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En Francia crían vacas con baja emisión de carbono para ayudar al planeta

Los animales ayudan a reducir el impacto del calentamiento global.

Por redacción
| 10 de septiembre de 2019
Foto: Internet.

A primera vista, nada las distingue de otros rumiantes, pero, las 120 vacas lecheras de la granja experimental de Trévarez, en el noroeste de Francia, producen menos emisiones de carbono, lo que contribuye a reducir su impacto en el calentamiento global.

 

Según cifras de Citepa (Centro técnico de estudios de la contaminación atmosférica), el 14% de los gases de efecto invernadero provienen del ganado. A esto se suma el consumo por estos animales de harina de soja, que aumenta la huella de carbono.

 

Con el objetivo de reducir en 20% sus emisiones de gas de efecto invernadero para 2025, el sector lechero francés lanzó en Bretaña (noroeste), la principal región de lácteos de Francia, un programa experimental bautizado "ferme bas carbone" (granja con baja emisión de carbono).

 

Este experimento, que es gestionado por la Cámara de Agricultura francesa, fue incluido en la agenda de soluciones de la COP21. Su objetivo, sobre el papel, es difundir buenas prácticas entre todos los agricultores.

 

"Poder decir, en una cuenca lechera, que producimos leche minimizando al mismo tiempo su impacto en el medio ambiente será sin dudas decisivo en el futuro", afirma Pascal Le Coeur, ingeniero agrónomo y director de la granja.

 

Con vacas lecheras Prim Holstein, la primera raza lechera del mundo, los técnicos de Trévarez trabajan en una serie de parámetros para minimizar la huella de carbono, sin afectar las finanzas de la granja.

 

Tomando en cuenta que las principales fuentes de emisiones vienen de la alimentación y del metano de la digestión, Trévarez trabaja intensamente en adaptar la alimentación de los rumiantes.

 

Así, la harina de soja, cuyo cultivo acelera la deforestación de la Amazonía, fue reemplazada por harina de colza.

 

"La colza es mejor, pero hay que traerla en camiones, así que lo que queremos ahora es utilizar otras proteaginosas cultivadas localmente, como las habas", explica Le Coeur.

 

 

No existe una receta milagrosa

 

En verano, el pasto constituye el 60% de su alimentación. Éste se combina con maíz forrajero cultivado localmente. En invierno, se aumenta la ración de maíz para que los animales hagan frente al frío en las mejores condiciones.

 

Además de sus beneficios en términos de autonomía alimentaria y huella de carbono, estos menús son evaluados en función del metano liberado a la atmósfera, gracias a un dispositivo situado cerca de las mandíbulas de los rumiantes.

 

Los técnicos de Trévarez también redujeron el uso de fertilizantes químicos, que emiten óxido nitroso (N2O), y los remplazaron por fertilizantes orgánicos que esparcen "lo más cerca posible del suelo, o incluso por inyección en el suelo", sólo cuando las condiciones climáticas impiden la volatilización del amoníaco.

 

Otro parámetro clave es la gestión del ganado para reducir al máximo los "animales improductivos". La granja mantiene sólo las novillas que necesita, limita la reproducción de las vacas lecheras y ha aumentado la edad media del primer parto a entre 26 a 24 meses.

 

No existe una receta milagrosa, sino una suma de pequeñas rutas que conducen a una cría más virtuosa", resume Le Coeur. No hay que olvidar que vivimos en "una época en la que cada vez será más complicado producir leche con veranos más calurosos y secos", añade.

 

AFP-NA

 

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