincularla a sus emociones (...) tiene escasa resonancia afectiva", consideró la psicóloga durante su testimonial. Cuando el juez Gustavo Miranda Folch le consultó si hubo algo que le llamara la atención, dijo que fue, justamente, "la distancia afectiva" de Di Marco. 

En la segunda audiencia brindó testimonio la licenciada en Servicio Social Mónica Pretel, quien aseguró que vio a una paciente “sin reacción”, desinteresada por dónde estaba su hija y qué había sucedido con ella. Esta profesional trabaja en la Maternidad Provincial "Doctora Teresita Baigorria", y conoció el caso cuando Di Marco estaba internada, a poco de dar a luz a su hija más pequeña, cuando estaba activa la búsqueda de Florencia. 

Quien dio, a través de su informe y de su declaración, algunas conclusiones interesantes sobre cómo era el vínculo de Di Marco con Florencia, de Gómez con la nena y de la pareja en sí fue la jefa del Departamento de Trabajo Social del Poder Judicial, Gladys Noemí Amieva. Afirmó que Di Marco naturalizaba la violencia verbal, psicológica, simbólica y hasta física que había en el seno familiar, y el dominio que ejercía Gómez en la casa. 

Advirtió que en el hogar había una relación desigual, asimétrica, entre Di Marco y Gómez, quien cumplía un "rol afín" al de padre respecto a Florencia. Él imponía las reglas en la casa. 

La pareja tenía problemas, según le explicó Di Marco a Amieva, porque Gómez se alcoholizaba –fundamentalmente los fines de semana– y, en lo reciente, también consumía cocaína. Di Marco le recriminaba esto, y él reaccionaba agresivo. 

Amieva consignó en su informe la respuesta que la acusada le dio cuando le preguntó cómo era la relación de Gómez y la niña. “Re bien se llevan, chocan mucho, porque los dos tienen carácter fuerte”, dijo la profesional que le respondió la mujer. 

La trabajadora social hizo un análisis de este contrasentido, que para ella habla claramente de cómo era el vínculo entre la nena y el padrastro, y, más ampliamente, la dinámica familiar.“Era una relación conflictiva, (la niña era) desafiante (...). Ella contó que Florencia no se levantaba a comer, que solía quedarse toda la noche despierta con el celular ¿Dónde estaban las figuras de autoridad, de cuidado, de protección?”, se preguntó. 

Según la licenciada, Di Marco “no se pudo interpelar sobre la detención de él; no pudo relacionar esos dos momentos, la muerte de su hija y el arresto de su pareja. No lo cuestionó a él”.
 

 

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