A la salud de la bebida nacional

Desde 2015, el último día de noviembre está reservado para celebrar el día de la bebida nacional por excelencia, el mate. La fecha fue instaurada en conmemoración del nacimiento del comandante guaraní Andresito Guasurarí, gobernador de Misiones a principios de 1800 quien fomentó la producción y dio gran impulso a la comercialización de la yerba mate. El día es la excusa perfecta para rendirle honor al compañero de reuniones, de estudio y de vida de los argentinos. Durante un fin de semana completo el predio de La Rural, en Buenos Aires, se vistió de tradición y congregó a productores, artesanos y mucho público en la tercera edición de MateAr.

La primera novedad atraía a todos, apenas se ingresaba al complejo rural, una larga fila esperaba poder tener su propio Documento Nacional de Yerbatero. Tal como si fuera el DNI, los asistentes podían sacarse una foto y obtenían una credencial que los acreditaba como materos de ley. Dentro del salón también había otro puesto especialmente para eso que también desbordaba de gente.

Estuvieron presentes los productores de yerba más reconocidos del país como Cbsé, Rosamonte, Taragüí, Piporé, Romance, Playadito, Cruz de Malta, Secadero, Verdeflor, Liebig, entre otros, quienes realizaron algunos juegos, como armar rompecabezas en una pantalla grande en veinte segundos y si los participantes lo lograban podían llevarse combos de yerba, mates descartables o importantes descuentos en diferentes productos. Además algunos expertos en cada puesto explicaban cómo se realiza el proceso de producción desde la cosecha hasta el paquete que llega a cada casa.

Las yerbas orgánicas y las saborizadas tuvieron un espacio destacado. En “Mate & Co.” quisieron agregarle sabores a la yerba y como resultado obtuvieron blends naturales que combinan yerba orgánica premium con especias, hierbas y flores, una forma distinta de disfrutar del mate para osados no tradicionalistas.

El reconocido pintor Milo Locket tuvo su espacio donde creó sus obras características mientras una niña, emocionada le explicaba a su mamá quién era el artista y le pedía una foto con él.

En el recorrido, había para elegir desde bombillas y mates uruguayos, de vidrio, en calabaza, de porcelana y decorativos, pero el arte del labrado de mates en plata tenía un sector muy iluminado. Allí, una artista tallaba con mucha paciencia un diseño especial a pedido de un cliente. Detrás, estaba dispuesta una vitrina impecable con decenas de mates exclusivos, cada uno estaba señalado con los nombres de cada orfebre que esperaban la venta de sus elaboraciones.

En el corazón del predio sobresalía el “Patio matero”, para que todos los que lo desearan, pudieran sentarse a disfrutar sus bebidas, en mesas con sillas altas o sillones. Algunos habían ido preparados con sus equipos y otros los compraron en el lugar. Como todo estaba bien pensado, hacia un costado y no muy lejos de ahí, otro puesto brindaba agua caliente gratis.

Entre las decenas de stands de mates, había uno que llamaba particularmente la atención y los asistentes, un tanto reticentes, rodeaban el lugar pero luego regresaban y se animaban a preguntar. La idea de Pablo Gallego, el mate eléctrico, está dirigida a los que toman solos, los oficinistas o simplemente a los olvidadizos. El creador explicó que el producto consiste en una base, un cable con conexión USB, el mate elaborado con acero en su interior y que su utilización es muy sencilla, “se apoya en una base que se conecta a USB y mantiene constantemente la temperatura interna del mate y trabaja entre 55 y 60 grados. Si lo dejás 15 o 20 minutos sabés que está a una temperatura ideal y no se lava, a diferencia de los comunes”, enfatizó. La pieza puede conseguirse desde los 900 hasta 4500 pesos a través de su página de internet.
 

Dos artistas. Una mujer talla un mate y el reconocido pintor Milo Lockett decora la sala.

Muy cerca de esta innovación estaba el helado de mate de “Arkyn”, cuyo local está ubicado en Palermo Soho. La empresa los elabora para CBSé con sus productos Premium y para la exposición realizaron exclusivamente cinco sabores, naranja, limón, frutos tropicales y frutos del bosque, todos cubiertos de chocolate. Cualquiera de ellos se conseguía a cien pesos. Según contó el dueño del local, “el reto máximo fue trabajar un producto que se consume entre 80 y 90 grados, trasladarlo a menos 20 y que no perdiera la esencia”. Algo que lograron con creces, ya que tomar un helado de mate dejará el mismo resabio en la boca que tomarlo con bombilla, sin tanto dulzor y con mucho frescor.

También estuvo presente la sommelier de yerba mate Karla Johan, quien llevó sus libros y dio consejos para disfrutar el mate con todos los sentidos.

Entre los puestos había algunos libros de recetas para elaborar, por ejemplo, bondiola braseada en cerveza y mate, pannacotta de yerba mate, sopa paraguaya, entre otras. Además algunos ofrecían sabrosos chipás o los tradicionales alfajores de dulce de leche, de maicena, santafesinos; bizcochos y medialunas; palmeritas y pastafrola. Todo el combo para que nada faltara.

Los tragos con yerba mate fueron muy solicitados, los bartenders que elaboraban bebidas frescas que además de la yerba incorporaban limón, pomelo, naranja, menta, entre otros saborizantes no tuvieron descanso.

Al final del salón había un pequeño escenario donde cada una hora aproximadamente realizaban sorteos, daban consejos para preparar y curar el mate, charlas y música.

Sin dudas, la feria MateAr ya se instaló y va camino a convertirse en un clásico. Una buena idea para repetir en el interior del país.