SAN LUIS - Jueves 09 de Mayo de 2024

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¿Empresa chica, problemas chicos?; ¿Empresa grande, problemas grandes?

Juan Ignacio Rena, de Lisicki Litvin & Asociados, señala que en tiempos de crisis profundas las grandes firmas  tienen dificultades para afrontar sus costos.

Por redacción
| 06 de octubre de 2020
Rena asegura que muchas empresas deciden tercerizar servicios para abaratar los procesos. Foto: Gentileza.

Asociada a los niños, es una frase que más de uno debemos haber escuchado alguna vez. Pero cuando queremos aplicarla a las empresas, ¿Sigue la misma lógica? La crisis económica que viene transitando Argentina en los últimos años, se acentuó aún más durante el 2020. La recesión económica a nivel mundial motivada por el aislamiento para mermar el impacto de la pandemia generada por el coronavirus llevaron más al límite la economía pública, pero por sobre todo, la de los privados.

 

 

Esta situación hizo normal durante el último tiempo a que nos acostumbremos a escuchar reclamos de los diferentes sectores en relación a la necesidad de políticas estatales orientadas a salvar a las pymes, que para muchos se encuentran en “proceso de extinción”. Así fue como aparecieron algunas medidas como créditos a tasas subsidiadas, subsidios sobre los salarios (programa ATP), diferimiento en el pago de impuestos, entre otras.

 

 

No con la misma frecuencia oímos reclamos de la implementación de medidas para que las grandes empresas, que muchas veces son fuente de trabajo para gran cantidad de familias y que sostienen economías regionales, puedan seguir adelante con sus operaciones y subsistir a esta crisis. Seguramente esto se relacione con el pensamiento común de que cuentan con una “espalda más ancha” para poder afrontar y sobrepasar esta situación. Pero pocas veces se cae en la cuenta de que son estas empresas, con estructuras más pesadas, las más complicadas a la hora de poder afrontar sus costos, principalmente laborales, sobre todo con una reducción importante de su actividad, que se ve representada por ejemplo en los datos oficiales de la caída del PBI en el segundo trimestre en Argentina del 19,1%.

 

 

Los empresarios argentinos, con muchas crisis caminadas, bien saben de esto. Las grandes empresas, sobre todo de servicios y con estructuras anchas de recursos humanos, entienden de que se trata al momento de afrontar paritarias, negociaciones salariales, pago de aguinaldos y sobre todo cuando la actividad económica cae constantemente y esos costos no pueden trasladarse a precio. Motivado en esto, y en los inconvenientes y costos asociados que representa hoy en día la reducción de personal (por las leyes previsionales y los Decretos de Necesidad y Urgencia que rigen), es que en los últimos años aparece una tendencia que se repite y que cada vez toma más relevancia: la desestructuración y tercerización de todo lo que pueda realizarse fuera de la empresa.

 

 

Esta práctica, se ve con mucha más frecuencia en pymes, en donde su nivel de actividad no amerita la inclusión en nómina de determinados cargos profesionales y por lo tanto recurren al mercado de servicios para poder contar en su empresa con algunas horas de cada uno de los especialistas que generan un valor agregado, pero que estando en planta permanente con seguridad tendrían tiempos ociosos.

 

 

Por el contrario, en algún momento era habitual ver como las grandes empresas contrataban en relación de dependencia, profesionales especialistas en cada área que estuvieran abocados a tareas específicas. Pero últimamente es más frecuente ver como estas mismas empresas comienzan a alivianar su estructura, buscando fuera de ella estos servicios profesionales con consultoras o especialistas, que pueden atender más de un tema y sin encontrarse en nómina. Así es como por ejemplo a algunos servicios que normalmente se tercerizaban, con el paso del tiempo se han ido agregando otras áreas como contabilidad, impuestos, control de calidad, auditoría interna, compliance, legales, higiene y seguridad, entre otras.

 

 

Quienes apuestan a este camino normalmente se ven conformes con los resultados obtenidos. Las exigencias que las empresas pueden imponer a sus consultores generalmente es mayor a la que pueden tener  con sus empleados, la posibilidad de tener una alternativa de cambio a mano sin  necesidad de incurrir en costos mayores, la posibilidad de que un mismo prestador de servicios pueda atender con sus especialistas a diferentes tipo de situaciones, son propuestas que los empresarios valoran.

 

 

Pero por sobre todas las cosas, la experiencia de algunas empresas grandes que muchas veces les toca afrontar problemas de mayor envergadura, que comenzaron a trabajar en este proceso hace años y hoy son las que logran acomodar “el barco” más rápido luego de una tormenta a mar abierto como la que nos toca transitar.

 

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