Agustina Bordigoni
Lic. en Relaciones Internacionales
Medidas globales y urgentes
“Escribimos para pedir una actuación inmediata coordinada a nivel internacional para hacer frente a las graves crisis sanitarias y económicas mundiales derivadas de la COVID-19”. Así comienza diciendo el pedido de setenta presidentes, expresidentes y líderes mundiales al G20.
En la carta los firmantes piden a los miembros del grupo medidas globales en lo sanitario y en lo económico, teniendo en cuenta la crisis que el nuevo coronavirus ya está generando en ambos aspectos. La idea fundamental del pedido es que si bien los esfuerzos para tratar los problemas nacionales son necesarios, al ser esta una pandemia (que, por definición, abarca a varios países) el tratamiento no puede ser solamente local.
El mundo está comprendiendo que así como el aislamiento de la población pierde fuerza si no todos lo cumplen, los esfuerzos particulares de los países también merecen un tratamiento global. Si un país está enfermo, si sus sistemas de salud no funcionan, si el virus sigue circulando en otros lugares aunque no sea el nuestro, si las economías a las que les compramos o les vendemos (y de las que dependemos) están seriamente dañadas, entonces definitivamente no estamos salvados. “La emergencia económica no podrá resolverse hasta que se haya resuelto la emergencia sanitaria; y esta no se acabará solo con vencer a la enfermedad en un país, sino garantizando la recuperación de la COVID-19 en todos los países”, señala el documento en este sentido.
El reclamo es puntual. Se trata de dotar de los recursos y voluntades necesarias a las instituciones internacionales existentes, que no están dando respuestas acabadas a la crisis sanitaria y económica a nivel mundial. Y si bien no fueron creadas para una situación como esta, tienen la posibilidad de adaptarse de ser necesario. Esta es la oportunidad, esta vez es necesario. Y la prioridad, reafirman en el pedido, son los países más vulnerables.
“Todos los sistemas de salud —incluso los más avanzados y mejor financiados— están tambaleándose bajo la presión del virus. Ahora bien, si no hacemos nada mientras la enfermedad se propaga por ciudades pobres de África, Asia y Latinoamérica, y en comunidades frágiles con muy pocos equipos para realizar pruebas, respiradores y suministros médicos, y en los que el distanciamiento social e incluso el lavado de manos son difíciles de garantizar, el coronavirus persistirá en esas zonas y reaparecerá para atacar el resto del mundo”.
En esa simple idea se resume la moraleja de esta historia. Nadie, pero nadie, se salva solo.


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