SAN LUIS - Sabado 12 de Julio de 2025

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"El arte es un punto clave en mi sanación"

El prestigioso coreógrafo elige la primera pieza de botton tap como su obra maestra, habla del machismo en el espectáculo y conecta el arte con la arquitectura.

Por Astrid Moreno
| 17 de agosto de 2020

Aníbal Pachano alinea bailarines como si fueran pilares de un edificio para lograr la estructura perfecta. Calcula la cantidad necesaria de mostacillas, brillos y bordados de un vestuario teatral con la misma precisión de quien mide y diseña el espesor de las paredes de una casa para mantenerla en pie. En resumen, el arquitecto y artista trabaja para crear la obra perfecta, siempre adornada con una majestuosa galera y un impecable bigote, al mejor estilo de Charles Chaplin. 

 

El coreógrafo, bailarín y director teatral se reconoció como un coleccionista y amante de los zapatos, al igual que su madre, y con los varios pares que tiene en su placard no hizo más que pisar fuerte cada escenario del país, estudio de televisión y pista de baile.

 

El santafesino de 65 años que le dio vida “Smail” y fue jurado durante muchos años de las versiones argentina, chilena y peruana del “Bailando por un sueño” le puso un freno a sus suelas para hablar con Cooltura sobre su nuevo proyecto, un unipersonal llamado “Vuelvo”, su lucha contra el cáncer de pulmón, que hizo metástasis en el cerebro, y su vida afuera de los reflectores.

 

 

—¿A qué edad comenzaste a trabajar?

 

―A los 12 años, siempre trabajé en los lugares en los que quise hacerlo y que tuve la suerte de que me eligieran. Cuando no me gustaba algo iba, renunciaba y buscaba un nuevo trabajo. Soy arquitecto, trabajé en los mejores estudios y antes de cambiar de profesión, estaba en un lugar en el que no me gustaba el pensamiento ni la arquitectura que hacían, así que me retiré y busqué otro.

 

 

―¿Fue ahí cuando te diste cuenta de que no querías ser más arquitecto?

 

―El problema nunca fue la arquitectura, sino lo que sentí en ese momento. Estaba preparado para proyectar obras y había ganado con los estudios en los que trabajaba muchos proyectos de envergadura. Gané concursos importantes como en la Ópera de Salta, las escuelas diferenciales en Buenos Aires y la construcción de un banco en Mendoza. En ese momento, a principios de los años 80, terminando la época de la represión, se había transformado mucho el rubro, los proyectos eran solo hacer cocinas o baños y yo no tenía ganas de eso. Veníamos de una situación económica complicada y el inicio de la democracia me dio justo el puntapié para tomar la decisión de algo que empezó por un hobby: estudiar tap. De golpe se transformó en una profesión y formamos un grupo en donde se construyó algo icónico y único, llamado Botton Tap.

 

 

―¿Qué significó en tu vida esa compañía?

 

―Fuimos una empresa de espectáculos única e irrepetible en este país. Construyó una nueva visión del mundo del espectáculo, con una estética distinta y eso tiene que ver mucho con la arquitectura, en cómo se coloca en el espacio un bailarín, cómo se preilumina, cómo se organiza todo, de qué manera se hace la planificación de un trabajo. Por algo sigue en la memoria de la gente.

 

 

―De la misma forma en que aplicás la arquitectura para tus obras y proyectos, ¿lo haces con tu vestuario?

 

―También es un ida y vuelta y un aprendizaje desde la arquitectura. Pasé de haber manejado 60 arquitectos a una compañía de 100 artistas en escena. Es lo mismo, hay un paralelismo. Además lo saqué de mi mamá, que era una persona muy estética que me bañaba y producía tres veces por día. Y cuando hablo de producción es que me cambiaba íntegro para cada ocasión del día. También tejía maravillosamente, hacía macramé con un técnica china alucinante de puntillas, bordaba, cosía y pintaba, eso me permitió ser desde muy chiquito un dibujante, un creativo y conectarme con el mundo del arte y la prolijidad. Mi mamá coleccionaba zapatos, yo colecciono zapatos y así fue. Ese detallismo que me encanta, y muchas veces la gente me carga por eso, es la única manera que conozco de hacer las cosas y eso genera pasión. Entonces en mi rutina pienso todos los detalles, si se borda un traje de qué manera, cuál será la piedra a utilizar y después dejo que los creativos me propongan cosas.

 

 

―Hablás de tu trabajo y del personaje que construiste como un estilo de vida y no como una labor, ¿qué es el arte para vos?

 

―El arte sana, es un acto de distracción de ponerte a coser, a hacer un tejido, a bordar, a hacer un cuadro, a dibujar y todo lo que implique ponerte creativo. Gracias a Dios estoy en reversión de un cáncer, así que creo que el arte es el punto más clave de mi sanación, mi trabajo, seguir manteniéndome creativo, ocupándome de mi salud y no preocupándome.

 

―¿Cómo sigue el tratamiento?

 

―Estoy con especialistas del Fleming y Fundación Salud, que también me hacen trabajos de armonización y meditación con mi psiquiatra y con unos médicos maravillosos que todo el tiempo están sobre mí. Estoy muy bien de mi cabeza y si está bien mi cabeza, está bien mi alma. Creo que por eso la última resonancia que me hice en junio dio absolutamente positiva, de mejoría. Se ve muy poco de lo que tenía dentro, estoy en el proceso de reversión. Yo digo que siempre se puede mejorar y revertir una situación mientras uno se lo proponga o pueda hacerlo, lamentablemente hay gente que no lo logra. He tenido la suerte de poder, a través de una operación que salió muy bien, programar mi cabeza y mi cuerpo a un cambio y salir rápidamente a trabajar en mis proyectos y en la televisión.

 

 

―¿Cómo llevas no poder volver a los escenarios?

 

―Se tienen que buscar medidas para poder mostrar el trabajo, llevamos un tiempo larguísimo en cuarentena y creo que esto no va a aflojar, hay ciertas cosas que no se entienden. Vamos a correr todos en manada y de golpe no podés abrir una tienda de cosas básicas para una casa. No estoy de acuerdo con lo que está haciendo la Asociación Argentina de Actores, no se ocupa de nada, nunca lo hicieron, menos ahora. Estamos a la espera porque hay mucha gente sin trabajo y no solamente tiene que ver con los bailarines y cantantes, sino también con los técnicos, maquilladores, vestuaristas, iluminadores, sonidistas y camarógrafos. Lo peor es que hay parte del amarillismo televisivo que se lo toma con gracia y la verdad que a mí no me causa ninguna gracia. Son irrespetuosos del mundo del espectáculo.

 

 

―Y la cuarentena…

 

―Es muy cansador, pero en estos momentos hay que buscar lo creativo de tu cabeza. Estoy haciéndola solo, pero uno viene solo y se va solo de este mundo. En general, trato de no informarme mucho porque hay una sobreinformación de todo, estoy en mi casa cuidándome y trabajando mucho para una organización, que se llama Artistas solidarios, donde hago todo telefónico desde mi casa. Estoy bien de ánimo, salgo nada más para hacerme los controles médicos y para hacer las cosas básicas, que es comprar comida.

 

 

―¿Qué es el grupo Artistas Solidarios?

 

―Es un proyecto de artistas solidarios que genera un acto creativo para pensar productivamente. Buscamos conseguir las firmas de los ministros de Cultura, de Desarrollo Social y de cada intendencia para que puedan ayudar a todos los compañeros que no pueden trabajar y que no van a poder hacerlo en mucho tiempo. Se armó con el actor José Fabio “Mosquito” Sancinetto y es un grupo de artistas que estamos trabajando para conseguir bolsones de alimentos no perecederos, carne, verdura, pollo y huevos. Se juntan, se distribuyen y los sábados se reparte la mercadería por los domicilios. Para recibir la ayuda hay que anotarse a través del correo artistassolidariosok@gmail.com y solicitar tu bolsón, te piden una serie de datos e inmediatamente se te anota para recibir los alimentos.

 

 

―Fuiste jurado en varias ediciones del “Bailando por un sueño” de Argentina y hubo muchas críticas de que era un show machista…

 

―De ninguna manera ha sido machista. Me parece que es injuriar desde un lugar que no existe y hay que ver cómo se emiten los epítetos. Muchas mujeres pasaron por el "Bailando..", también las feministas. Yo no trabajo en un lugar que no me gusta o donde no me siento cómodo, si no te buscás otro trabajo si tanta crítica hay hacia un programa. Además, veo en la televisión programas que son más que machistas, con comentarios "machirulos". Después hay que defender la postura de la mujer, que no existan más los femicidios y luchar contra eso. Tengo una hija mujer y sé perfectamente cuáles son las luchas, los abusos, no solo físicos, sino también verbales que sufren. Hay que poner el límite correspondiente porque si no se confunde todo y realmente lo que sucede, que es importante, se ve opacado por peleas entre colectivos y situaciones que no corresponden, cuando la lucha tiene que ser para que la Justicia actúe.

 

 

―¿Cuál creés que fue tu obra maestra?

 

―Con Botton Tap ha sido "Mi soñada amapola", que es la ópera prima. Me hubiese encantado volver a hacerla. Con Pachano Producciones, que está vigente desde 1996 hasta la actualidad, de los espectáculos repetiría “Pour la Gallery”, “Divain” y “Smail” que fueron éxito también en San Luis.

 

 

―Y el momento más importante de tu vida…

 

―Cuando nació mi hija Sofía.

 

 

―¿Tenés nuevos proyectos?

 

―Ahora estoy por hacer uno nuevo y distinto que lo estoy maquinando, se llama "Vuelvo" y es un unipersonal, voy a hablar sobre todo: lo personal y el trabajo.

 

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