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Julián Gómez, la joya de Boca, pide cancha y sueña a lo grande

Surgió de Juventud. Desde los 11 años que está en el "Xeneize". Juega de volante o marcador central.

Por Daniel Valdés
| 04 de agosto de 2020
Por la cuarentena Gómez está en San Luis y aprovecha para entrenar en el Campus de la ULP. Foto: Campus de la ULP.

Julián Gómez es una de las joyitas que tiene Boca en las inferiores. El puntano de 18 años juega de marcador central o volante central en la Quinta División. El juvenil surgido de Juventud de San Luis viene pidiendo pista.

 

Ya entrenó con la Primera y dejó una buena impresión. Mide 1,87 metro y desde los 11 años que está en el "Xeneize". Sueña con ser jugador profesional y jugar un Mundial.

 

Es un apasionado del fútbol. Fanático de Juventud. A los dos años acompañaba a su papá Darío a la cancha y dos años más tarde, con la pelota bajo el brazo, comenzó a entrenar en el "Juve".

 

"Mis inicios fueron en Juventud, a los 4 años. Me llevaron a entrenar a la cancha del Ejército y ahí empecé a jugar al fútbol", le cuenta a El Diario de la República Julián, quien por la cuarentena está en San Luis y aprovecha para entrenar en el Campus de la ULP.

 

Dice que eligió el fútbol por el sentimiento que tiene su familia por ese deporte. “Mi papá jugó siempre y yo lo acompañaba. Siempre me gustó”.

 

En "La Bombonera". Julián, como siempre, con la pelota al pie. Foto: gentileza Julián Gómez.

 

Su llegada a Boca se dio en un torneo infantil que se disputó en Estancia Grande. A ese certamen vino el "Xeneize" y en la fase de grupos se enfrentó con Juventud, y en ese equipo puntano había un nene de buen porte físico con grandes cualidades a la hora de salir jugando. No la reventaba nunca. Siempre cabecita levantada buscando la mejor opción de pase. El partido terminó 3-1 a favor de Boca, pero el cuerpo técnico del elenco de La Ribera, antes de festejar la victoria, ya estaba hablando con los papás de ese nene elegante que siempre le daba un buen destino a la pelota. Ese pibe era Julián Gómez.

 

Ahí se encontraron con Boca. El cuerpo técnico comenzó a hacerle un seguimiento. Julián viajaba a entrenar y regresaba a San Luis, hasta que a los 11 años se instaló en la pensión de Boca y ya hace 7 temporadas que está en Buenos Aires.

 

"Cuando hablaron con mi papá no lo podía creer. Nunca imaginé que me querían llevar. No me voy a olvidar nunca de ese campeonato, porque fue el primer paso para llegar a Boca", dijo.

 

Tiene cara de nene pero la personalidad de un grande. Extraña compartir momentos con su familia pero sabe que todo esfuerzo, a la corta o a la larga, tiene su premio. Mamá Érica, papá Darío y sus hermanos Candela y Lucas, junto a su novia Agostina, son sus fans número uno. Son una familia muy unida. Sin el apoyo de ellos nada de esto sería posible. Seguramente a los viejos se les habrá caído más de una lágrima, pero saben que Julián es feliz haciendo lo que le gusta, entonces se secan esas lágrimas y lo alientan a seguir luchando por sus sueños.

 

Dice que el sentimiento de jugar en Boca es muy grande por cómo se vive el fútbol en una institución de semejante envergadura. "Es un orgullo vestir esta camiseta. El mundo Boca nunca deja de sorprenderte. Todavía no caigo en dónde estoy. Te sorprende la gente del club, los hinchas, el día a día; además, la institución siempre te exige un plus extra. Es mágico estar acá".

 

En estos siete años en el club tuvo muchos buenos partidos. Es un jugador muy regular. Siempre se saca un aprobado, pero Julián elige uno en particular. "Me quedo con un cotejo ante San Lorenzo, si bien es cierto perdimos 3-2, a mí me tocó hacer los dos goles", afirmó.

 

No se ve haciendo otro deporte que no sea fútbol; si no fuera futbolista sería estudiante universitario. Siempre tuvo bien en claro que lo suyo era el fútbol, un deporte que abrazó de muy pequeño. "No tengo dudas de que elegiría el fútbol de nuevo. Es una pasión. De chiquito jugaba para divertirme, pero ahora se convirtió en una responsabilidad y es un deporte que te da chances de poder vivir de esto".

 

Tiene una muy buena relación con los jugadores del plantel profesional. Con algunos compartió la pensión y tiene más confianza, pero en general el grupo es muy abierto y ayuda mucho a la integración. “Me llevo muy bien con todos. Hay buena onda. Son muy piola. Jorman Campuzano, Frank Fabra, Lisandro López, Carlos Izquierdoz, por nombrar algunos, son muy buenas personas y te ayudan a adaptarte lo más fácil posible al plantel”.

 

Boca te sorprende día a día. Todavía no caigo en dónde estoy. Disfruto y aprovecho cada momento. (Julián Gómez)

 

Mientras espera que pase el flagelo del coronavirus para poder regresar a Buenos Aires, Julián entrena en La Punta y aprovecha cada momento con su familia. Disfruta las milanesas a la napolitana con puré y ensalada que le hace mamá, los mates y las largas charlas futboleras con papá, las miradas cómplices con Candela y Lucas, sus hermanos, y pasar más tiempo con su novia Agostina.

 

Julián Gómez tiene un horizonte claro y sueños por cumplir: ser jugador profesional y jugar un Mundial.

 

 

 

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