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“El argentino es muy irrespetuoso del dolor ajeno”

Fue la última víctima de la tragedia que recibió el alta, casi dos meses y medio después del incendio. La futura licenciada en trabajo social perdió a su padre y a su hermano en el recital, pero encontró la forma de encarar una nueva vida.

Por redacción
| 13 de abril de 2020

Por: Gabriel Casari.

 

 

Llevo  las  marcas  de  Cromañón   en   el   cuerpo”,   dice  Romina  Calderón  y  se toca el pecho casi de manera involuntaria  como  para  señalar  una   cicatriz,   el   gesto   termina   pareciendo una caricia. La joven de 34 años estuvo en San Luis y habló con Cooltura en el hall de una  cabaña  ubicada  en  un  parque amplio, verde, espacioso. En el complejo que alquiló en  Merlo sobra el aire y los pájaros. Sus tres  hijas  y  su  pareja  chapoteaban en una pileta. Romina habla pausado, segura, pero no puede evitar que con ciertos temas los ojos se cubran de una cortina de lágrimas  que  no  alcanzan  a  llegar  a  las  mejillas.  Su  mirada  en  ese estado es el claro reflejo de otros  tiempos  en  donde  el  aire  se hizo exiguo, en donde las llamas  y  el  humo  se  llevaron  casi  todo,  en  donde  los  espacios  se  hicieron insignificantes y en don-de  fallecieron  su  hermano  y  su  papá.  Estuvo allí también con su madre, sobrevivieron, pero cree que  dentro  del  edificio  del  barrio de Once murió y que ahora transita una nueva vida, una segunda vuelta. Estuvo en Cromañón el 30 de diciembre de 2004 y  lleva  las  marcas  en  el  cuerpo,  las  visibles  están  expuestas,  las  invisibles le transitan el alma.  Tiene  una  etiqueta,  esas  que  se  ponen  a  la  hora  de  las  particularidades periodísticas, que dice “La   última   sobreviviente”.   En   realidad fue la última de los heridos en la tragedia en ser dado de alta. Nada, antes de la charla, hacía suponer lo que reflejan las notas y los relatos de los diarios, esos  que  indican  que  estuvo  al  borde  de  la  muerte  durante  los  78 días que pasó por dos hospitales.    La  mitad  de  la  familia  murió  esa  noche,  su  único  hermano y papá. Su madre ingresó en  un  profundo  pozo  depresivo  y en una lucha interminable por intentar recuperarse de la pérdida  de  su  compañero  desde  los  14 años, la edad que justamente tenía su hijo cuando también falleció.  Su  mundo  se  astilló  en  segundos.  No  caben  casi  metáforas para intentar describir ese vacío.

 

 

Muchas veces me pregunto cómo llegué hasta acá. Cuando veo a mis hijas veo un poco de respuesta

 

 

 

Sin   embargo,   porque   en   esta   historia   hay   un   sin   embargo,   Romina  camina  con  un  aplomo  mayúsculo.  Ante  tanta  tragedia,  ante tanto dolor y ante la figura de  una  chica  pequeña  en  términos  físicos,  pero  enorme  en  lo  que  respecta  a  la  resiliencia  surge una pregunta casi visceral: ¿Cómo se hace?, Romina responde: “Muchas veces me pregunto cómo  llegué  hasta  acá.  Cuando  veo  a  mis  hijas  veo  un  poco  de  respuestas. Al año de haber pasado por Cromañón decidí tener una hija con el fin de poder levantar mi familia”. Asegura:  “De  Cromañón  no  sobreviví  sino  que  morí  adentro  y  renació  mi  cuerpo.  Mi  corazón,  mi  alma  y  espíritu  se  tuvieron  que  hacer  de  nuevo.  Perdí  a  mi  papá y a mi hermano, pero también en un sentido metafórico a la mamá que tenía. Con 19 años me  encontré  sola,  me  mudé  de  la  casa  en  donde  vivía,  dejé  a  mis amigos del barrio en donde crecí, me fui a una habitación en la  casa  de  mi  abuela.  Mi  mamá  estaba en un profundo pozo depresivo por las muertes del hijo y de su único novio y esposo de toda la vida”.

 

Romina   explicó   que   tuvo   que   empezar  a  conocerse  a  sí  mis-ma. “Decidí levantar a mi mamá de esa cama buscando vida y me la  devolvió  mi  hija  mayor”,  aseguró.

 

 

 

 

—¿Cómo   fue   el   proceso   de   convivir con el dolor?

 

Me  llevó  mucho  tiempo.  Me  analizo, me reto y me tomo mis tiempo de llorar lo necesario, de mirarme  al  espejo  y  seguir.  En  un  tiempo  no  tenía  pareja,  bus-qué  una  relación  para  tener  un  hijo.  Después  de  muchos  años  se lo pude expresar a mi mamá diciéndole que busqué vida para que  ella  volviera  a  vivir.  La  criamos entre las dos hasta que formé  pareja  de  nuevo.  Mi  mamá  se  transformó  en  abuela  y  se  encontró  llena  de  vida,  de  razones para seguir adelante. No me considero una sobreviviente, ese 30 de diciembre nació otra persona que se sigue descubriendo con  el  tiempo.  Este  último  aniversario  de  la  tragedia  lo  sentí  con mucha angustia y vacío. Fue la primera vez que fui al santuario  (una  especie  de  altar  que  se  montó  frente  a  Cromañón)  en  15  años.  Fue  un  proceso  largo  que tuve que hablar con mucha gente.  Me  surgen  nuevas  cuestiones con el paso de los años y siento que las voy surfeando.

 

 

Romina tiene 34 años y nació un 24 de marzo de 1985. Tiene tres hijas: Sol, Emma y Ana Luz y vive en Buenos Aires. Llegó a San Luis a descansar pero también a nutrirse de información ya que como parte de la tesis de su Licenciatura en Trabajo Social está investigando sobre el Corredor Humanitario que implementó la provincia y que les dio un nuevo hogar a las familias sirias que lo requirieron.

 

 

 

—¿Qué pasos diste para sobreponerte?

 

Siempre  digo  que  lo  más  importante  de  una  persona  es  tener  metas,  proyectos,  objetivos.  Por suerte tengo un compañero que  piensa  como  yo  y  todo  el  tiempo  está  proyectando  cosas  a  futuro.  No  es  casual  que  yo  haya  elegido  la  carrera  que  estoy  estudiando  (Licenciatura  en  Trabajo Social), si todo sale bien me recibo este año. Es una profesión que elegí cuando tenía 18 años  pero  que  en  ese  momento,  cuando  era  más  chica,  cinco  años  de  cursada  parecían  una  eternidad. Con todo lo que pasó no  quedan  dudas  que  esto  me  estaba  llamando.  Es  más,  crea-ron  la  universidad  a  10  cuadras  de mi casa, abrieron esa carrera que ahora me ayuda un montón a manejar situaciones que vivo.

 

—¿Hablás  con  tus  hijas  de  lo  sucedido? 

 

Cuando     eran     más     chicas     preguntaban   por   mis   cicatrices.  Tenían  muchas  preguntas.  Cuando fueron creciendo les fui explicando   algunas   cosas   que   me  pasaron,  porqué  no  tenían  un  abuelo  o  un  tío.  Saben  los  nombres, charlan de ellos como si los conocieran, están muy presentes en nuestra vida, yo soy la cara de mi papá y al ver fotos de su abuelo reconocen a su mamá en  él.  Trato  que  mis  hijas  vean  que  mamá  pudo  salir  adelante,  que  tiene  razones  para  seguir  y  luchar,  que  si  mamá  pudo  ellas  también.  Trato  de  vivir  la  vida  sabiendo   que   no   conocemos   cómo va terminar el cuento, que vamos  armándonos  el  camino  pero que en el medio los cascotes  caen  de  no  se  sabe  dónde.  No sé qué va a pasar dentro de una  hora  y  eso  me  lo  enseñó  también esta masacre.

 

 

 

 

—¿Qué  sensación  te  dan  las  otras  tragedias  en  la  Argentina?

 

Al argentino le tienen que pasar las cosas a él para entender por  qué  no  deben  repetirse  las  tragedias. Me pasa con mi historia personal y me tomo el trabajo de ver quiénes se toman la tarea de recordar lo que pasó porque sin  memoria  estamos  perdidos.  Somos   muy   irrespetuosos   del   dolor ajeno, estamos a un clic de la falta de respeto. Con nosotros la revictimización estuvo   todo   el  tiempo,  los  inventos  y  eso  de  tener  que  estar  todo  el  tiempo  limpiando  nuestra  imagen.  Nos  preguntaban cómo íbamos a entrar  a  un  lugar  así.  Nos  pasó  en  el mismo juicio.

 

—El balance ¿cuál es?

 

Me pasa que digo que la vida me  quitó  mucho,  una  parte  de  la  historia  que  mis  hijas  la  hubieran vivido conmigo, pero a la vez me regala un montón, a mis hijas, a mi mamá, mi profesión, mi familia, mi pareja y su familia que  ahora  es  la  mía.  Pero  también  hay  que  tomar  el  lado  de  ser  agradecida  y  no  quedarme  en el rol de víctima porque hay cosas que no van a volver atrás, que  no  voy  a  poder  solucionar,  si  me  quedo  en  eso  no  gano  nada.

 

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