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Los mandatos que sobreviven en las mujeres adultas

Nuestras madres y abuelas fueron criadas bajo rígidos mandatos y estereotipos patriarcales. Las atan lazos como “hasta que la muerte los separe”. A lo largo de su vida, soportan distintos tipos de violencias en soledad.

Por Raquel Wolansky
| 16 de marzo de 2020
Vulnerables. Ocho de cada diez son asesinadas en sus casas. Eso confirma la violencia intrafamiliar que sufren. Foto: Marina Balbo

Rosa tiene 66 años. Todas las mañanas se levanta temprano. Ordena la casa, deja la comida lista para el almuerzo, se maquilla, se calza los zapatos de taco bajo y sale a tomar el colectivo. A las 8 en punto ya está en su puesto de trabajo, impecable, con su pañuelo al cuello y sonriente como lo hace desde hace 23 años. “Con asistencia perfecta”, cuenta con orgullo.

 

Rosa es empleada pública y dice que no entiende mucho cuando le hablan del feminismo y las desigualdades, ella siempre hizo lo que eligió: “Yo crié a mis hijos y cuando se fueron de casa empecé a trabajar. No me gustaba la idea de dejarlos en la guardería o con niñeras, para eso estaba yo, su mamá. Empecé a trabajar tarde, me faltan todavía años de aportes para jubilarme, pero tuve la suerte de criarlos yo”. Y presume de su crianza y valores: “A mí me educaron así, mi mamá siempre estuvo en casa y mi papá trabajaba. Yo trabajé porque ella siempre me dijo que le hubiera gustado poder tener su plata. Mi papá sí era un poco machista, pero nunca le pegó”, remarca.

 

La historia de Rosa es la de muchas mujeres adultas, sobre todo de las ciudades del interior, que se casaron jóvenes, se fueron de la casa de sus padres a la de su marido bajo algún credo “para toda la vida”, fueron criadas para aguantar en la “salud como en la enfermedad”, cargadas de roles estereotipados y de mandatos femeninos. Algunas pudieron tener una profesión y trabajar, pero en simultáneo llevaron adelante y en soledad todas las tareas del hogar, la crianza de los hijos y los cuidados de sus padres. Muchas, sin reconocerlo, sufrieron y sufren cotidianamente distintos tipos de violencias totalmente invisibilizadas por la sociedad y por el Estado.

 

Una franja etaria víctima de la sociedad de dominación masculina, con un nivel de violencia muy oculto vinculado a una estirpe cultural, social y económica. “A estas mujeres la cultura les imprimió un modelo de belleza y de valorización del cuerpo que les indica que son atractivas hasta una determinada cantidad de años, a partir de ahí se produce un fenómeno y las mujeres dejan de ser atractivas de acuerdo a ese modelo de belleza, y los hombres pasan a ser 'interesantes y atractivos', esa discriminación también ha sido impuesta por la cultura machista y es una de las tantas violencias que sufren”, explica Enrique Stola, médico psiquiatra y referente nacional en materia de violencia de género en contacto con Tinta Violeta.

 

 

Los femicidios contra las adultas mayores son los más invisibilizados y peor abordados por los medios, porque no reflejan su gravedad". 

 

 

A esta situación debemos agregarle otras violencias por parte de los estereotipos, en cuanto a cómo deben comportarse, cómo deben vestir o cómo deben ser. “Muchísimas sufren en sus casas descalificaciones y violencias físicas, no solo por parte de sus parejas sino  de sus hijos varones y también mujeres”, agrega el profesional.

 

“A esto tenemos que sumarle la violencia económica que pueden sufrir por parte de la pareja o del Estado capitalista, es decir, los varones de la misma edad tienen mejores jubilaciones que las mujeres y esto es porque el trabajo que ellas han realizado durante toda su vida se ha considerado amor y no trabajo. Las consecuencias son hoy que ellas ganan muchísimo menos que los varones o no tienen aportes para sacar sus jubilaciones”, explica.

 

Datos del Boletín de la Seguridad Social de 2019 reflejan que del total de mujeres que cobran la jubilación mínima, el 81% tiene moratoria contra el 48% de los varones.

 

 

De lo que no se habla

 

Como todas las mujeres de la sociedad, ellas también son víctimas del machismo violento. Entre 2015 y julio de 2019 se contabilizaron 118 femicidios de adultas mayores, un sector de la población que sufre violencia física y psicológica pero también sexual de acuerdo a las denuncias realizadas al 144 entre 2017 y 2018.

 

"Los femicidios contra las adultas mayores son los más invisibilizados y peor abordados por los medios de comunicación porque no reflejan su gravedad", sostiene Raquel Vivanco, presidenta del Observatorio de las Violencias "Ahora que sí nos ven", en un informe publicado en Télam.

 

El 40% de esos femicidios fue cometido por familiares, el 32% por las parejas de las víctimas y el 8% por exparejas; solo el 10% tenía denuncia previa y en un 5% de los casos existía una medida judicial.

 

"Ocho de cada diez son asesinadas en su propio hogar, lo que confirma que las peores formas de violencia contra las adultas mayores son intrafamiliares", destacó Vivanco.

 

"La violencia física es un índice que muchas veces se encuentra oculto. Y aquí se conjuga la violencia hacia las mujeres con el viejismo o discriminación por edad. Hay una 'repugnancia' hacia el cuerpo envejecido y utilizo esa palabra que es muy dura pero que está basada en mucha bibliografía y que genera mayor licencia para agredir a una adulta mayor", sostiene Isolina Dabove, doctora en Derecho e investigadora del Conicet.

 

La especialista, directora de la Maestría en Derecho a la Vejez de la Universidad Nacional de Córdoba, advierte que "hay incluso una falta de visibilización de este tema en el propio movimiento de mujeres, que así como pone su mirada en lo que sucede con las niñas y jóvenes, debería ver las particularidades de la violencia hacia las adultas mayores".

 

 

La revolución de las “viejas”

 

Ante esta realidad, el psiquiatra Stola es positivo y confía en la denominada “Revolución de las hijas”, que son las que desde la calle visibilizan los reclamos del feminismo, pero que también han sabido llevarlos al seno de los hogares haciendo ver estas desigualdades históricas entre hombres y mujeres. “El mensaje de las adolescentes o mujeres jóvenes ha impactado positivamente en madres, padres, abuelas, abuelos o tíos que las han visto incorporar y producir un lenguaje y un posicionamiento político que inevitablemente los ha hecho reflexionar y, en el caso de las mujeres, les ha permitido a muchísimas madres y abuelas hacer una relectura de lo que ha sido su vida”, manifestó.

 

 

 

Al respecto, Stola recordó lo que sucedió hace unas semanas cuando la diputada del Frente de Todos Gabriela Cerruti realizó un posteo en las redes a raíz de una charla que tuvo con sus amigas —todas mayores de 50 años— y surgió “La revolución de las viejas”, que tuvo más de cien mil visualizaciones en un día, y que plantea que la vejez es la parte más larga de la vida y que no se están pensando políticas públicas para esa etapa: cómo lidiar con la soledad no elegida, cómo ser autoválida, cómo no convertirse en una carga para los hijos. “Si se alarga la vida, el desafío es no alargar la vejez. Si ves la tele, las publicidades les hablan a los adultos mayores sobre pañales, remedios, de enfermedades. Y lo que hay que lograr es que ese período de la vida sea activo y feliz”, concluyó.         

 

 

  

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