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Caso Auderut: una exempleada contó cómo lo golpearon con una llanta

La testigo trabajaba en el bar Say No More. También exhibieron dos videos de la agresión.

Por redacción
| 19 de octubre de 2021
Torresi. Atendía a Auderut por hemofilia. Dijo que ese déficit no fue la causa de la muerte, sino los traumatismos. Foto: Martín Gómez.

En el juicio que lleva adelante la Cámara Penal 2 de San Luis para esclarecer el homicidio de Matías Auderut en inmediaciones al bar Say No More, en la avenida Illia de San Luis, declararon cuatro testigos. Una es una exempleada de ese comercio, quien aseguró que vio cómo frente a ella uno de los agresores “le abolló la cabeza” a la víctima con una llanta de bicicleta usada para hacer malabares. Antes de que cerrara la audiencia y se pasara a cuarto intermedio hasta mañana —cuando está programado que se desarrollen los alegatos y que se dé a conocer el veredicto— declaró Andrea Torresi, la médica que atendía a Auderut porque tenía hemofilia, una dificultad en la coagulación de la sangre. Ante los jueces, descartó que él haya fallecido producto de esa deficiencia o que esta haya incidido en el desenlace. La causa de muerte fue el gravísimo traumatismo de cráneo (que causó un hematoma y pérdida de masa encefálica) que sufrió a manos de quienes lo atacaron esa madrugada, en las primeras horas del 30 de diciembre de 2018.

 

Previo al ingreso de los testigos, el tribunal dispuso que se exhibieran dos videos que hizo una persona que esa noche estaba cerca de la esquina de Illia y Constitución, y que luego aportó a la familia del herido. Los registros son breves, se escucha la música fuerte que emana del pub y se ve parte de la secuencia del altercado, la agresión y los desplazamientos de quienes intervinieron. En uno de ellos, si bien no se ve de forma directa el ataque —porque un auto estacionado en la esquina tapa en el plano a Auderut, quien estaba en el piso— se observa cómo un hombre mueve de arriba a abajo la rueda con furia, infiriéndose que esa acción corresponde a los golpes que le efectuaron en la cabeza con ese elemento. La mamá de Matías, Patricia Gómez, presente en la sala ayer, lloró al ver esas filmaciones.

 

Camila Calvo trabajaba en Say No More en la fecha en la que ocurrió el crimen. La testigo recordó que un empleado de seguridad del bar sacó a Auderut del local, que él regresó y luego le pegó a uno de los integrantes del grupo que luego lo golpearía salvajemente. En cuanto al estado de todos los partícipes del problema, dijo que estaban excedidos “de alcohol y de sustancias”, y que el nivel de violencia que tenían era muy elevado, situación que no era la primera vez que veía en estos clientes habituales. 

 

Calvo trazó una secuencia. Dijo que la agresión tuvo dos momentos: el primero fue en la esquina del pub y el otro, al medio de la avenida, más precisamente en el cantero que divide las dos manos. Refirió que Matías le propinó un golpe a un hombre con rastas. Según la joven, era un brasilero, por lo que se trataría de Gilcimar Vispo Souza, el investigado cuya detención ha sido ordenada, pero aún no ha sido localizado.

 

Calvo relató que ellos se cayeron al piso y que después Matías fue golpeado por un hombre que llevaba una gorra y una mochila, y tenía un tatuaje, “una A de anarquía”, quien tomó la llanta que antes había estado en poder de otro sujeto. “Le abollaron la cabeza en mi cara, con la llanta, dos veces. Fue incrustándosela”, recordó Calvo, quien aseguró que a Auderut también le dieron “picanazos”. “En la segunda vez, mi compañero —NdP: se trata de un hombre de apellido González que trabajaba como cajero y que tratarán de ubicar para que preste declaración mañana ante la Cámara— salió a la calle corriendo para sacarle (al agresor) la llanta”, dijo luego la testigo.

 

Los otros dos hombres que declararon, de apellido Rivero y Molina, si bien estuvieron esa noche en el bar, no fueron testigos de la golpiza. El primero es un empleado de seguridad del bar que refirió que si bien ese día estaba de franco, pasó por el pub y, antes del altercado, sacó a Auderut del local y lo llevó a la esquina de Illia y Falucho. Luego se fue del negocio, refirió Rivero. Dijo que el joven tenía la entrada prohibida porque cuando tomaba de más se ponía conflictivo. Molina era mozo de Say No More, pero aseguró que atendía las mesas de adentro y que no presenció el hecho.

 

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