SAN LUIS - Lunes 13 de Mayo de 2024

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La eterna competencia contra plagas y malezas

Daniel Igarzábal, quien realiza monitoreos en el Grupo Halcón, propone un combate inteligente. Y Jorge Garay, del INTA, habló sobre los métodos más efectivos de control.

Por María José Rodríguez
| 10 de octubre de 2021

Para continuar por el camino que llevará a la provincia a convertirse en un polo productivo de alfalfa, el Ministerio de Producción y las secretarías de San Luis Logística y de Ambiente y Parques organizaron las “Jornadas Alfalferas” que tuvieron cuatro capítulos diferentes. El último estuvo referido a los cuidados del cultivo, enfocado específicamente en el manejo de plagas y malezas. La cita fue en el establecimiento “Don Hugo”, de Villa Mercedes, un campo de 600 hectáreas que alquila el gobierno provincial para cultivar y hacer ensayos.

 

Daniel Igarzábal es ingeniero agrónomo y aseguró que lleva toda una vida dedicada al manejo de plagas. Contó que específicamente hace 20 años creó la empresa Grupo Halcón, dedicada al monitoreo. Fue el primero en hablar durante las jornadas y aclaró que todos los datos que brindó estaban basados en la experiencia y no tanto en lo que está escrito en los libros. “Cuando era muy chico trabajaba con mi viejo. Teníamos varias hectáreas y diez eran solo de alfalfa. Mi viejo siempre me decía: 'A estas las tenemos que cuidar como oro', una frase que entendí muchos años después”, aseguró.

 

 

La jornada se realizó en el predio experimental “Don Hugo”, que tiene 670 hectáreas y fue alquilado por el Gobierno de la provincia.

 

 

Igarzábal dijo que entre lo que indican las etiquetas de los plaguicidas y lo que ocurre en un campo de alfalfa hay un largo trecho. “El primer concepto que hay que entender es el de 'plaga'. Muchos tenemos instalada en la cabeza la idea de que es un bicho que hace daño y por eso hay que hacer algo. Pero para definirla o entenderla hay que conocer la historia de cada lugar, porque donde ahora tengo alfalfa antes había pasturas, montes, árboles, el paisaje era otro. Por lo tanto, los insectos que habitaban eran otros. Estuvieron en equilibrio. No había alfalfa, había otra cosa distinta”, indicó, y continuó con su idea: “Todo lo que había antes tuvo que adecuarse a las nuevas condiciones. Algunas especies se quedaron y otras se fueron. Las que se adaptaron tienen la mesa servida permanentemente y los primeros responsables de que existan somos nosotros”.

 

Ante este panorama el ingeniero agrónomo dijo que lo que generalmente hacen los productores es declararles la guerra y armarse con productos químicos para eliminarlos. “No tengo dudas que hay un uso abusivo de ellos. Lo que no tenemos en cuenta es la experiencia que tienen los insectos, estos organismos llevan más de 40 millones de años ahí. Entonces lo primero que hay que hacer es conocer al rival, saber cuántos hay, qué características físicas tienen, entre otras cosas. Y lo que yo propongo es competir contra ellos.  Generar estrategias y entrenar cada año. El manejo de plagas va por ese camino. Es el cambio que hay que hacer”.

 

El ingeniero agrónomo explicó que “pensar que la agricultura orgánica es la que no lleva productos químicos, es un concepto erróneo. La agroecología es pensar la agricultura de tal manera que exista un menor impacto negativo, es decir, que disminuya el impacto económico, social y ambiental”.

 

“Hacer  manejo integrado de plagas es el mejor de los métodos, aunque todavía no se ha adoptado en ningún lado. No pasa solamente por definir y decir cómo hay que hacer las cosas, porque uno va al campo y no pasan las mismas cosas en todos los lotes. Hay que adoptar criterios frente a una situación y entender lo que tengo enfrente. Actuar en consecuencia a lo que observo”, recomendó, y añadió que “El manejo de un cultivo no se puede separar del de plagas, ellas van a afectar la producción, entonces tengo que manejarlas con el menor impacto posible, más todavía en un sistema de alfalfa, que es el vergel más importante de la agricultura actual. Es el único que dura más de un año,  mientras más se difunda el cultivo de esta pastura vamos a lograr un menor impacto”. 

 

 

Hacer un manejo integrado de plagas es el mejor método, pero aún no se implementó en ninguna parte (Daniel Igarzábal)

Igarzábal especifica que la base para manejar una plaga es conocer lo que tiene la alfalfa. “Hay que actuar con criterio, medir, anotar los datos y llevar un registro, un seguimiento, un monitoreo”, enfatizó, y agregó que hay varias maneras de hacerlo. Una de ellas es la observación, pero no desde la camioneta, sino con la búsqueda de datos en detalle. “Esto me permitirá saber cómo actuar, si la cantidad de bichos buenos me alcanzan y se va a revertir solo el proceso; si puedo usar una técnica para incentivar a los insectos a que se coman a otros bichos”.

 

Otra manera de hacer frente a las plagas “es haciendo cortes en franja para combatir arañuelas o ataques de pulgones, de tal manera que cuando va rebrotando la alfalfa los insectos benéficos mantienen a raya a los que perjudican al cultivo. Por ejemplo, acá hay chinches muy pequeñas, son negras, con las alas plateadas, están por todas partes y son predadoras, entonces no dejan llegar a los pulgones y a los trips a los cultivos. Hay que saber que hay un insecto que nos está ayudando y entonces no pulverizar porque sí, matando todo, creyendo que es una plaga”.

 

Una técnica para monitorear las plagas es poner un papel pegagoso con una cuadrícula. “Hay de color amarillo, para pulgones y chicharritas, y azul para los trips. Los pulgones que tienen alas son los primeros que colonizan el cultivo, así podré saber que están ejerciendo su acción dañina. Incluso si hay avispas benéficas. Lo importante es registrar la fecha, la cantidad que apareció. Sin registro no hay monitoreo”.

 

“Opino que la mejor herramienta para alfalfa es la red entomológica con la que doy una sola pasada y obtengo lo que esté en ella”, afirmó, y enfatizó que “no hay que poner productos por ponerlos, y si los aplico hay que fijarse bien cómo actúan para entender lo que pasa con cada uno”.

 

Además Igarzábal especificó que hay coadyuvantes que hacen su trabajo solos. “Con un humectante puedo controlar pulgones, bajar la población, y después de que los otros insectos ayuden con el resto estoy bajando el impacto. Hay que conocer el sistema, entender qué quiere el bicho, saber cómo comen, cuántos van a bajar la producción, hasta cuándo les doy soga y qué herramientas tengo para bajar esa población y hacer que la alfalfa rinda lo mejor posible. El objetivo último es obtener la mayor cantidad de producción con el menor impacto. Ese es el manejo que debería imponerse en nuestro país”, concluyó.

 

Cómo identificar malezas

 

Durante la misma reunión alfalfera  Jorge Garay, técnico del INTA, explicó que el método para combatir malezas también debe realizarse de manera integrada con el resto de las labores.

 

“Sabemos que el control químico no alcanza debido a la resistencia, entonces es necesario combinar varios métodos. Se puede utilizar el pastoreo, aplicar cortes de limpieza o realizar un control cultural, es decir brindarle a la alfalfa todas las herramientas para que utilice todo su potencial a través de fertilizantes como sulfato de calcio, dolomita y fósforo. Además se puede usar una gran variedad de herbicidas, más la implementación de biotecnología, es decir, sembrar alfalfas resistentes al glifosato”, dijo, y aclaró que “ningún método es excluyente del otro, sino que son complementarios y tenemos que combinarlos para lograr una alta eficiencia”.

 

Además Garay indicó que tampoco se puede planificar o prever el control de malezas porque todo depende del enfoque y del trabajo de cada productor. “Hay lotes de alfalfa muy enmalezados, porque hay quienes consideran a las malezas como un alimento de complemento y hacen pastorear a sus animales para que aprovechen”, afirmó.

 

 

La mejor época para sembrar alfalfa es marzo, porque en esa época se cuenta con buena humedad y la temperatura adecuada para que la pastura crezca.

 

 

También explicó que es importante conocer las diferentes especies que hay en la zona. “Entender sus ciclos biológicos es fundamental para saber cuándo se producen los picos de emergencia de cada grupo de malezas para intervenir de manera acertada en el control”, especificó.

 

Garay recomendó tener en cuenta los cultivos antecesores al cultivo de alfalfa. “En los casos donde hay malezas perennes complicadas como gramón, gramilla, sorgo de Alepo, cebollín y pasto puna es conveniente arrancar con un cultivo como soja resistente o un maíz. Porque si arrancamos con alfalfa directamente, a estas malezas no las vamos a poder controlar y las pasturas en vez de durar 4 o 5 años, que es lo que uno desea, solo durarán un par de años porque las malezas van a ganar. En los casos en los que no haya complicaciones con malezas o haya variedades comunes, podemos arrancar con un cultivo de invierno como centeno, trigo o avena  para cosecha o de cobertura”, aseguró el especialista.

 

Otro de los puntos importantes de los que habló Garay fue la época de siembra y recomendó hacerla en marzo porque las condiciones de humedad y temperatura son ideales.

 

Al cierre de las jornadas, Garay afirmó que conocer cuáles son los períodos ventana de aplicación de los productos favorecerá el desarrollo de la alfalfa.

 

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