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Un espectáculo con arañas y grillos amigables

Por primera vez en Mendoza, el circo francocanadiense mostró “Ovo”, el show en el que un huevo, muchos insectos y la música brasileña ambientan una selva donde la fantasía es posible. La magia nunca estuvo tan cerca de San Luis.

Por María Florencia Baccello
| 26 de agosto de 2019
El espectáculo que llegó a Mendoza fue escrito en 2009 por Debora Colker, una brasileña que apostó a incorporar en la obra las tradiciones de su tierra. Foto: Alejandro Lorda

La compañía internacional "Cirque du Soleil" sorprende por donde pasa. Con espectáculos que van de un continente a otro, con artistas de diferentes nacionalidades, ideas originales, culturas que se chocan y talento desplegado frente al público, los productores y actores que conforman el elenco circense más prestigioso del planeta saben que la disciplina y la homogeneidad es algo que los llevó a ser lo que son.

 

Una vez más, Argentina fue uno de los puntos predilectos para que los cirqueros monten uno de sus espectáculos más increíbles y que lleva más de diez años girando por todos lados. "OvO" se presentó en Buenos Aires, Córdoba y Mendoza ante espectadores de todos los tamaños que lograron cautivarse con los colores, los sonidos y las piruetas que presentaron en escena.

 

El magnífico show cuenta la historia de un diverso mundo de pequeños insectos que conviven armoniosamente hasta que un misterioso huevo llega para agitar el avispero de la curiosidad del microuniverso. Malabares de pie, balanceo de manos, acrobacias aéreas, equilibrismo y contorsión son algunas de las técnicas con las que se representa la obra. Junto a esas técnicas se dibujan animales que sostienen la diversidad cultural que también se vive en la compañía: artistas de Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña, Brasil y España conviven y disfrutan de este trabajo que también les brindó el cariño necesario para sentirse como en casa.

 

Hasta la semana pasada, y con éxito imposible de calcular, el Cirque estuvo por primera vez en Mendoza, y como nunca antes al alcance del público puntano.

 

 

 

Nicolás Chabot, publicista de la obra, explicó que dentro de la compañía todos cumplen una función específica y se unen para que el trabajo no sea tan pesado y se sepa disfrutar fuera y dentro del escenario. "OvO es una fiesta de colores. Una obra llena de alegría y fiesta y es eso mismo lo que queremos demostrarle al público: que también dentro del grupo de trabajo nos divertimos, nos ayudamos y hacemos lo posible para que cada función, cada país visitado y cada gira sea una celebración", expresó. El espectáculo que llegó a Mendoza fue escrito en 2009 por Debora Colker, una brasileña que apostó a incorporar en la obra, como también en el "Cirque...", el espíritu y las tradiciones de su tierra. La música y el baile en el espectáculo son notablemente brasileños y crean un universo mágico de pequeñas especies que ante las adversidades se ríen y gozan de la mejor manera.

 

"Es una obra con espíritu brasileño, pero yo creo que es algo totalmente sudamericano. Es un show muy dinámico y colorido. Lo he visto tantas veces pero los artistas me siguen sorprendiendo con cada cosa que hacen frente al público”, comentó Nicolás, que acompañó a los protagonistas en su gira latinoamericana que comenzó en Paraguay a principios de julio y pasó por Argentina con exitosas repercusiones.

 

El Cirque siempre estuvo cerca

 

En Mendoza la avant première fue el jueves 1º de agosto en el estadio "Aconcagua arena". El "tapis rouge" estuvo disponible para celebridades de la provincia, periodistas, funcionarios y público en general que decidió no perderse la primera presentación de los artistas, que luego realizaron funciones hasta el 10 de agosto.

 

 

 

El "Aconcagua arena", un lugar novedoso ubicado a pocos kilómetros del centro mendocino con instalaciones cómodas, baños acordes al lugar, bebederos en cada puerta de acceso y señalización que ayudó a los ingresantes a no perderse dentro del estadio, se vistió, al principio, de pantano con luces tenues que acompañaron la llegada del público, ruido de grillos que ambientaban el lugar y un huevo gigante arriba del escenario que esperaba ser agarrado por los bichos que minutos después aparecerían en escena. También, una pantalla led les dio la bienvenida a los presentes con un cálido "Merci" que se proyectaba en su interior.

 

Afuera del Arena, la venta de merchandising estuvo distribuida en varios puntos del estadio, con precios accesibles y una gran variedad de objetos que iban desde los 200 hasta los 1.500 pesos. Gorras, remeras, botellas de agua, imanes, asientos inflables, paraguas, buzos, libros para colorear y llaveros fueron algunos de los elementos que se vieron en exposición y los asistentes no dudaron en comprar para llevarse un recuerdo a sus hogares.

 

 

 

Una de las particularidades que tuvo "OvO" fue la interacción de los artistas con el público en los minutos previos al inicio de la función. Pulgas, hormigas y mosquitos bajaron del escenario para corretear entre los presentes, pedir palmas, sacarse fotos y divertirse con los más chicos que los miraban sorprendidos. Entre ellos, con la seriedad que los caracteriza, técnicos y guardias los cuidaban para que nadie se atreva a cortar sus trajes, a golpearlos o molestarlos demasiado con los flashes de los celulares. La función tenía que comenzar con los protagonistas en perfecto estado.

 

Cuando la sala se oscureció por completo, una voz en off les dio la bienvenida a los presentes pero también les advirtió que durante el espectáculo se podían sacar fotos y filmar pero sin alterar a los artistas, es decir, sin flashes y demás interrupciones. Así fue que varios acomodaron entre sus manos el teléfono para sacar las mejores imágenes.

 

Una coreografía grupal presentó a los acróbatas, clowns y músicos del espectáculo. Los colores brillantes, la sonrisa en los rostros y sus piernas estilizadas danzaron al ritmo de la bossa nova y el samba brasileño.

 

Las hormigas coloradas, un sexteto de chinas equilibristas con exceso de sonrisas, fueron las primeras en demostrar sus destrezas; con kiwis y choclos en sus pies que pasaban de un lado al otro sin rozar el piso y también sus cuerpos que pasaban sin problema entre las compañeras que servían de sostén. La aventura de "OvO" comenzó con una coqueta vaquita de San Antonio y un escarabajo mandón y cascarrabias que dirigían la tropa de insectos. Pero también con una libélula, que de momentos parecía una mosca, que llegó cansada a la comuna con un huevo gigante en su espalda. Todo polvoriento y desganado, el agradable insecto bailarín estaba orgulloso del gran hallazgo; pero el viejo cascarudo, con cara y zapatos de payaso, no quería que el huevo quedara para él, sino para la comuna. Fue así que durante toda la función se encargó de que pasara un mal rato expulsándolo en el escenario, escondiendo el huevo en un lugar seguro o generando disturbios para que la libélula azul –a la postre, el protagonista central de la obra- no esté cerca del tan aclamado huevo.

 

 

 

Así la historia transcurrió entre risas y sorpresas. Mientras que los bichos peleaban entre sí, o coqueteaban con la vaquita de San Antonio que se llevó todas las miradas, los equilibristas, acróbatas y contorsionistas se preparaban para demostrar sus talentos.

 

Entre los cuadros más impresionantes estuvo el de los once grillos saltarines que, subidos a una palestra, dieron volteretas en el aire, saltaron desde las colchonetas y conquistaron al público con sus sonrisas encantadoras.

 

Como el compañerismo y la armonía fueron dos de los tópicos que la autora de "OvO" quiso demostrar desde los comienzos del espectáculo, los bichos al finalizar la función dejaron las diferencias de lado y disfrutaron de la compañía del huevo junto al público que casi se entera qué contenía adentro, pero quedó como sorpresa para una próxima vez.

 

El final fue tan colorido como el principio. Papelitos de colores volaron por los aires, la música en vivo se llevó sus aplausos y los protagonistas de la noche danzaron y cantaron junto a los presentes que los ovacionaron de pie.

 

Por dentro

 

Chabot expresó que para que este espectáculo salga de la mejor manera y los aplausos sean tan verdaderos como los artistas esperan, los trabajadores, partiendo desde acróbatas, actores, técnicos, ayudantes, armadores, entre otros, cumplen una rutina de trabajo tan exigente como el talento que despliegan en la función.

 

"Las rutinas de los artistas son tan importantes como las horas de trabajo dentro del circo. Todos debemos adaptarnos a los diferentes escenarios en el que nos toca participar y eso es un momento en que el equipo debe consolidarse como una gran familia", contó el publicista. Reuniones y charlas sacan las dudas no solo de los que están frente al público, sino también de los vestuaristas y maquilladores, que se presentan horas antes de la función para acompañar lo más cerca posible.

 

Además, Nicolás agregó que no solo lo técnico y lo profesional es lo importante en la compañía francocanadiense, sino también la salud de cada actor y acróbata. "La compañía cuenta con dos terapeutas que viajan con nosotros para que todos puedan consultarles lo que deseen en el instante. Además, uno de los contorsionistas es instructor de pilates, una actividad fundamental en estas compañías teatrales donde se sobreexige al cuerpo", explicó.

 

El tiempo que les toma el trabajo a los artistas es uno de los problemas con los que tienen que lidiar para rendir como corresponde en cada función o gira. Los tours completos suelen durar diez semanas y luego, todo el equipo tiene dos semanas de descanso. “Después de las diez semanas, los equipos suelen estar exhaustos. A veces hacemos más de una ciudad por semana y los artistas se cansan, por suerte en Mendoza estuvimos dos semanas. Tenemos que buscar la manera de trabajar con ellos y por eso el desafío es mejorar sus condiciones en ese tiempo que están lejos de sus familias”, contó el publicista.

 

Por su parte, el acróbata francés Kilian Mongey, miembro de "OvO", expresó que sus compañeros logran que la distancia que hay con sus seres queridos sea un poco menos dolorosa. "Tengo la suerte de que mis compañeros son tan cálidos que me siento afortunado. Somos todos de diferentes nacionalidades pero nos une algo en común que es el trabajo en equipo y la amistad", expresó Kilian que conforma el grupo de grillos voladores que conquistó al público con la técnica del "Tumbling", una disciplina que se desprende de la gimnasia de trampolín.

 

La fiesta de colores del "Cirque du Soleil" llegó a Argentina una vez más, con historias, reflexiones, risas y anécdotas que dejaron al público con la boca abierta como ya los tiene acostumbrados.

 

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