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Con lluvias, el Valle del Conlara recuperó el optimismo

Acentuada la tendencia a las precipitaciones tardías en primavera, el maíz y la soja tardaron en reaccionar. Pero enero trajo agua y alivio para una zona muy castigada.

Por Marcelo Dettoni
| 26 de enero de 2020
Maíz. En el Valle del Conlara se siembra a partir del 20 de noviembre y actualmente está entre V4 y V7, con algunos llegando a V8.

Cuando parecía que la campaña agrícola comenzaba a naufragar, aparecieron las lluvias salvadoras en San Luis. Nada está asegurado en medio de un clima dispar, imprevisible que no conoce de equilibrios, porque es capaz de determinar 20 días seguidos de sequía y, de golpe, desatar un vendaval de agua. O como pasó la semana pasada en Buena Esperanza, cuando la tormenta vino acompañada de una especie de tornado que causó graves daños en la ciudad.

 

Pero lo cierto es que la llegada del agua puso fin a casi tres semanas de angustia para los productores puntanos, que veían cómo se iba agotando el perfil del suelo y entonces sus cultivos, que en muchos casos ya habían sido sembrados tarde por los mismos motivos, no podían desarrollar todo su potencial en un enero que siempre es el de mayores requerimientos hídricos debido al fuerte calor estival.

 

Así como la semana pasada la revista El Campo repasó con Ramiro Gonçalvez la marcha de la campaña gruesa en zonas como El Amparo, La Cumbre, Justo Daract y Juan Llerena; ahora hizo lo mismo con Marcelo Bongiovanni, quien vive y trabaja en el Valle del Conlara, otra región fuertemente productiva de la provincia, que también es un termómetro de lo que está viviendo el campo.

 

Bongiovanni tiene una triple condición que lo hace una referencia ineludible para consultar qué pasa en el amplio cinturón que va desde La Toma hasta Concarán, surcando la autopista 55 entre los departamentos Pringles, Chacabuco y Junín. Es ingeniero agrónomo y profesor de esa carrera en la Universidad Nacional de San Luis, tiene un campo que maneja junto a su padre y es dueño de un comercio que vende insumos agrícolas, por lo que tiene ahí mismo de primera mano, en el mostrador al que acuden sus vecinos, la sensación térmica de lo que ocurre con el sector productivo.

 

O sea que posee los conocimientos técnicos, sufre a la par del resto de los productores con los vaivenes que provocan los cultivos y sabe si la inversión en tecnología e insumos se mantuvo o cayó fruto de la eterna crisis económica que vive la Argentina y la fuerte presión que ejercen los gobiernos sobre el único sector que genera dólares genuinos.

 

 


El hombre orquesta. Marcelo Bongiovanni es productor, docente y vende insumos.

 

 

En el Valle del Conlara se repitió un fenómeno climático que viene marcando una tendencia en los últimos años: las lluvias cada vez se retrasan más. Antes San Luis tenía octubres con buenas precipitaciones, que permitían preparar los lotes de manera adecuada para comenzar a planear la siembra, sin embargo, en 2019 volvió a ser un mes seco, que extendió lo que pasa en cada invierno en una provincia con un régimen de lluvias monzónicas, típicas del período estival.

 

“Recién en noviembre comenzó a caer agua como para hacer las primeras siembras en buenas condiciones, porque cayeron entre 130 y 160 milímetros entre Naschel y Tilisarao, un poco por encima del promedio de 120 milímetros que es lo usual”, contó Bongiovanni, quien reconoció, sin embargo, que “La Toma y de Concarán al norte siguieron castigados por la falta de lluvias y tuvieron que recurrir a las implantaciones tardías, incluso ya entrado diciembre”.

 

El Conlara es una zona que el ingeniero agrónomo define como de “cultivos de primera, pero algo tardíos”, porque siempre hay que tener en cuenta la estrecha ventana entre los períodos de helada de un año y otro, y si el productor en cuestión hizo o no trigo durante el invierno. En diciembre las precipitaciones volvieron a aflojar, con promedios de entre 20 y 70 milímetros según la zona, pero de todas maneras la soja y el maíz arrancaron su ciclo en la mayoría de los campos.

 

“Estamos transitando momentos difíciles, con una campaña que tuvo pocas aplicaciones en tiempo y forma por el clima, lo que hizo que el control de malezas se realizara tarde y surgieran algunas emergencias difíciles de combatir. Y, además, por el costo de los insumos, mucha gente movió los lotes, dejó de lado la siembra directa y volvió al sistema convencional. Entre un 5 y un 10% recurrió a este sistema, tanto en soja como en maíz, y luego con la falta de agua esos cultivos la pasaron muy mal”, contó el productor.

 

Las malezas entonces pasaron a ser un problema serio, sobre todo la Rama Negra, que surgió con fuerza luego de un invierno y una primavera muy seca, estaciones en las que no se pudo aplicar preemergentes. En cuanto al Yuyo Colorado, no es todavía una maleza que predomine en el Valle del Conlara, pero va creciendo, ya se ve en muchos lotes. Y como es resistente a glifosato y muchos otros herbicidas, está causando estragos si no se aplicaron las combinaciones más adecuadas antes de la siembra.

 

“La única noticia buena en lo que va de enero fueron las lluvias…”, dice con pesadumbre Bongiovanni, quien enumera las malas: “Cada vez mayor presión impositiva, ahora incluso les cobran a los contratistas para inscribir sus máquinas, lo que por supuesto después ellos trasladan al productor; y ,además, no hay plata en el bolsillo de nadie, entonces todo impacta en la economía de los pueblos. Si la campaña no es buena, la pasan mal todos, yo con mi negocio de insumos, el carnicero y el dueño del taller mecánico, porque el vecino retrasa el arreglo del auto”.

 

 Esa falta de circulante impacta en todos los sentidos, también en la calidad de los cultivos, por lo que es de esperar que los rindes no sean espectaculares. “Se notó que muchos productores dejaron de lado los híbridos de maíz, que tienen la mejor tecnología para aguantar la seca y resistir la compañía de las malezas, yo creo que entre el 30 y el 40% apostó por variedades más baratas y eso tendrá una consecuencia negativa. Otros optaron por no fertilizar o hacerlo con dosis más bajas, lo que también pegará en el rinde final”, aseguró el ingeniero agrónomo.

 

En su comercio de venta de insumos para el campo, la crisis se hizo sentir en la facturación. “Cayó entre un 30 y un 40 por ciento en esta campaña, te compran lo básico, el glifosato para combatir las malezas y poco más. Vendimos muchos menos híbridos de maíz, y la soja la sacaron del bolsón de lo recolectado, la clasificaron y la sembraron de nuevo, encima con menos fertilización, porque la plata no alcanza”, describe.

 

 

Por el costo de los insumos mucha gente movió los lotes y dejó de lado la siembra directa. Pero les fue mal", dijo Marcelo Bongiovanni.

 

 

 

Y después está la cuestión política, que se mete de lleno en la actualidad del campo. “Desde que todos tomaron conciencia de que iba a ganar Alberto Fernández y volvía el kirchnerismo, hubo más productores que se volcaron a la soja, porque sabían que iban a subir las retenciones. Si bien los derechos de exportación de la oleaginosa son mayores que los del maíz, es más barato hacer soja, el cereal tiene un costo muy alto por hectárea y hay que invertir en híbridos y fertilizar para tener buenos rindes. En cambio, la soja, como te dije, se puede plantar con semillas que ya estaban en el campo, en el bolsón del año pasado”, reconoció.

 

Esto llevó, al menos en el Valle del Conlara, a que haya más superficie plantada con soja que con maíz, contradiciendo lo que pasa en general en San Luis, donde el cereal es el que manda; y más acorde al promedio del resto del país, que busca en la exportación una salida económica con menos inversión. Según las estadísticas de la Bolsa de Cereales, en la provincia se sembraron este año 325.000 hectáreas de maíz y 237.000 de soja, una proporción que no se refleja en esta zona. Y en la Argentina la brecha es aún mayor: la intención de siembra de soja alcanza las 17,5 millones de hectáreas, mientras que la del cereal es de apenas 6,3 millones.

 

“Hoy hacer maíz lejos de los puertos, como pasa con nuestra provincia, es casi inviable si no se transforman los granos en carne, por ejemplo. Llevarlos a Rosario, con los costos actuales de flete, es imposible. Y tampoco ayudan las industrias radicadas en Villa Mercedes, como Glucovil o Diaser, porque se aprovechan de esa situación y pagan poco. Sale casi lo mismo llevarlo a Rosario que a sus plantas, es increíble”, lamenta Bongiovanni, quien se ilusiona de sólo pensar que algún día pueda volver el ramal ferroviario de cargas que unía el Valle del Conlara con Villa Mercedes: “Ojalá, sé que ya hubo reuniones, sería fundamental para bajar los costos de transporte y ayudar a los productores de esta zona. El tren tiene muchas ventajas comparativas respecto del camión”.

 

Otro tema preocupante son los lotes que quedaron sin sembrar, que se divisan a los costados de la autopista e incluso internándose un poco en los pueblos. “Es una lástima, porque es tierra que siempre fue cultivada, pero hay productores que vieron que no iban a recuperar ni siquiera la mínima inversión y los dejaron a la deriva. Lo peor es que cuando quieran volver les va a costar recuperarlos porque quedan llenos de basura, hay que empezar de cero, y eso sale mucha plata”, explicó Bongiovanni.

 

Una buena consecuencia, casi la única, de la actual coyuntura es que volvieron a verse plantaciones de sorgo, un cultivo de verano que había quedado casi olvidado en los campos de San Luis. Hay una variedad del sorgo granífero conocida como Igrowth que con nueva tecnología tolera el imezetapir, un postemergente residual muy efectivo. “Por costos, por cada hectárea de maíz hacés tres de sorgo, así que es una buena variante para pasar esta campaña”, lo define el productor de Tilisarao.

 

Según sus relevamientos, la soja sembrada en el momento correcto (entre el 10 de noviembre y el 1º de diciembre) está entre los estadíos F1 y F3, o sea desde comienzos de floración hasta comienzas de la formación de las chauchas. Si las lluvias siguen acompañando en lo que resta de enero, habrá pasado el período crítico y se podrá esperar un excelente resultado final, ya que la condición general de los cultivos va de buena a muy buena en la mayoría de los casos.

 

En cuanto al maíz, que en general fue implantado del 20 de noviembre al 10 de diciembre, está transitando entre V4 y V7, con algunos lotes ya pisando V8, o sea que ya tienen hojas con lígula visible. “Enero, que es el mes clave, lo estamos transitando bien, los perfiles se recargaron y se puede pensar en un resurgimiento de lotes que la estaban pasando mal. Ya si en febrero vuelven a aflojar las lluvias no será tan decisivo, aunque el agua en San Luis siempre viene bien, hay que agradecerla caiga cuando caiga, así sea mucha de golpe”, asegura Bongiovanni.

 

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