Cárcel para un excomisario que golpeó y amenazó a su esposa

Teresa Prizzon está casada desde hace 41 años con Alfredo Gerardo Escudero. En todos esos años la mujer sufrió violencia psicológica y física de parte del hombre, quien llegó a ser comisario mayor y jefe en comisarías de Villa Mercedes y Justo Daract. Lo denunció en alguna oportunidad, pero eso no intimidó al policía retirado, que siempre se jactaba de que por haber sido jefe policial jamás le pondrían límites ni la Justicia ni nadie. Pero eso se acabó el domingo 14, cuando el juez Contravencional y Correccional 1, Santiago Ortiz, lo procesó y lo envió a la Penitenciaría porque el sábado 5 golpeó a su esposa, la amenazó primero con un cuchillo y después con un arma de fuego. Le apuntó con la pistola en la cabeza y le dijo que la mataría a ella y a uno de los cuatro hijos que tienen en común, por ser homosexual.

El hombre de 65 años fue procesado por "Lesiones leves doblemente agravadas por el vínculo y por mediar violencia de género" y "Amenazas agravadas por la utilización de un arma de fuego". El domingo, minutos antes del mediodía, fue trasladado al lugar en el que tantas veces le aseguró a la víctima que no terminaría: la Penitenciaría de San Luis.

Los testimonios y las armas que los policías de la Comisaría 18ª de Justo Daract secuestraron en la casa de Escudero le permitieron al juez concluir que el sábado en cuestión el excomisario atacó a la madre de sus cuatro hijos. Ese día, cerca de las 16, un cartero de Correo Argentino llegó hasta su casa de Libertad 806, para entregar un paquete cuyo destinatario era uno de los hijos del matrimonio.

La mujer recibió el paquete. A los minutos, Escudero, que dormía la siesta, le preguntó para quién era el paquete y, en cuanto Prizzon se lo dijo, el hombre se transformó. Le recriminó que por qué tenía que recibir encomiendas para su hijo homosexual. Empezó así a amenazarla de muerte a ella y a su hijo, que en ese momento no estaba allí.

"Pero no satisfecho con eso, comenzó a darle golpes de puño a la denunciante, tanto en el rostro como en las demás partes del cuerpo", señaló el juez en la reconstrucción que hizo del hecho.

Como pudo, la mujer logró escapar hacia su dormitorio, esperando que así dejara de pegarle. Pero su esposo no se calmó. Lleno de odio hacia su hijo empezó a golpear también esa encomienda que venía dirigida a él.

La mujer se sentó en un sillón y comenzó a llorar. Eso no calmó a Escudero, al contrario, lo alteró. "La agarró de los pelos a su esposa, no sin antes tomar un cuchillo que se encontraba en el primer cajón de los cubiertos del bajomesada de la cocina", señaló Ortiz en su resolución. "Con esto te voy a terminar", le decía a ella.

Le hizo un pequeño corte en la frente y en los dedos de las manos, mientras le recriminaba por qué protegía y apañaba a su hijo, al tiempo que le decía "en tono despectivo qué es lo que él haría con el joven".

Luego el imputado fue hasta la habitación, donde guardaba su pistola Bersa, y regresó al comedor con el arma. "En forma desafiante le extraía y le colocaba las balas en el cargador, para luego, y antes de colocarse el arma de fuego en la cintura, apuntarle a la cabeza a su esposa", repasó el juez.

Agotada por todo lo que sufrió en su matrimonio, la víctima le dijo que le disparara; no era la primera vez que la apuntaba con la pistola en la cabeza. Después de unos minutos, el acusado se retiró de su domicilio.