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La escuela del camino libre

El fenómeno de las “batallas de gallo” también crece en las plazas y algunos escenarios de la provincia. Los jóvenes puntanos se animan a improvisar y a organizar sus propias competencias. Y hasta sueñan con armar una carrera musical en base a su talento.

Por Juan Luna
| 27 de abril de 2020
Fotos: Marín Isaac y Vientos Under

Son luchas en las que nadie sale lastimado. Hay versos y rimas pero no hay papeles ni tiempo para escribirlas. Son payadas sin guitarras, potreros sin pelota, guerras con palabras, un simple juego entre niños que terminó por convertirse en una industria. Todo eso y mucho más es el freestyle, una expresión cultural y urbana que explotó en los últimos años de la mano de los jóvenes y que también tiene su efervescencia en la provincia de San Luis.

 

Porque el fenómeno de las “batallas de gallo” ya está instalado definitivamente en Argentina. Y aunque podría confundirse con una moda pasajera, de esas que afloran a menudo y luego se desvanecen, en realidad lleva al menos una década cimentándose y no parece tener un final, al menos cercano. A nivel nacional, los competidores pasaron de juntarse en plazas a improvisar frases entre un puñado de amigos, a pisar los escenarios más grandes del país, a llenar estadios enteros y a transformarse en verdaderas celebridades en el mundillo del rap.

 

 

 

 

A escala provincial, los puntanos tratan de seguir la misma dirección. Una disciplina cultural que era prácticamente desconocida hace siete u ocho años, cada vez convoca a más chicos que  también se aglomeran en los parques sanluiseños, tanto en las principales ciudades como en los pueblos. Y ya dieron el siguiente paso: organizar fechas y campeonatos en recintos cerrados con una buena convocatoria de público.

 

Una semilla que germina

 

Las contiendas de raperos puestos a improvisar sobre una base instrumental forman parte de un universo mayor, que es el hip hop. “Se divide en cuatro ramas: el grafiti, los dj, el break dance y el rap, aunque ahora hay otros subgéneros como el trap”, explicó Lautaro Amaya, un adolescente villamercedino que lleva varios años en el movimiento.

 

De este último rubro, el musical, es de donde se desprende el freestyle. “Es el arte de improvisar sobre una pista. Se trata de soltar todo lo que tenés en el momento. Está el modo libre, en el que rapeás solo, y después está la batalla en la que tenés que estar con otro competidor para decidir cuál es el mejor”, amplió el joven.

 

La llegada a Latinoamérica de todas estas expresiones, que emergieron en los ’70 en Estados Unidos, fue paulatina. Pero fue potenciada por un actor clave de la época: internet. De la misma manera, el desembarco de esta cultura en San Luis también fue posible gracias a las redes sociales, con YouTube como el principal reducto. La mayoría de los sanluiseños que hoy están inmersos en esta cultura se enamoró de la disciplina al ver videos de otras partes del país o del mundo. “Conocí primero al rap, porque desde muy chiquito escuchaba canciones de Estados Unidos, sobre todo las de Tupac. Pero un día encontré una batalla entre Kódigo y Libra, y cuando vi eso quedé fascinado y me empecé a meter cada vez más. Primero estaba desde el lugar del espectador y después empecé a ir a las plazas. Al principio veía como algo imposible cómo podían decir tantas cosas en un solo momento, hasta que me animé a probar”, contó Amaya.

 

Facundo Matías Sosa, también de Villa Mercedes, recordó que desde el 2012 ya miraba batallas en internet. “Después me empecé a juntar con unos amigos que rapeaban. Me invitaron y lo intenté. Al principio era malísimo pero ahora soy una de las promesas juveniles”, aseguró el chico de 17 años.

 

Y lo mismo le pasó a Luana Arenas, una jovencita de 13 años que es una de las pocas mujeres quefrecuenta con constancia las competencias de la ciudad de la Calle Angosta. “Hace dos años empecé a viciarme viendo videos. Pero lo de improvisar lo hacía de muy chiquita, escribiendo. Cuando tenía siete, escribía en una hoja si estaba contenta, si estaba triste, si me iba bien en la escuela, si tenía un buen día o no”, reveló.

 

Esa es otra de las explicaciones de por qué el freestyle se convirtió en un furor. Muchos adolescentes encontraron la forma de canalizar su creatividad, su gusto por las palabras y la música, y también hallaron un lugar donde verbalizar sus broncas y ser escuchados.

 

“A mí siempre me gustó escribir, por problemas personales que tuve. Entonces creo que era mi destino encontrar esto. Es una forma de sacar lo que sentís y además te podés divertir. Es algo que me mueve el piso”, reveló Amaya.

 

Sosa, quien es conocido en el ambiente como Ditan, opinó que hay personas que ingresaron a este universo “por moda”, pero que hay otros que lo viven con sinceridad. “Yo conozco a competidores que tienen problemas en sus casas, pero van a una batalla y ese es su momento de distracción, donde pueden descargarse”, aseguró.

 

Alfredo Orozco es de La Toma y aunque es un competidor fuerte, se volvió una figura clave de la escena local como organizador de eventos. “Lo bueno de esta cultura es que tiene muchas ramas. Cuando éramos chicos nos mandaban a fútbol y lo musical se lo dejaba de lado. Pero esto es una llave para la creatividad y te sirve para la vida. Aparte de rapear, muchos chicos pintan, hacen grafitis, producen música, escriben”, analizó.

 

 

 

 

De la plaza al escenario

 

Las juntadas en las plazas son como los potreros de fútbol. Basta que haya un par de amigos que tienen ganas de jugar, para que se junten a improvisar en cualquier rincón sin más pretensiones que divertirse un rato. Casi siempre se congregan a través de un mensaje en algún grupo de WhatsApp o por las redes sociales. Pero los “partidos” cada vez se formalizan más y adoptan la modalidad de torneos o eventos. Ditan es el principal responsable de una competición que había comenzado con celeridad en los primeros meses del año, pero que después fue interrumpida por la cuarentena contra el coronavirus.

 

La bautizó como “Barras Crudas” y aseguró que intentó recuperar el espíritu de unidad que casi siempre caracterizó al movimiento. “En la primera fecha oficial, fueron bastantes chicos y cuando quise ver, con el paso de los sábados, tenía mucho público y muchos competidores. Había desde niños de 9 años hasta de 24 años aproximadamente”, repasó. Es que la escena convoca a personas de un gran abanico de edades y los raperos aseguran que reina un ambiente pacífico, pese a algunos prejuicios con los que lidian.

 

“A algunos chicos, los padres no los dejan ir porque piensan que el ámbito es violento. Hasta que después conocen de qué se trata y los terminan autorizando. Muchos creen que porque alguien use una visera o ropa deportiva, va a robar. Pero muchos de los que rapean son humildes y se visten con lo que tienen, y por eso la sociedad los juzga”, opinó.

 

 

 

En cuanto a las agresiones que se lanzan verbalmente entre los contrincantes, Sosa explicó: “Es como si fuese un round de boxeo. Arriba pasa lo que pasa, pero debajo es todo amistad. Nunca ha pasado nada. Cuando uno queda disconforme, en su próxima batalla trata de hacerlo mejor. Es una batalla lírica”.

 

Luana dijo que, a diferencia de otros rubros, el mundo del freestyle es bastante más amable para incluir a las mujeres, aunque todavía son minoría. “Los varones siempre me tuvieron un gran respeto y eso lo valoro mucho. Yo pensé que me iban a decir comentarios machistas, pero no. Con el tiempo, es como si fuera una familia, que si te pasa algo está ahí. Esto no es nada más que ir a improvisar, compartimos algo que nos gusta hacer y eso nos une más”, reconoció la joven, que se presenta a rapear con el seudónimo Karma.

 

En el Valle del Conlara, hay dos grandes eventos que marcaron el pulso de la actividad en San Luis. Uno es “Microrrimas” en Merlo y el otro es “Vientos Under”, el que organizó Orozco desde La Toma y que se encargó de hacer girar por toda la provincia.

 

“Empecé hace un año y medio, porque nos juntábamos en La Toma pero éramos muy pocos. Vi que la cultura empezó a crecer con la FMS, la Red Bull y El quinto escalón (principales competencias en Argentina). Pensé que no iba a pasar nada, que iba a ser algo muy tranquilo, así que lo organicé y salió muy bien. Conocí a pibes de toda la región y empezaron a llegar mensajes desde otras provincias”, contó.

 

 

 

 

La competencia recorrió una gran cantidad de localidades en toda la zona y tuvo una fecha destacada en el Parque La Pedrera de Villa Mercedes. Por eso, Orozco anticipó que prepara una versión nacional de su evento.

 

El joven de 23 años admitió que inició las fechas como una aventura personal: “Era algo que me gustaba mucho, pero que nunca había visto en vivo. Había eventos en las plazas, pero íbamos cinco o seis chicos. Entonces quería verlo multiplicado por cantidad. Pero después, cuando fue pasando todo, me di cuenta de que seguía por los chicos que conocí, que estaban con problemas en la casa, con la calle, con las drogas, y esto era un salvavidas”, expresó.

 

Mientras los encuentros locales tratan de conseguir más seguidores y acrecentar sus producciones, el siguiente paso para el freestyle puntano es dar a conocer el talento de sus competidores. Porque en gran medida, las batallas han funcionado como un semillero de los artistas más escuchados en la actualidad, sobre todo en géneros como el rap y el trap.

 

La mayoría de los nombres que figuran en los primeros puestos de las listas de reproducciones en Argentina empezaron como contrincantes en los duelos de improvisación. La nómina incluye a Paulo Londra, Duki, Wos, Trueno y Lit Killah, entre otros.

 

Por lo que la posibilidad de hacer una carrera musical exitosa no parece tan utópica para los jóvenes puntanos. A eso se le suma otro factor favorable, y es que los recursos para grabar y producir una canción y luego publicarla, son cada vez más accesibles.

 

 

 

 

“Es un patrón que se repite constantemente. Pasó en Estados Unidos, en España, en América Latina, en donde se respira el rap ha evolucionado de esa forma. Empezás improvisando, después probás escribir una letra y hay otros que empiezan a producir”, contó Amaya, quien tiene por nombre artístico las siglas LVKZ y cuenta con varias canciones propias subidas a YouTube.

 

Desde la óptica de promotor, Orozco dijo que ya es posible pensar en que la disciplina es una potencial fuente laboral, incluso en la provincia. “Me gustaría que se les abran más las puertas a los chicos de San Luis, porque hay muchísimos talentos”, anheló.

 

Sea con dinero de por medio o no, el freestyle ya es una realidad concreta en suelo puntano. “Es algo que va a crecer, no es algo pasajero. Es muy importante para mí y para otras personas también. Trabaje donde trabaje, voy a seguir haciendo esto porque es lo que me gusta”, dijo Lautaro.

 

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