Orozco-Barrientos: tonadas del mundo

Pasaron siete años de atroz silencio discográfico. Un tiempo que, tal vez propulsado conscientemente por el grupo, seguía el plan de hacer crecer las expectativas, pero que guardaba coherencia si se tiene en cuenta que en 20 años de trayectoria Orozco-Barrientos grabaron solo cuatro discos con un punto en común: todos son verdaderas joyas de eso tan usual y tan difícil de hacer que es fusionar el folclore con otros géneros.

El mérito del dúo formado por Raúl “Tilín” Orozco y Fernando Barrientos tiene un valor aún más explícito ya que, por origen, por tradición, pero también por elección, se internaron el folclore cuyano de gatos, cuecas y tonadas, ritmos que no siempre están dispuestos a mezclarse con la heterogeneidad. Ellos mismos sufrieron en carne propia ese rechazo a la renovación en los principios de su carrera. Un productor villamercedino cuenta que cada vez que llevaba a la dupla a la ciudad se encontraba con un rechazo muy fuerte por parte de los folcloristas más acérrimos, que no aceptaban los aires frescos de la propuesta.

Afortunadamente, esa barrera fue cediendo con base en talento y visitas y ahora Orozco-Barrientos no solo llenan cualquier recital que se hace en la provincia (en los últimos cinco años han venido a tocar no menos de diez veces, incluso en la pandemia), sino que tienen amigos muy queridos. Los Alma, Julián Manrique y Algarroba.com son algunos de los colegas que siempre están cuando los mendocinos hacen su paso.

Para su retorno a la actividad discográfica, el grupo bautizó su trabajo como “Regreso” y lo tradujo en 13 canciones que resumen gran parte de su carrera: hay temas propios y algunas versiones; ritmos tradicionales y búsquedas estéticas; miradas sacadas de un cofre de recuerdos y otras hechas en los últimos años.

El diálogo entre rock y folclore, entre world music y tonadas cuyanas, que OB promociona hace años tiene su punto más evidente en la producción de Gabriel “Cocó” Orozco, hijo de Raúl, guitarrista de excepción e integrante de “Usted señalemelo”, una de las bandas rockeras que, desde Mendoza, renovó la escena nacional. El joven produjo todos los tracks de “Regreso”, puso su guitarra y su voz en algunas de las canciones y dotó al disco de un sonido que lo colocará, posiblemente, entre los mejores del año en las listas que el mes que viene inundarán revistas, diarios y redes sociales.

Cuatro de las canciones que están en el disco son versiones de autores que el grupo admira y venera. Por supuesto quien lleva la cabeza es el gran Félix Dardo Palorma, prócer absoluto de la poesía cuyana, de quien grabaron “Llegado el tiempo de amar” y “Del que se va y no vuelve”, que cuenta con la siempre notable guitarra del mercedino Carlos García, muy visible porque su instrumento y el guitarrón de Orozco son los únicos que animan la interpretación. Se suman en el listado de homenajes “El cigarrito”, clásico de Víctor Jara que el grupo hizo en sus últimas presentaciones en vivo en San Luis, y “La pomeña”, otro himno del folclore nacional.

Una reafirmación del vínculo cariñoso que el grupo tiene con San Luis fue el expreso pedido de terminar la mezcla de su disco en la Casa de la Música de Villa Mercedes. Allí tuvieron la magnífica asistencia de Celia Zenarruza, una de las mejores asistentes técnicas en materia de grabación que se puede encontrar hoy en el país, y la mágica armónica de Luis Robinson en “Fuera bicho”, el tema que cierra el disco de la manera más divertida posible, como otro artista invitado aportado del abanico provincial.

Por el resto, los mendocinos firmaron sus propias canciones con las inquietudes propias de quien dosifica necesariamente lo tradicional con lo renovador. Lo vienen haciendo desde “Celador de sueños”, su primer disco, que llamó la atención de Mercedes Sosa; lo reafirmaron en “Pulpa”, el trabajo por el que ganaron un Premio Gardel; y lo sostuvieron en “Tinto”, que hasta ahora era el último eslabón de todo lo bueno que un guitarrista de técnica prodigiosa y un cantante de voz rasposa pueden hacer.